El momento empírico de todo proceso de investigación inicia con la observación. El hecho de que sea empírico, dimensiona dicho concepto al plano de la vida ordinaria. No obstante, no todos los seres humanos observan del mismo modo. Podremos encontrar comúnmente a quienes sólo miran sin ver más allá de lo que está a la vista.
“Competencia” es un sustantivo idóneo, puesto que alude explícitamente al concepto “observación” desde la función del docente y del investigador. Implica complejidad en el mirar desde la naturaleza ontológica de los objetos y desde los niveles de percepción del sujeto/observador. Este primer momento permite formular el planteamiento de un problema de investigación, así como concebir una sesión de clase acorde con las necesidades estudiantiles y con los estándares de calidad de los niveles educativos (Vásquez, Juan (2003) La observación científica en el proceso de contrastación de hipótesis y teorías. Revista Theoría. BIBLID (0495-4548 (2004) 19: 49: pp. 77-95).
La observación, más que un simple mirar, es una competencia porque implica sistematicidad en el espacio y en el tiempo. Asimismo, porque se observa con todos los dispositivos de entrada al cerebro; y, sobre todo, porque se aprende y se desarrolla. Por ejemplo, ¿Cómo descubrieron los psicolingüistas y pedagogos europeos de principios del siglo xx que la adquisición de una lengua se completa a los seis años de edad como promedio? ¿Cómo es posible saber que al llegar a la adolescencia el cerebro humano pierde aproximadamente doscientos mil millones de neuronas de las trescientos mil con las que nace un infante? ¿Cómo pudieron los griegos sentar las bases para una teoría universal del lenguaje? No hay otra respuesta distinta: “Observación”.
Ahora bien, para ver más allá de lo que es evidente se requieren lentes. En este caso, se trata de anteojos no necesariamente literales, como las que llevamos para leer un libro, o como las del microscopio que usan los profesores e investigadores en un laboratorio. ¡No! Constituyen, más bien, la cosmovisión del mundo que permite poner en funcionamiento destrezas básicas del pensamiento para identificar los nexos entre una entidad y otra dentro del conjunto de la especie observada (Czerwinsky Domenis, Loderana (2013) Observar. Los sentidos en la construcción del conocimiento. Colección Didáctica de las operaciones mentales. Universidad de Trieste).
En todo caso, siempre que se observa, se aprende y casi siempre que se aprende se desaprende. De lo contrario, pudiera ser que solo estuviésemos mirando y no observando.
He aquí la diferencia entre mirar, ver y observar. Se mira y se ve a través del globo óptico, pero observar implica todos los dispositivos de entrada a la memoria a largo plazo. Es complejo, por lo tanto, observar. Cuando se realiza a través del dispositivo acústico o auditivo, este concepto no es equivalente únicamente a oír, puesto que no hace referencia sólo a la percepción de los sonidos articulados a distintos decibeles, sino a la escucha, que implica una operación asociativa y de internalización mental de sentidos.
En este caso, escuchar es lo mismo que observar para un profesor y para un investigador, puesto que en muchos casos la recogida de información y la docencia se aproximan al entendimiento, a través de los dispositivos “hablativos” y auditivos. Y cuando el campo de investigación u objeto de estudio exige por su naturaleza el tacto, por tratarse de percibir niveles de resistencia, dureza o maleabilidad, etcétera, estamos ante otro dispositivo de entrada a la memoria, conjugado en la estructura profunda del significante “observación”.
El tacto es el dispositivo de observación, a través del cual pueden ver las personas sordomudas y no videntes al mismo tiempo. Si el profesor y el investigador se limitaran sólo a ver, estarían incurriendo en un ejercicio mecánico, poco productivo. Observar implica articulación de todos los sentidos, a fin de alcanzar la comprensión plena del fenómeno observado, incluyendo el sentido del tacto y del olfato. De lo contrario, ¿Podría comprobarse la temperatura solo con la mirada? ¿Podría identificarse algún hedor a través del simple mirar? ¿Podrían medirse los indicadores de contaminación acústica con un microscopio?
Si los estudiantes se expresan ante un docente, en realidad están ofreciendo una oportunidad inmensa para escuchar. Ahora bien, el profesor, en tanto observador eficaz, empleará otros sentidos para comprenderlos. Su rol bien puede orientarse a percibir olores, sonidos, estados anímicos, aspectos corporales, indumentarias, costumbres, creencias, niveles socioculturales, económicos y educativos, así como niveles de competencias comunicativas, lingüísticas, literarias, históricas, antropológicas, etcétera.
Cuando un investigador/profesor lee, ve secuencia sintagmática de palabras. Observa cuando a través de esas palabras se articulan sus representaciones mentales con los nuevos saberes. Es ahí cuando inicia una operación del pensamiento que logra modificar sus saberes de forma parcial o total. En todo caso, siempre que se observa, se aprende y casi siempre que se aprende se desaprende. De lo contrario, pudiera ser que solo estuviésemos mirando y no observando.
Por eso escuchar no es tan simple como cuando se hace silencio mientras se mira atentamente a los ojos de los hablantes. También implica madurez emocional. Pudiera ser que en su ejercicio pedagógico e investigativo el docente/investigador deba escuchar, leer, ver, oler o sentir ciertos contenidos semánticos que, a su juicio, atentan contra su posición de sujeto situado en su propio entorno profesional. Estaríamos precisamente ante el momento para ser empático, humilde, modesto, tolerante, dispuesto a aprender; porque mientras más ha estudiado un investigador, mayor condición humana ha de ejercer para decir “perdóneme, me equivoqué. Usted tiene razón”.
¡Es más que evidente! Observar a través de todos los sentidos es una competencia necesaria para que los estudiantes crezcan en sentido humano y profesional. Para ello se requiere la adquisición de los mecanismos elementales que se aprenden en una lengua para decodificar pensamientos expresados a través de múltiples formas semióticas y verbales. Enseñar a observar con todos los sentidos es una de las tantas tareas todavía pendiente en nuestro sistema educativo.