El día 4 de febrero llegamos a Gisborne, Nueva Zelanda, en una visita de pocas horas, sólo de 8:00 am a 2:30 pm, y como nos transportamos en lanchas, la visita se hizo aún más corta puesto que la lancha tardó 20 minutos en llegar a tierra.

Gisborne es una ciudad costera ubicada en el noreste de la Isla Norte de Nueva Zelanda dentro de La Bahía de la Pobreza (Poverty Bay). Esta bahía fue llamada así porque en 1769 el capitán Cook no pudo conseguir todas las provisiones que necesitaba para su tripulación; sin embargo, es una de las regiones más fértiles del país.

La población de Gisborne al 2020 era de 34, 274 habitantes, compuesta por maoríes e inmigrantes europeos, australianos, asiáticos y de las islas del Pacifico que hicieron aquí su hogar.

Las industrias locales incluyen la agricultura y la horticultura (logrando fama por sus frutas y verduras), la ganadería, la silvicultura y la pesca. Además, tienen una producción de vino muy importante y valiosa para la economía local. De hecho, Gisborne se conoce como la capital Chardonnay de Nueva Zelanda, por sus destacados vinos. Es sabido que esta región es famosa por sus vinos Chardonnay, Gewurtztraminer, Viognier, Pinot Gris, Merlot y Malbec. Esta es la ciudad ideal para los amantes de la buena mesa, el buen vino y el surf.

La ciudad tiene un puerto fluvial protegido, con barcos que cargan troncos de madera para exportación y que alberga también pequeñas embarcaciones pesqueras. Asimismo, la leche es otro producto importante de exportación.

Puerto industrial, Gisborne, Nueva Zelanda.

Gisborne es seco y soleado, con veranos cálidos e inviernos fríos, con temperaturas mínimas de 0 °C en invierno hasta temperaturas máximas de 30 °C en verano. Es boscoso, montañoso y accidentado hacia el interior, y plano hacia la costa con varias playas de arena blanca. La ciudad también se conoce como la ciudad de los ríos, porque aquí convergen tres ríos, uno de los cuales solo tiene 1,200 metros, siendo el río más corto de Nueva Zelanda. En Gisborne hay muchas manifestaciones artísticas y culturales y los principales eventos incluyen competencias de baile y canto, conciertos y festivales de música; además de que anualmente se realiza el Festival de las Artes Te Tairawhiti, que muestra la relación de las artes con la realidad social, económica y ambiental. La cultura maorí está muy presente en Gisborne, y las viejas tradiciones aún son parte de la vida de la ciudad. De hecho, cerca del 45% de la población se identifica como maorí.

Gisborne era la primera ciudad en la Tierra en ver salir el sol todos los días, pero al haber cambios en la línea internacional de cambio de fecha, para evitar dividir un país en dos zonas horarias o por razones políticas y económicas, el atolón deshabitado conocido como Isla Caroline que pertenece a la República de Kiribati, pasó a ser el primer lugar en recibir el sol de cada nuevo día ya que está dentro del primer huso horario. Todavía hay mucha controversia sobre este tema, pero lo cierto es que, Gisborne está entre los primeros sitios del mundo en ver los primeros rayos del sol.

Al llegar al puerto y como de costumbre, había gente vendiendo tours en el muelle y, además había un señor alquilando bicicletas. Conseguimos mapas gratuitos en el quiosco de información para tener una idea de que íbamos a hacer y hacia donde teníamos que dirigirnos. Había autobús gratuito al centro de la ciudad, pero como estaba a solo media milla de distancia, preferimos caminar porque el clima estaba muy agradable y el lugar era pequeño. Así que, nos embarcamos en la caminata con el objetivo de descubrir los lugares de interés y monumentos históricos y aprender sobre la cultura e historia de esta región.

 

Pasamos por el Museo y Galería de Arte Tairawhiti que tiene fama de ser uno de los mejores y más innovadores museos de Nueva Zelanda, con exhibiciones de historia y artefactos regionales, arte local y nacional, además de una cafetería y una tienda de regalos. Lamentablemente, el museo estaba cerrado y entonces lo que hicimos fue tomar algunas fotos y videos de su fachada.

