A la carga otra vez
Después de varios domingos, sin publicar nuestra columna Kalunga, he vuelto a la carga nuevamente. Razones vinculadas a la preparación de mi mudanza a New York por unos meses largos, así como, todo lo referente a la organización y producción del trabajo académico que estaré haciendo desde El City College de New York y el Instituto de Estudios Dominicanos, no me permitieron dedicar tiempo a escribir, una de las cosas que más me apasionan en la vida.
Escribir requiere consultar fuentes para los trabajos que publico por esta vía, revisar mis libretas anecdóticas, que son varias organizadas por años y temáticas en mi biblioteca, con esos cuadernos asisto por lo general a los trabajos de campo y las manifectaciones que visito, para mis notas de la observación participante o cualquier método de investigación que lleve a cabo.
Este proceso ocurre, ya que me caracterizo por escribir y dar a conocer mis vivencias en el mundo cultural y los resultados y sistematización de las investigaciones, vinculadas a las líneas que trabajo como investigador y cientista social, en cualquier lugar donde me encuentre y entienda que pueden ser objetos de estudios y observación. En las Ciencias Sociales, de los fenómenos más simples, se pueden hacer grandes investigaciones.
Este domingo quiero compartir algunas reflexiones, que como en otros momentos he publicado para los lectores de la columna Kalunga, fruto de las investigaciones que forman parte de mi obra: Cofradías Dominicanas del Espíritu Santo, publicada en octubre del año 2023, la que pueden conseguir como otros de mis libros en la plataforma de Amazon.
Vestimenta de promesas
El capítulo III de la obra antes mencionada, se titula: Cofradía del Espíritu Santo del Batey de San Juan. Una tercera mirada de las cuatro que trabajo en el libro. En este capítulo trato un tema que considero muy importante dentro de todas las cofradías del país y de la practica misma del Vudú dominicano y la Religiosidad Popular en sentido general. Hablo de las vestimentas de promesas. Esas que vemos son muy usadas en las celebraciones religiosas populares, en los santuarios, iglesias, altares, cementerios y donde se lleva a cabo la manifestación o celebración al santo o misterio.
Comparto sobre el tema, ya que varias personas de las que han comprado el libro y leído, se interesan en esta parte y me preguntan con la intención de ampliar más sobre lo que trato. En lo que tiene que ver con los colores de las vestimentas, las formas, las telas usadas, la confección, el uso, el santo o misterio para quien se le viste, la historia de las mismas y hasta su transformación en el tiempo. La gente pregunta y se interesa por el más minino detalle y eso es de valorar desde mi mirada como investigador. Hablo del interés del tema desde dominicanos, hasta europeos y otras nacionalidades que han leído la obra.
En lo particular, desde muy niño he crecido mirando esas vestimentas muy cerca de mi contexto, tocándolas, presenciando su elaboración y teniendo familiares cercanos usándolas como promesas en diferentes momentos, para diferentes santos y celebraciones, y por eso también puedo dar fe de su transformación en el tiempo, como todo proceso de la vida y la cultura misma.
En uno de los lugares donde siempre pude ver estas vestimentas fue en las celebraciones de la Cofradía del Batey en San Juan, ya que mis abuelos paternos fueron parte de esa cofradía y en varias ocasiones los pude ver y asistir con ellos con sus vestidos o ropa de promesas para la celebración del día del Espíritu Santo o Pentecostés como también llaman a la celebración en la iglesia católica.
En mi obra sobre esta cofradía establezco: “En las celebraciones del Espíritu Santo en El Batey se venera y adora la figura de un niño vestido de rojo, con adornos dorados, que los devotos profesan poderes para sanar enfermedades, ayudar a sus creyentes en la prosperidad, bienestar material, los que luego llevan promesas de todo tipo al santo. El profesor e investigador Rubén Morata, establece: “Son abundantes los obsequios que los piadosos le hacen al “santico” a través de “promesas”, por recibir alguna curación de males de salud, logros de bienestar económico o felicidad amorosa implorados y/o logrados”.
