En el año 1988 en uno de los salones del antiguo Campus I de la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña, tuvimos la dicha de encontrarnos con el Prof. José Enrique García, quien en ese momento dirigía el taller literario de la universidad y bajo cuya guía empezamos el camino de escribir como un oficio consciente y no como un simple ejercicio casuístico para matar el tiempo.

El Prof. García nos enseñó a disecar con mano de cirujano las páginas de los libros, a observar con ojo crítico los adjetivos y a seleccionar con cuidado la literatura con la cual llenaríamos nuestra existencia de ese momento en adelante.

Es por eso que cuando el amigo José Enrique me llama a su casa en una lluviosa mañana de domingo, y con un ejemplar de Pedro Páramo sobre la mesa y una copa de tinto entre las manos, me entrega las páginas de una obra aún sin editar, invitándome a leerla, con el compromiso de quien está poniendo en mis manos una joya de la literatura universal, los sentidos no me dan otra alternativa que correr a leer y releer.

Luces de Alfareros, es desde su primer capítulo, un latigazo a los sentidos se trata de una obra maestra literaria escrita con una adjetivación bien pensada, donde no hay ideas sueltas, ni conceptos sin responder y cuyos personajes van develando aspectos esenciales de la condición humana, narrados a través de una fina prosa, cuasi poética, con un hilo conductor entre historias esencialmente disímiles, que mantiene al lector interesado de principio a fin.

En Una oruga en la hoja, primer capítulo, Attias Treviño no es un enano equiparable con ninguno de aquellos narrado anteriormente; no es como fueron los enanos en la literatura antigua, seres míticos que simbolizaban el comienzo de todas las cosas, como aquellos identificados por Heródoto con Hefesto; o Bes, simpático y terrorífico, divinidad venerada por los antiguos egipcios que servía de amuleto protector contra animales salvajes y malos espíritus.

Attias no es el enano de las novelas de la Edad Media, simplemente asociado con lo horroroso, lo feo y lo servil; o como El Enano Negro de Sir Walter Scott, dotado con fortaleza excepcional y con poderes mágicos; no tiene los rasgos descritos por Robert Louis Stevenson, al referirse a Mr. Hyde como “un hombre de estatura singularmente pequeña y de aspecto singularmente malvado.”

Attias Treviño, el enano de Ana Almonte no es uno a la usanza de los cuentos para niños o de los relatos contados por los hermanos Grimm; Attias no tiene vocación de ser bufón, pero tampoco es un ser mágico que redimirá a terceros. Attias Treviño es el arquitecto de su propia existencia, que a base de tenacidad y el singular conocimiento de la naturaleza humana con que le reviste la autora, se agiganta ante la mirada de los lectores, hasta eternizarse en la memoria.

La escritora Ana Almonte con Luces de Alfareros aporta a la gran literatura en lengua castellana y nos invita a seguir sus pasos en lo que auguramos como futuro altamente promisorio en la literatura nacional e internacional. La novela se encuentra en la librería Cuesta y la recomendamos como un disfrute para todo aquel que gusta de la excelente lectura.