Para poder crear un punto áureo entre Borges y yo me concentraré, en lo adelante, en algunos temas que a lo largo de mis lecturas he podido rastrear en los cuentos Tlon Uqbar Orbis Tertius, El milagro secreto y La casa de Asterión, en cuyo interior encontramos el tiempo, lo fantástico, lo metafísico, el minotauro, el laberinto, los espejos, el doble o el tema del otro, en los que recurren, la ironía, la fábula y  la paradoja.

Es pertinente hacer una aclaración necesaria: en el plano de la ficción, Borges representa una lectura de difícil comprensión, por causa de su acabado mecanismo de erudición. Más que eso, por la alucinante variedad de sus intrincados laberintos. Hay en sus cuentos una extrañísima intuición fantasmagórica, gracias al invento que hace del otro Borges, y es ahí, donde sale el tema del doble. No obstante a ello, por el complicado mundo de sus paradojas fantásticas, por la compleja geometría de sus tramas, por su agudo y extraordinario poder para falsear fechas y datos  y por la armadura lógica de las que están dotadas sus historias, las que en definitiva, hay que desarmar para traspasar las posibles fronteras de una lógica matemática de difícil interpretación. Sobre todo, cuando nos adentramos en el oscuro misterio que envuelven las conocidas perplejidades de sus tramas y las desconcertantes paradojas de todos sus abismos posibles.

La plataforma imaginaria y la maquinaria técnica en la que se sostienen los textos borgeanos, requieren necesariamente de lectores cargados de ciertas herramientas. Nadie podrá enfrentarse a ese universo, sin que esas lecturas provoquen un estado de extrañeza  mental.  Porque las claves de ese arte tan peculiar en él, sólo pertenecen a un mundo de fantasías en la que el sentido del texto guarda cierta relación con los sentimientos y las expectativas de cada lector. En Borges existe una convicción muy libérrima de la visión que él tiene sobre el significado de los lectores frente al hecho literario, sobre todo, cuando esa idea forma parte de su ars poética. Por eso llegó a sentenciar en Tlon Uqbar Orbis Tertius: “Todos los hombres que repiten una linea de Shakespeare, son William Shakespeare”, o dicho de otra manera: “todos los hombres que leen son quienes escriben lo que están leyendo”. Con mucha razón ahora, podemos pensar que Pierre Menard es el autor del Quijote. De ahí que en Borges existe lo que se llama una “antropología de la imaginación”. En su caso lo imaginario se aloja entre el libro y esa sensación de extrañeza mental que producen las imágenes.

Primera mirada: lo fantástico- metafísico

Alguna vez Borges llegó a decir que “la metafísica era algo así como una rama de la literatura fantástica”.  El mundo aparente que nos plantea en Tlon uqbar orbis tertius, es la representación metafísica de  un campo inédito de la ficción literaria. Desde un principio podemos pensar que el conocimiento de Uqbar, es producto las leyes de la casualidad, sin embargo, su aparente existencia  se descubre gracias a un espejo y a un ejemplar de la Enciclopedia Americana,  abandonado en el corredor de una quinta que Borges y Bioy habían alquilado en la calle Gaona de Buenos Aires. Ambos habían descubierto además la monstruosidad de los espejos y Bioy le recordó que uno de los heresiarcas de Uqbar había declarado que los espejos eran abominables porque multiplicaban a los hombres.

De acuerdo con lo investigado por Bioy en el tomo XLVII de la Anglo-American Cyclopaedia, los datos revelaron la falsedad de la existencia de Uqbar. Sus límites geográficos también son inciertos, de manera que los datos sobre la doctrina de la creación de Uqbar, también son falsos. Uqbar nos puede dar la idea sobre el nacimiento de un planeta rodeado de “ríos, cráteres y montañas nebulosas”, donde no hay luna ni sol. Y donde el autor plantea la condición de un tiempo ilusorio: “razona que el presente es indefinido, que el futuro no tiene realidad, sino como esperanza presente, que el pasado no tiene realidad sino como recuerdo presente”, por lo tanto la vida se resuelve en el ocaso de una memoria crepuscular irrecuperable. En las islas de este planeta hay abundantes elementos mágicos:  se procrean caballos salvajes y se exhuman espejos de piedra. Sus leyendas y epopeyas nunca se refieren a la realidad, sino a regiones ignotas del sueño. En Tlon no hay literaturas posibles. Un hombre es autor de todos los libros y de ninguno a la vez. De ahí que la base de sustentación de lo metafísico en Borges, es igual a la noción de número infinito en matemática, ya que el autor explora, con mucho acierto, el grado de la imaginación hasta su estado límite.

Jorge Luis Borges y María Kodama.

