La supresión de la esclavitud no tuvo como función, ni la buscó, romper la frontera que se había establecido desde la antigüedad entre personas libres y personas esclavas. No hubo humanitarismo, solamente sustituyó los esclavos por obreros, con el fin de que la rueda del capitalismo pudiera girar. Como se sabe, la simple circulación del dinero produce riqueza; distinta cosa es quién se queda con los billetes.
En todos los países, geografías y culturas hubo esclavitud. Las galeras romanas navegaban por el esfuerzo al remo de los esclavos prisioneros de guerra. Felipo de Carrizales, personaje de El celoso extremeño, novelita de Cervantes, le regala a su mujer, Leonora, el día del casamiento dos esclavas a las que marcó a fuego en el rostro. El profesor mexicano de la Universidad de California-Davis, Andrés Reséndez, en su libro La otra esclavitud. Historia oculta del esclavismo indígena (2019), no sólo se refiere al trato dado por los europeos a los indígenas americanos, o a la esclavitud de origen africano, porque “los indígenas americanos ya practicaban varias formas de cautiverio y esclavización, así que tras el arribo de los europeos resultó natural que se les ofrecieran cautivos a los recién llegados”. Pero los caciques, poco a poco, “pasaron a ser proveedores independientes”. En el sur de los Estados Unidos, “los comanches y los utes se volvieron proveedores regionales de esclavos para otros indios, así como para españoles, mexicanos y estadounidenses”. En otro libro apasionante, Un viaje distinto, Reséndez describe la esclavitud a la que los indígenas de La Florida reducen al conquistador Cabeza de Vaca y unos compañeros. Parece que no sufrieron un trato muy duro y, por otra parte, no todos los dueños de esclavos los trataban mal, entre otras cosas porque ningún propietario en su sano juicio deja morir de hambre, heridas o enfermedades a la mano de obra que necesita. El mal era la propia esclavitud.
Abolir la esclavitud no significó la igualdad de oportunidades.
A partir de un momento, los empresarios esclavistas fueron considerados reaccionarios, no por no saber montar para los productos redes comerciales modernas, sino por no haber comprendido lo que era la revolución capitalista. Marx dijo que todo lo sólido se desvanece en el aire, metáfora que expresa lo que ocurre cuando se tambalea lo establecido que nos parecía seguro y comprensible. Hay un futuro evanescente y ese futuro se vive en el hoy. Bauman hablaría del mundo líquido. La frase completa de Marx es esta: “Todo lo sólido se desvanece en el aire; todo lo sagrado es profanado, y los hombres, al fin, se ven forzados a considerar serenamente las condiciones de existencia y sus relaciones recíprocas”. El capitalismo rompía con las condiciones económicas anteriores y pensó que era más importante contar con hombres capaces de comprar que con seres sólo dispuestos para el trabajo. Y así, el dinero, completó el paso de súbdito a ciudadano que había inaugurado la Revolución Francesa y realmente sólo puesto en práctica en los países centrales de Europa.
Toda frontera, como esta de la libertad, significa la existencia de dos “aquí” y dos “allí”. El esclavo conoce su “aquí” y aspira al “allí”. El libre tiene también un “aquí” al que pertenece y se protege del “allí”. La abolición parecía anular la frontera pues eliminaba el “allí” y lo integraba en una clase social. Pero las reglas de la convivencia y los valores siguieron siendo distintos a uno y otro lado de la raya interior, incluso aunque pudiera haber una legislación abstracta para todo el territorio. ¿Hasta qué punto las fronteras sociales son porosas? Dos personajes de la literatura francesa lo simbolizan, el Bel Ami, de Maupassant, y el Julian Sorel de Stendhal.
Abolir la esclavitud no significó la igualdad de oportunidades. Se conformó con que el esclavo pudiera comprar un pantalón con su salario y no tener que llevar uno viejo del amo. Y, sin embargo, fue una revolución.
Jorge Urrutia en Acento.com.do