Freddy Gatón Arce, desde sus inicios, asume la creación como un acto de palabra, lo que convirtió en  un poeta de la lengua española. Si una clasificación buscamos, esa le corresponde. La lengua lo conforma y define. Es su instrumento,  morada y, sobre todo, destino. Conciencia de ello tenía como hombre, como lector y más como escritor. Sustancias, motivos conflictos, personajes, contextos estaban supeditados a esa identidad, que los abrazas a todos. La lengua,  sangre de vida y, por tanto, sangre de sus poemas. Bien sabía  que sin una labor demorada de la palabra no ponía ser testimonio, como lo es. Y aún más…

Poseía plena conciencia del lenguaje, no únicamente como instrumento expresivo, sino como magma que posibilita entrar en los recónditos de las condiciones humanas  y echar  fuera lo que palpita en contradictorio, los horrores, los nudos, las tortuosidades, y también lo bello y hermoso que convive igualmente con lo otro. Freddy es lenguaje porque bien sabía que lo único que posibilitaba ser en los otros en los tiempos es concretizarse en las articulaciones, en las vocales y consonantes, en los ámbitos de las significaciones que siempre están presentes, latiendo en cada uno de los vocablos que nos pertenece por haber nacido en esa lengua.

 El crítico de sí mismo

Esa conciencia del hecho poético hace que el crítico que lleva consigo se acreciente de tal manera que se convierte en obsesión extrema. En este sentido, me detengo en estos rasgos biográficos. Su método de trabajo, en forma sumaria es este: colocaba un rollo de papel periódico en el rolo de la maquina  e iba sacando versiones y versiones de cada poema, y como tirillas las iba colocando una a lado de la otra. Leía y leía, tachaba, subraya, añadía, un ritual, con el diccionario bien cerca. Este procedimiento de autocorrección que marcó su práctica, excepto en Vlía, poema escrito de un tirón de inconsciencia consiente, que conducía a la serenidad expresiva deseada: el poema.

Conciencia de misión

Había en Freddy una misión muy personal y muy literaria, y muy de  histórica: escribir una obra que primero sea en la lengua española, para ser entonces testimonio de su tierra, única forma de ser en sí mismo y testimonio en los otros.

Y  sobre estas premisas levantamos esta reflexión que tiene asiento en la concretizada obra y en lo que ella contiene y refleja. En muy buena parte ella, la geografía dominicana se testimonia. Teje el poeta  un verdadero mapa poético con rasgos significativos de distintas regiones del país. Veamos:

El Sur

El sur tiene espacio en la obra de Gatón Arce. Se asienta en sus versos con su tragedia legendaria. En Tres veces el Sur, la tierra se hace propicia para reflexionar sobre la condición humana, de los que allí habitan y de todos nosotros. En él leemos:

El polvo del sur

está más cerca de la muerte

que nosotros

                devolviéndose

continuamente sobre las aguas

mas cerca de nosotros

aventando los rumbos

                          el estío

en los lugares donde te abandonas

en donde tu pasas

                          posándote

                          denuda

                          callada

en las huellas

                          de los conquistadores

sufriendo el oprobio

                          la angustia

                          el hambre

esa armadura del más allá

el polvo del Sur 

                           mas cerca que nunca.

Y este Sur, ahora personaje, aparece en Magino Quezada. Pero no es el hombre, sino un símbolo de los hombres y las, mujeres que nacen, crecen,  viven, y sobre todo permanecen en aquel espacio de soledades compactas esperando lo definitivo y cierto: la muerte. Porque las personas permanecen apegadas a la tierra del nacer, no andan lejos del sitio de volver.

Porque cien veces cien

Llego a la aldea, y Magino Quezada me espera.

¨Aquí no hay la costumbre de engañar¨. Enseguida me digo

que tú no estás, ni están tus ojos, ni tus manos

para guiarme por estos laberintos del Sur, que tienen el corazón

como el de esos hombres que jamás oyeron cantar a los labriegos.

