En medio de la algarabía del espectáculo político, avivado por las próximas elecciones, el presidente Luis Abinader, en La Semanal del 29 de enero recién pasado, introdujo, ligeramente, un tema al que debe brindársele toda la atención, ya que debe ser objeto de políticas públicas futuras.
Se trata de la paternidad irresponsable, una de las causas y consecuencias de nuestra tragedia social.
Hasta hoy las diferentes formas y manifestaciones de la paternidad, han sido vistas y aceptadas por la sociedad, como parte de la expresión sociocultural de la conducta de un hombre exonerado de responsabilidad, celebrado en su proceder indelicado y agresivo hacia la mujer.
Es frecuente observar cómo el hombre evade de diversas maneras la paternidad, en el origen: negando y no asumiendo la procreación, y en el desarrollo de la gestación: evadiendo su responsabilidad ante la manutención, educación y protección de los hijos. Claro que también hay padres excepcionales, que construyen familias y forman seres amorosos y solidarios.
El problema de la disfuncionalidad familiar fruto del padre ausente, se encuentra en todos los estamentos sociales, siendo más frecuente en las capas medias y en las más desfavorecidas de la sociedad. Se destaca el papel de la madre soltera, única responsable de la manutención, cuidado y educación de los hijos.
La introducción de un tema tan delicado, como la paternidad irresponsable, visto como una conducta normalizada en la sociedad, le da carácter de problema social.
Este desafiante problema entran en el discurso político por primera vez en la historia dominicana, y lo hace por las declaraciones de un presidente.
Sin lugar a dudas, ver la conducta irresponsable de los padres como un problema grave para la formación del ser humano, nos ayudaría a la construcción, en principio, de un mejor individuo, y, una mejor familia, en momentos en que estamos viendo los niveles de degradación ética y moral que vive nuestra sociedad.
… una educación integral para la vida, que permita que los hombres asuman la identidad masculina partiendo de la autoestima y del respeto a la mujer…
Enfrentar los problemas sociales vinculados a la disfunción de la familia, implica afrontar la conducta del hombre dominicano en sus relaciones de pareja, dañada por todo tipo de violencia, que lleva al feminicidio, y también a la frustración que conduce al agresor al suicidio, quedando huérfanos los niños.
Los embarazos de niñas y adolescentes, la prostitución infantil, la criminalidad en jóvenes, el abandono de los hijos por ambos padres, al emigrar, el desempleo en las madres solteras, el consumo de droga y alcohol, las agresiones sexuales en el seno familiar, el maltrato hasta la tortura, en fin la sobrevivencia de la infancia en medio del desamparo por parte del Estado y de la familia.
Que Luis Abinader introduzca un tema tan negativo y profundamente vinculado a la formación familiar en la República Dominicana , debe llamarnos a la reflexión, ya que ilustra, una vez más, la sensibilidad social de un político que ha pretendido adecentar la política nacional, y que a veces parece en el gobierno sólo él asume esa tarea. Miles de dominicanos ven con preocupación y tristeza que esta sociedad involuciona, con pretensiones de desarrollo económico y con una pobreza humana en pleno crecimiento, Ilustrada en una cotidianidad llena de violencia, deshumanización y falta de civismo.
Si queremos que este país cambie realmente, tenemos que formar hombres y mujeres más responsables de su procreación y su sexualidad, haciendo un esfuerzo todos, por tratar de ser mejores seres humanos.
Los gobiernos deben invertir más en la gente, dar más valor a los hombres y mujeres ejemplares, sujetos que han basado su conducta en la coherencia existencial, con el ejemplo de vidas de trabajo serio, sacrificio y valores, y que lamentablemente hoy son desplazados por una masa de mediocres improvisados, analfabetas, que sobresalen en todos los espacios públicos, puestos políticos y medios de comunicación.
Confiamos en que Luis Abinader, guiado por su sensibilidad social e intuición política, asumirá el liderazgo de enfrentar la paternidad irresponsable, como un problema social grave, porque como él mismo señalo: “… de ahí es que vienen los principales problemas” de esta sociedad.
El presidente Abinader tiene una excelente oportunidad de priorizar, en su programa de gobierno los aspectos vinculados a la familia, comenzando por la formación y educación de los dominicanos, una educación integral para la vida, que permita que los hombres asuman la identidad masculina partiendo de la autoestima y del respeto a la mujer, con una visión más sana de su masculinidad, de su sexualidad y de la paternidad, alejada del incesto y la violencia que hoy dañan la familia dominicana.