Durante los días de celebración la celebración se realiza un novenario, con misas en la iglesia cada día y la gran fiesta se desarrolla al día siguiente del último domingo de pentecostés con misa católica, toque de palos, comarca, carabine y bailes, canto de salves, serenatas, procesiones. Como es una celebración mágico religiosa se toma bebidas alcohólicas y se escucha música como merengue, bachata y salsa. Esa práctica se hace más notable en los últimos años, con la participación e integración de la juventud de la zona y de otros pueblos que asisten a la celebración durante todo el día, una expresión única de religiosidad popular. Esa forma de celebración la vemos en otras manifestaciones a los santos, como el día de San Miguel Arcángel, Belie Belcán Toné para la Religiosidad Popular, en la iglesia se reza y canta y afuera se toma y baila y ambos grupos cumplen con el santo y disfrutan la celebración. La cofradía del espíritu santo se encarga de coordinar y dirigir esta celebración cada año. Cuando la imagen del espíritu santo es desplazada del Batey a la ciudad de San Juan de la Maguana es cargada por contados caballeros de la cofradía y en el centro de la calle por donde pasa la procesión, los fervorosos se hincan de forma reverente para que la imagen del “santíco”, como también es llamado, le pase por encima. Esa misma característica de la tradición la hemos visto en la celebración del Espíritu Santo en las Cofradías de Cotuí, Villa Mella y Comendador en Elías Piña (De Oleo, Jonathan 2023).
Al participar en esta importante manifestación, como lo he venido haciendo durante años, precisamente con el interés de documentar y escribir lo vivido; de las cosas que más disfruto, es ver la presencia en la celebración de una cantidad de mujeres devotas del santo, pero también hombres, niños, jóvenes y demás, que llegan desde diferentes localidades de la provincia San Juan, otras zonas del sur y del país, así como del extranjero, con una alegría y respeto con sus atuendo que varían de color, algunos acompañados de promesas en sus manos o lo que se conoce como exvotos, de ese tema también hemos hablados en este columna, como parte de la investigación que forma parte de la obra mencionada.
Cantidades de personas de todas las edades llegan en grupo, solas, en procesión, en familias, en vehículos o caminando hasta la antigua iglesia del Batey.
El color, la confección, el diseño, las telas y las características de los vestidos varía de acuerdo a la cofradía que formen parte los creyentes o la promesa que presenten al santo, lo vemos de colores rojos que son los más frecuentes, ya que ese es el color con el que se identifica El Espíritu Santo y San Juan Bautista, como toda la celebración.
También vemos vestidos de colores marrón, en honor a San Antonio y San Francisco de Asís, de manera especial de devotas y devotas que formar parte de la Cofradía de San Francisco el de Bánica, como popularmente se le conoce en Elías Piña y todo el sur a esa manifestación centenaria tan especial de nuestra religiosidad popular dominicana.
Otros llevan colores en sus vestidos en alusión a la 21 división, también los he visto morados, grises, amarillo con rojo, que tienen diseñados con cruces, tanto delante como detrás, acompañados de un cinturón o lazo en la cintura, de chanchan, bonatu y generalmente las señoras llevan un pañuelo en la cabeza, como es lo tradicional tanto en esas celebraciones como en los campos del país en la forma de vestir de nuestras mujeres.
Ese es el que se conoce como vestimenta de promesas en la Religiosidad Popular Dominicana y se encuentra de venta en botánicas y tiendas en algunos pueblos, sobre todo de la zona sur, el mismo es confeccionado por modistas conocidas, especialistas en ese tipo de vestimenta, que, de acuerdo a nuestras vivencias, quienes se dedicaban a confeccionarlo lo hacían para regalar a los devotos que se lo ponían para cumplir sus promesas. Ahora hemos encontrado muchos lugares donde se venden los vestidos, esa cultura se transformado y comercializado.
