Está demostrado que la mejor tradición poética dominicana es también la tradición de las rupturas y el canibalismo. Movimientos literarios y generaciones de escritores y poetas se han sucedido unos tras otros sobre la base de esta premisa. En cierta medida, creo que en el espíritu de los poetas dominicanos prima el principio de alteridad. Así que todas las generaciones poéticas dominicanas, ya sea de manera expresa o no, han dejado su impronta estética en nuestra historia literaria y han asumido unos postulados teóricos y unos valores formales que les han dado cohesión a diversidad de formas creativas: desde una manera muy particular de asumir la vida y plantear el mundo a través de un acercamiento a la filosofía y a corrientes metafísicas. Reflejar las preocupaciones por la muerte, cantarle al amor y refugiarse en la angustia que provoca el sufrimiento, hasta detenerse, si es posible, en los problemas existenciales del ser melancólico junto a las marcas sociales y políticas de la época.
Pienso que la aparición de la revista “Poesía Sorprendida” en el año de 1943 es un hecho histórico que marca un hito en las letras dominicanas por varias razones: Por primera vez un medio cultural reúne a un grupo de poetas y escritores bajo una misma idea: “Poesía con el hombre universal”. Segundo, este fue un medio plural, participativo, abierto a todas las corrientes estéticas.
“Poesía Sorprendida” constituyó un acontecimiento cultural de mucha relevancia para el devenir de las letras dominicanas. Por eso su aparición, no fue un hecho fortuito, ni mucho menos un juego del azar, sino que como en todo fenómeno cultural, hubo de generarse un antecedente que provocara su llegada en el marco de nuestra cultura. Sobre todo, porque surgió en un momento de gran efervescencia de la cultura universal, cuando campeaba en Europa la moda poética que habían implantado los dadaístas y los Surrealistas.
Hay varios motivos que posiblemente apuntalan su aparición: La influencia que crearon las vanguardias europeas en su momento, desde el Dadaísmo de Tristán Tzara, el Surrealismo de André Breton, hasta los poetas simbolistas que, durante las primeras décadas del siglo XX convirtieron a Francia en la meca de la cultura universal. Estos movimientos artísticos pusieron los ojos del mundo frente a ellos y se convirtieron en el paradigma de la cultura europea. No deja de tener importancia la frustración que significó el fenómeno de la Guerra Civil española, en quienes salieron aterrados por causa del desamparo y la persecución política. En ese entonces llegaron y se refugiaron en el país cientos de inmigrantes españoles y de otras latitudes, entre artistas, intelectuales, científicos, académicos escritores que pusieron a la República Dominicana al tanto de las corrientes estéticas extremas, que entonces dominaban los escenarios del arte en la Europa de la tercera década del siglo XX.
Sumado a estos hechos, hay que destacar el trasiego de intelectuales a uno y otro lado del continente, así como de escritores dominicanos que viajaban a Francia y España, quienes influidos por el fenómeno europeo de las vanguardias fundaron aquí sus simientes, como el caso de Otilio Vigil Díaz, considerado por muchos críticos, como el iniciador del verso libre en la poesía dominicana del siglo XX.
En ese trasiego de intelectuales y escritores llegó al país el poeta chileno Alberto Baeza Flores quien, según Eugenio García Cuevas “habría de ser el motor impulsador para la publicación de la revista Poesía Sorprendida, que luego se convertiría en el más importante movimiento poético dominicano”.
En el texto titulado Apasionado destino, escrito por Baeza Flores y publicado en el primer número de la revista, el autor trata de explicar sobre el origen del nombre: “No sabemos si la poesía nos sorprende con su deslumbrante destino, si nosotros la sorprendemos a ella en su silenciosa y verdadera hermosura”. En definitiva, sobre la base de nuevos valores, los sorprendidos escribieron una poesía provocativa y evocativa a la vez. Evidentemente con relevancia estética muy apegada a las corrientes universales del arte. Una poesía, entre el misterio como incógnita y el asombro, en procura de enarbolar las condiciones del mito y despertar los dioses inéditos que habitan en el subconsciente.
Evidentemente que el grupo de poetas que se nucleó en torno a La Poesía Sorprendida, se arriesgó ante el panorama político de la dictadura trujillista y asumió una actitud “ética y estética” que no tiene antecedente en la vida cultural dominicana. La importancia de su “actitud” estuvo en el murmullo que creó el colectivo, ya que cualquier tipo de asociación, en esa época era considerada de carácter subversivo y sospechoso para la seguridad de la dictadura y además porque se unieron a este colectivo, talentosísimos jóvenes que comenzaban a trillar el camino de la literatura y abrirse paso ante los parámetros de una nueva poética que no había tenido antecedentes en la cultura dominicana.
Los sorprendidos primero acuñaron el lema de poesía con el hombre universal, cuyo eco arraigó más tarde en la crítica dominicana, con el cual se propusieron estructurar una poesía con valores estéticos universales.