  El Este

Como introito y apoyo, en Y con auer tanto tiempo, reproduce el poeta una crónica que da cuenta de la fundación de un símbolo de esta región, y de la isla misma, la Virgen de la Altagracia. Reproducimos un fragmento del fragmento; El templo de nuestra Señora de Higuey en  la Ysla es el primer santuario que hicieron los católicos en ella, quando las católicas armas de V.M. la conquistaron en su principio, con que viene a ser el santuario primero de estas Yndias.

Es el poemario dedicado a la tierra del nacer. Recuestase del recuerdo, honra a los padres, a los vecinos, al patio en que jugueteaba. Recrea el horizonte casi sin tropiezo que imprime la morfología de la región integra y que da razón a la tierra y sus gentes; porque el Este es aire suelto, viento desplazándose por llanuras y cañaverales.

Allá abajo el carbón,

El abismo aborrascando su errante cuello de niebla

En un como alear de pájaro oscuros y blancos

Allá por el asiento del Este.

                                            Y el hombre devorándose

Solo, pero jamás solitario.

 Y esta tierra del Este, la hace suya a plenitud después de andanzas, estos son versos  de sangre y herencia:

 Esta tierra

Es mía, esta tierra es mía desde que mi madre

me fornicó_,

                    porque este fue el grito

de los ancianos ante el tribunal hostil

que los despojara.

 La línea Noroeste

 La Línea Noroeste palpita en El poniente. Pueblos y poblados levantados en esta zona del país, así como en la frontera y el mar Atlántico. Monte Cristi, Santiago Rodríguez, Valverde, Mao. Accidentes de la tierra: las montañas, las serranías, ríos, el mar. El ámbito entero de una geografía singular en la que impone su dominio la guasábara y el cambrón. El chivo brusco, y las infinitas leyendas brotadas de batallas.

 Otro morir que iguala las luchas desde la conquista

Hasta las huellas del centauro pie de José Martí,

Desde las lanzas punitivas de la Limonada

Contra los usurpadores

                                           Hasta la impotencia

Del imperio español en estas tierras y aguas.

Y más: las guerras fratricidas, y el merengue

De La Línea

                                           Compuesto a tiros y riegos

Por los hombres duros como los guayacanes,

Amorosos y mal hablados como las coplas.

 

Son los caudillos, sus vidas cual remolinos

De rio y vendaval

                               Las cambiantes fronteras

En el mismo teatro de machetes y potros,

De blasfemias y clarines.

Y el asesinato

Del civismo en Desiderio Arias, un golpe tan redundante

Como el amor o la muerte

El Cibao

Esta zona la representa el poema La leyenda de la muchacha. En él se recrea el idílico valle del Cibao en una conjunción  de amores entre dos jóvenes cuando la paz reinaba sobre tierra y hombre por imposición de ella misma. Él lo soñado y deseado, el estado ideal para vivir como Dios manda. Toma pues el poeta el tiempo del reconcilio de los primigenios en una tierra, sin duda, bendecida por flores, frutos, agua, suave viento y dulce cielo

Corría los tiempos en que la paz

Avecinaba el milagro de la hermosura,

En que la doncellez dilataba los corazones,

En que los niños se regocijaban de andar

Con los pies descalzos sobre la guijas

De los manantiales tersos y flacos de mi pueblo.

Es el amor posible en la tierra. En esa región poblada de bienes, desde el cielo arriba, siempre claro y limpio hasta la espesura espesa y verde abajo, desde el ámbito donde los pájaros en vuelo reinan, es la tierra para  los amores verdaderos, para la vida verdadera, es el inicio que se va transformando inevitablemente con la violación de la paz primera. 

La muchacha de los amores

Fue pura en los cafetales dinásticos

Y bajo las amapolas florecidas.

Su piel era grata al tacto y dulce

Como la hoja goteante del tabaco,

Sonrosada solo allí donde la tersura

Sigila el curso de la sangre. 