También pasamos por Heipipi, el lugar donde primero se establecieron los pobladores que llegaron de Polinesia. Todo el trayecto estuvo rodeado de hortensias y otras flores nativas.

 

Luego, nos dirigimos al mercado de productores agrícolas, donde vendían entre otras cosas, frutas y vegetales, miel, jabones, flores y artesanías de madera además de comida hecha; también había música en vivo. Ahí nos encontramos con una familia maorí, con sus tatuajes tradicionales que cuentan la historia de vida ellos, de que familia vienen, si están casados o no, la cantidad de hijos que tienen, estatus social, etc. Preguntamos si podíamos hablar con ellos y nos acogieron con mucha amabilidad; nos preguntaron que de donde veníamos y muchas cosas sobre nuestra amada Virgen de la Altagracia. Aunque no tienen tradición católica, fueron muy abiertos y se quisieron retratar con las imágenes. Nos despedimos de ellos con un fuerte abrazo, les regalamos el separador de libros y yo les dije que la Virgen los bendecía como familia.

Jody Tupara y su familia, maoríes

Seguimos caminando y encontramos a otra señora maorí con su niña. Le preguntamos si podíamos hablar con ella y contarle de nuestra Virgen y de inmediato nos dijo que no era católica pero que estaba abierta para conocer. Preguntó la ubicación de nuestro país y quiso saber cómo es la gente y también nos hizo preguntas sobre la Virgen. Ella por su parte, nos explicó sobre sus tatuajes y sobre las diferencias entre los tatuajes de las mujeres y de los hombres. La señora y la niña se quisieron retratar con la Virgen y me sentí tan bien con ellas y estaban tan felices que le regalé una medalla personal que tenía de Nuestra Señora de la Altagracia para la niña y un separador de libros con las imágenes. Le dije que la Virgen le cuida a su pequeña hija.

Jess Tevekia y la niña Pareaira Orotaunga, maoríes.

También nos encontramos con una pareja de un americano y una chilena que viajaban en el mismo barco. El señor se nos acercó y nos dijo que nos había visto varias veces desmontarnos con las imágenes y sintió la curiosidad de saber qué estábamos haciendo y porqué y pregunto de qué país era la bandera. Le dijimos que éramos de República Dominicana y le explicamos nuestra misión; luego no tuvimos tiempo de nada más porque se fueron muy apurados.

Salimos del mercado y nos fuimos a caminar. Nos llevamos una gratísima sorpresa al ver varias esculturas en las calles y en Gladstone Road, la calle principal del centro de Gisborne, nos topamos con la torre del reloj; uno de los monumentos más reconocibles e identificables de Gisborne dedicado a Reginald Blandford, quien fue secretario municipal de 1891 a 1933. Pasamos también por un parque en el que había muchos niños en una pista de patinaje y no vimos adultos cuidándolos, así que parece que hay mucha seguridad aquí. Además, vimos el tótem que regaló Canadá a Nueva Zelanda en 1969 para conmemorar el año del bicentenario. Seguimos caminando por la orilla de la playa y nos encontramos con la escultura del capitán inglés James Cook sobre un globo terráqueo, en donde se muestra la trayectoria seguida en sus viajes. Esta estatua, así como todas las estatuas que hacen referencia a la época de la colonia, han sido muy objetadas por los maoríes por los hechos cometidos contra ellos.

Elizabeth Farihno de Núñez y Rubén Núñez junto a la estatua del capitán James Cook

De regreso en el barco, hubo misa de vigilia a las 5:00 pm y el deporte fue el tema del juego de trivia en la noche, entre otras diferentes actividades para todos los gustos, además de un espectáculo muy entretenido titulado “All In” de Cantare, un cuarteto masculino.

 

Nuestro eterno agradecimiento a Acento, a su director y a todas las personas que nos apoyan con esta peregrinación de la Virgen de la Altagracia alrededor del mundo.

 

Para dar seguimiento a las incidencias del paso de la Virgen de la Altagracia por Gisborne en Nueva Zelanda, pueden dirigirse a nuestra página de Instagram @virgenviajaporelmundo, donde podrán disfrutar de más fotos y videos de nuestro paso por esta ciudad. Nuestro siguiente y último puerto en Nueva Zelanda es Wellington.