Desde un principio los sorprendidos les dieron cabida a todas las corrientes estéticas de la época. En el caso específico, al surrealismo francés a través de la famosa técnica del automatismo psíquico cuya presencia se edifica en uno de los poemas canónicos de la lírica dominicana: Vlía de Freddy Gatón Arce. También en los sorprendidos no “deja de advertirse la presencia de una poesía amparada en la mejor tradición neoclásica, sobre todo, de poetas españoles contemporáneos como Miguel Hernández y Jorge Guillén”.
En ningún otro momento se había sentido en la lírica dominicana una presencia tan marcada y significativa para las letras y la influencia de corrientes poéticas externas, como se advierte en los poetas sorprendidos. Es muy probable que por causa de esa incursión en nuevas formas poéticas adornada por deslumbrantes metáforas y sueños de la imaginación, en cierta medida, los sorprendidos fueran calificados de poetas “herméticos” “evasores de la realidad” y poco asequibles al público lector.
Es valioso recordar que, anterior a los sorprendidos habíamos tenido en el país una lírica mucho más cercana a los lectores, gracias al ritmo y a una métrica de ribetes sencillos, menos complicados y unos códigos más asequibles desde el punto de vista de los temas y de los símbolos lingüísticos como fueron las producciones de Pedro Mir con su clásico Hay un país en el mundo y Compadre Mon de Manuel del Cabral.
Aunque los sorprendidos acusaron a los anteriores poetas de “mostrencos y localistas”, lo cierto es que los “Independientes del Cuarenta” conquistaron a los lectores dominicanos gracias a la musicalidad de su poesía y a la creación de mitos cercanos a la cotidianidad dominicana.
No quiero decir con ello que en los poetas sorprendidos no haya ritmo ni musicalidad. Pero sí, es bueno advertir que para descifrar los códigos y lo símbolos de esta poesía se necesita de lectores avezados que dominaran ciertas habilidades y que tuvieran una mayor formación cultural, la cual les permitiera acercarse a la simbología y al contenido del nuevo discurso poético. Los detractores de los sorprendidos les endilgaron que su “hermetismo” los alejaba del contacto con el pueblo y del sentimiento nacional y que, por lo tanto, al ser una “poesía con el hombre universal” los distanciaba mucho de todas las preocupaciones netamente dominicanas. De manera que sus críticos calificaron esta poesía como evasora de la realidad dominicana.
El hecho de que los sorprendidos asumieran una “poesía con el hombre universal” no significa que estuvieran alejados de los temas y las preocupaciones nacionales. Si hacemos una parada en Estación en la Tierra de Aída Cartagena Portalatín y en Trópico Intimo de Mieses Burgos, descubriremos que en estos trabajos se critica de manera soterrada y sublime, el clima de angustia y desesperación que había en la vida social dominicana de entonces, pero sobre todo en Sin mundo ya y herido por el cielo, “un texto singular por su belleza, que a la vez proclama un grito de dolor”. Partiendo de una visión universalizante estos poetas proyectaron al hombre hacia una dimensión más ontológica, más hondamente humana, que abarcaba una alta valoración de la conciencia creativa y una visión del ser dominicano en su esencia más acabada de la cultura.
En los poetas sorprendidos se observa más que en nadie una elevada concepción del arte. Con la diferencia de que a ellos, la poesía no los tomó por asalto, ni por obra de la inspiración divina sino que asumieron el hecho poético desde la más alta concepción del pensamiento por sus altos valores estéticos reflejados en la depuración del lenguaje y en los temas de actualidad poética: la muerte, la soledad y el dolor, la angustia, la nostalgia, la melancolía. Temas estos tratados de forma acabada por la mejor poesía universal de entonces. Estamos hablando de que los poetas sorprendidos estudiaron y se acercaron a la obra de poetas como Pablo Neruda, César Vallejo y Nicanor Parra. Además de su acercamiento a la filosofía, a la metafísica y a la libertad creadora, símbolos estos de las grandes creaciones universales y de los grandes momentos que estaba viviendo el arte mundial en ese entonces.
Mientras otros descuidaron la forma para poner atención al contenido, los sorprendidos, por el contrario, acentuaron con mucha calidad estética el decir poético. En ellos encontramos otros temas relacionados con la filosofía como la soledad, la angustia, la desesperanza. Asimismo, fueron capaces de explorar zonas inéditas de la imaginación poética y universos estilísticos nunca antes habitado por los lectores dominicanos. De ahí su marcado acercamiento con una de las corrientes más progresistas de la literatura universal, como fue el Surrealismo.
En su mejor momento los sorprendidos cultivaron una poesía para la purificación del espíritu y las almas dominicanas. Más bien, una poesía para rendirle culto a la imaginación y a la “creación sin límites” como lo expresa en uno de sus postulados: “Estamos por una poesía nacional nutrida en lo universal”.
Cuando se asume la creación literaria con un alto nivel de conciencia estética, en la que está presente la materia orgánica del hombre y su génesis como proyecto filosófico e imaginario, ésta va más allá del tiempo, porque se adelanta en los procesos creativos. Vista a grandes rasgos en su conjunto, la Poesía Sorprendida fue pensada y analizada para que resistiera las fronteras del tiempo y su desafío hacia un porvenir más comprometedor, para convertirse luego, en lo que es hoy: Un clásico ejemplo paradigmático de la cultura dominicana.
Eugenio Camacho en Acento.com.do