Zona central del país: San Francisco de Macorís, Pimentel

En 1980 Freddy Gatón Arce publica Son Guerras y Amores. Con este poemario inicia la última jornada creativa, la que cubre el periodo en él recoge sacos, pantalones, chalinas, los echa en la parte de atrás del pequeño Fiat y se va a Pimentel y regala aquel montón de cosas que utiliza más. Adquiere el normal pantalón, el como suéter, pues ya no tiene que ir a la entrega definitivamente a la creación. Y surge este libro cuyo motivo central recoge esencias de esa Zona del país en que vivió buen tiempo, la atmosfera de aquella tierra, plena de sembradíos de arroz, cacaotales y cafetales.

Y estando en el hogar campestre de Rafael Ortega y

Violeta Martinez, en la Joya, San Francisco de Macorís,

La pequeña Vindhya interrumpió a los amigos que hablábamos

De los enigmas de la poesía

Escribiendo en una servilleta de papel

Con flores amarillas viejas estampadas:

¨El mundo es tu cuaderno de ejercicio, en cuyas

paginas realiza tus sumas. No es la realidad,

aunque puede expresar la realidad,

aunque puede expresar la realidad en el  

si lo deseas. También eres libre de escribir

tonterías o embustes

o de arrancar sus páginas¨

De autor  no recordado por ella ni por los mayores

Que allí estábamos, y además a nadie preocupa saberlo ahora:

Ergo que todos los reunidos entonces

Guardamos memorias, cada uno según su condición y edad,

Y algunos tropezamos después con un Sujeto

Durante otro viaje por la Costa Norte:

Empero yo luego quise, solo,

Por mi parte también descubrir papiros y descifrar signos,

(Cualesquiera papiros y cualesquiera signos)

Y pude saber lo que quizás pensó e hizo

O lo que dejo de pensar y de hacer

Ese Desconocido, que también era suma y no resta

De rostro y vidas:

Por lo cual doy noticia de ello…

El tono dominante corresponde a la crónica. Pero no a la crónica de los gruesos eventos humanos, sino de los nimios de la vida ordinaria, esos que nos acontece con la necesidad y urgencia de prolongar la vida cumpliendo rituales que nos vienen de lejos. Así el poema, partiendo de una anécdota u ocurrencia de una niña se adentra con persistencia y certeza en el mundo que hacemos cada instante.

Se va tomando nota de que

demorado en redor de la aldea,

mordiente, carnal, el día trae su epopeya en

quijongos, marimbas, atabales,

tamboras, güiras, maracas, panderetas,

palitos, gayumbas, guitarras, voces,

y cuanto anda igual que el olvido,

batea, andullos, esterillas, tinajas,

hamacas, pilones, fogones, higueras,

leches, dulces, cafés, arroces,

y cuanto anda igual que el olvido,

cacaos, plátanos, naranjas, caimitos,

romanas, lodos, tufos, sudores

y cuanto anda igual que el olvido

y pesar de la historia y de este inventario:

ergo que está en la tierra donde se nace y se ama:

así contaban los documentos… 

Santo Domingo. Zona Oriental

Las alusiones a la ciudad de Santo Domingo y Zonas Aledañas son copiosas en obra integra. En La moneda del Príncipe, su último poemario, calles de la ciudad capital son motivos directos: El Conde, La Mella. Ahora donde encuentra asiento, serenidad de intención, la de dejar estampada  la crónica geográfica es en el poemario Los ríos hacen boca. Estos poemas responden a ese lado de la ciudad, a esa geográfica que conserva en su morfología rasgos muy propios  de lo primero. Humus indígenas aún se perciben por esos rumbos, así lo canta ese fragmento titulado Por debajo de tierra, cuyo motivo medular se encuentra en ese fluir de agua que aún no sale a superficie, el rio brujuela.

El rio se sumió,

Sus aguas misteriandose.

Por el llano costero del caribe

Nada noticia ni nadie brujulea nostalgias

Del pozo de Homero, El ojo, Paradero

del Viejo José Luis,

Palmar de los Nidos, La ceja del corozo.

Tampoco la epopeya de las bifurcaciones

Bajo tierra

Aproxima estos lugares.

Esta es la puerta y el muro,

Y este el manantial y la desembocadura,

Y la vida, un círculo

De los pájaros en vuelo, los densos peces

                             y los amantes.