Rosa Quiterio la modista de vestidos de promesas
En la obra, hablamos de una señora conocida que se dedicaba a preparar estas vestimentas por encargos de forma gratuita, como una promesa que tenía desde los 15 años hasta fallecer.
Nosotros conocimos una señora llamada Rosa Quiterio, oriunda de San Juan, que vivió mucho tiempo en la calle Cristóbal Colón del sector Simón Bolívar de la zona norte del Distrito Nacional, era la abuela de un compañero de estudio de la primaria y como le visitaba frecuentemente pude ver en varias ocasiones coser estos vestidos grandes de colores en épocas muy puntales del año.
Recuerdo como curioso que siempre he sido, que en una ocasión le pregunté sobre esas ropas, ella sentada en su máquina de la galería de su casa y muy apurada, me dijo, que lo aprendió de su abuela en un campo de San Juan, que también cocía a máquina los vestidos de las promesas por encargo para regalar a los devotos de San Juan Bautista y San Antonio y su abuela al morir le dejo la promesas de seguir haciéndolo.
Ese recuerdo lo conservo en mi memoria y hoy lo pongo en valor, haciendo mención de doña Rosa, que falleció creo en el año 2003. Creo que es importante conocer esta tradición nuestra que se ha transformado o cumplido su función social en el tiempo. Ahora toca ponerla en valor con este escrito.
Vestimenta de promesas parte del traje cotidiano dominicano
Sobre la vestimenta de promesa, la folklorista Xiomarita Pérez en un artículo publicado en el 2015, en su columna Folklorando, establece: “El folklorista Fradique Lizardo en el año 1975, en una entrevista que le hizo, Félix Servio Ducoudray para la revista Ahora, dijo: “El Traje cotidiano dominicano puede considerarse tanto el de un pescador de Samaná, el de una campesina que viste luto, el de la señora que cumple una promesa, como el de la que asiste a un baile engalanada con las prendas que guarda muy almidonadas y planchadas en el baúl bajo el aroma del pachulí”.
Nosotros en nuestra experiencia de varios años como investigador, frecuentando lugares vinculados a manifestaciones de la Religiosidad Popular Dominicana o Vudú Dominicano, nos hemos encontrado con todo tipo de vestimentas y colores, usadas por todo tipo de personas, desde los más grandes hasta los niños, con la finalidad de cumplir promesas o por compromisos como devotos, creyentes etc. De los lugares que mas se pueden disfrutar estas vestimentas en el país los días de las celebraciones son: El Cerro de San Francisco, en el mismo pueblo de Bánica, La Dolorita en Los Morenos de Villa Mella, en los altares tradicionales que se preparan en diferentes casas en honor a la fiesta del Espíritu Santo en el barrio el Tamarindo en Cotui, en Comendador, en la celebración del Espíritu Santo, en templos de la ciudad Colonial, como el de San Miguel, San Carlos, Santa Bárbara y Las Mercedes. Pero es importante que destaquemos, que después de la Basílica de la Altagracia en Higüey, el lugar donde más hemos visto en el país, es en la celebración del Espíritu Santo en el templo del Santico del Batey en San Juan.
Hemos visto también vestidos de promesas, en la fiesta a los misterios de que realiza Enerolisa Núñez en Mata de los Indios en Villa Mella, en varias celebraciones en pueblos de San Cristóbal, en la iglesia del Santo Cristo de Bayaguana, las monjas reciben a los devotos y devotas con sus vestidos y sus exvotos y guardan cuidadosamente cada uno de los exvotos que llevan los fieles.
La función del vestido de promesas y los exvotos, más allá de cumplir una promesa y agradecer, es fortalecer y difundir los sentimientos religiosos. Además, son parte de la estética, la belleza, el ritual y la semiótica cultural e históricas que dan cuenta de las expresiones artísticas populares, de la historia, organización y la cosmovisión de sociedades como la nuestra. Hasta la próxima semana.