En Tlon uqbar orbis tertius Borges ha inventado una metáfora sobre el acto de leer, (casi en todos los cuentos de Borges encontramos una teoría sobre el acto de leer). En algunos de sus pasajes más memorables el autor nos  revela como un hecho cierto la  misteriosa existencia de Uqbar. ¿Y qué es Tlon Uqbar, sino, una alegoría, a la que nos tiene acostumbrado el autor, o es acaso,  un extracto de la realidad estética argentina? Uqbar puede ser un paisaje alegórico sobre la ciencia del saber y una fina ironía sobre el registro del conocimiento humano a través del tiempo. Lo cierto es que Borges ha creado un universo para confrontar la realidad objetiva con la realidad imaginaria. Sobre todo, para dejar al descubierto algunos mitos posibles sobre la ciencia moderna.

Intuyo que Uqbar es un universo abierto hecho de agua y material elástico. Su descomposición es perturbadora y angustiosa, porque puede llevar a la quiebra del pensamiento. Ahora los sabios de Ubar (cuya organización secreta es Orbis Tertius), deben explicar además cómo ellos se sostienen en la memoria de sus habitantes sin que su doctrina haya creado problemas, relacionados con la melancolía, la estupidez o  la locura, junto a otras enfermedades extrañas y patológicas de la naturaleza que acosan por estos días la vida del hombre moderno.

De ahí se puede colegir que Tlon Uqbar es una extraña paradoja sobre el acto de la creación y una ferviente alegoría sobre el universo. Así que   la creación de este extraño laberinto es un río hacia las interioridades más profundas del alma humana y  de las alucinaciones de los hombres. Intuyo además que el acto de creación de Tlon no es divino, porque lo divino no es casual. Lo divino es perenne. Sin embargo, es cierto que Tlon pertenece a las leyes de la casualidad por su perfecto estado paradójico, al enfrentar la realidad con la ficción y por habitar en la esfera de la fantaciencia. De manera que las categorías de lo fantástico en Borges pueden ser prefiguraciones de esquemas mentales diversos. Para ser un poco fiel a esa línea  específica  seguida por  Callois y por Calvino,  lo fantástico en Borges solo tiene cabida en el campo mental de la duda y la vacilación.

De ahí que lo fantástico no es algo divino, sino que obedece a una condición psicológica preestablecida que conduce a un estado de infinitud, cuyos resultados pueden caer en el terreno de vacío o de la nada.  Por lo tanto se prevé en él, una condición altamente metafísica en cuya ceremonia participa el lector. Es por esta razón que en Borges lo fantástico no está tan conectado con la cotidianidad, sino que sus tramas se disuelven en un espacio sideral,  menos terrenal y mucho más ignoto. Pienso que esta condición es el producto de una superestructura creativa que arriesga todo un sistema de símbolos conectados con lo fantasioso memorable. Pongo como ejemplo a Funes el memorioso, donde la metáfora del conocimiento y del saber son alegorías sinécticas de la memoria creativa o traslados imaginarios en los que se bifurcan datos, se elaboran teorías, se trastruecan fechas, visiones y  espejismos que a su vez generan aquello que los teóricos llaman lo “imaginario irrecuperable”, a través de un sistema de articulación significativa de imágenes simbólicas en la que se bifurcan el sueño con la realidad y la ciencia con la fantasía.

De momento, cualquier pasaje del cuento puede parecernos un trozo de ciencia ficción. Un tratado de física cuántica, como bien una teoría sobre el espacio o una visión poética –un tanto analítica o filosófica sobre el tiempo, o una idea muy general sobre como los astrónomos conciben el universo. En Borges todos los caminos están abiertos al asombro y a la magia del lenguaje. No hay en esta literatura cánones específicos para orientar una teoría del discurso, pues aquí, los géneros se bifurcan, porque cumplen su ciclo creativo vital. Por causa del ritmo, el avance lingüístico de su prosa es bastante cercano a la poesía, lo que le permite trasladarse de un género a  otro sin pausa, sin que el lector  perciba apenas ese cambio. Su lenguaje es tan avasallante, que con él, estamos condenados a gozar el placer de leer, mucho más de lo que estaríamos dispuestos a aprender. Como flash de relámpago, Borges se traslada de la narración pura a la prosa poética, cambia al ensayo, y de paso al juicio filosófico. Vuelve y retoma la narración, y si acaso le parece, termina en una disquisición filosófica y alegórica sobre el origen del mundo, pues el poder de lo fantástico en Borges nos condena a quedar atrapados en la urdimbre de la duda y la confusión. En fin, un mundo cuyos resultados se miden por el carácter de la ironía y el pensamiento certero. Una manera inesperada de intercambiar y jugar con las ideas, “juegos que por sus consecuencias resultan similares” y tienden a confundir la realidad con la fantasía.

Eugenio Camacho en Acento.com.do