Durante el siglo pasado la participación de diversos grupos migratorios en la izquierda norteamericana y en el movimiento obrero contribuyó a la construcción de una cultura disidente y revolucionaria con un claro perfil antiimperialista e internacionalista. En la actualidad, el legado de las antiguas olas migratorias es latente y cada cierto tiempo se incorporan nuevos actores a la lucha política.

Entre las comunidades de inmigrantes y pueblos oprimidos que en el pasado sentaron las bases para la creación de una cultura de izquierda en los EE UU la cual incluye organizaciones revolucionarias, obreras e internacionalistas, arte, literatura y periodismo comprometido, se pueden mencionar a mexicanos, puertorriqueños, jamaiquinos, trinitenses, judios, finlandeses, alemanes, ucranianos, italianos, rusos, filipinos, árabes, griegos y, en representación del suelo quisqueyano, haitianos y dominicanos entre muchas otras nacionalidades representantes de la inmigración multi-étnica y cultural en las entrañas del monstruo.

En el caso de los sectores disidentes de origen dominicano, su llegada a los EE UU no fue accidental; al contrario, fue el resultado directo de la lucha anti-dictatorial en la República Dominicana y a nivel continental desde 1930 en adelante. Durante el apogeo de la dictadura trujillista, algunos exiliados dominicanos de clase media se unieron a la Legión Caribeña (1945-1954), una red de militantes antifascistas entre cuyas filas se encontraba Fidel Castro, futuro líder de la revolución cubana y aliado incondicional, junto a su hermano Raul, de la causa dominicana.

Otros exiliados de extracción obrera, pequeño burguesa y de clase media se involucraron en la formación de instrumentos de lucha (partidos, comités, alianzas políticas y grupos armados) que buscaban repeler los tentáculos asesinos de la dictadura trujillista fuera del país y de este modo organizar y afianzar el liderazgo de la creciente oposición interna y externa al régimen. En todo ese largo proceso de lucha y solidaridad las mujeres dominicanas y de otras nacionalidades jugaron un rol determinante. En ese orden, la izquierda dominicana en el exterior empezó a dar sus primeros pasos como parte del movimiento anti-trujillista en el marco de la Guerra Fría, el legado de la lucha anti-fascista en la España republicana y las luchas anti-colonialistas en África y Asia.

El exilio fue a veces forzado y otras veces, una decisión personal. La historiadora Hilda Vázquez Medina [1] resume los pormenores y la singularidad del exilio antitrujillista:

“La decisión de partir al exilio fue una alternativa para salvar la vida y la de los seres queridos, como medio para continuar con la militancia y la lucha contra el Gobierno de Trujillo, pero también como alejamiento de un ambiente de terror sistemático. Para algunos de ellos, Puerto Rico, Haití y Cuba se convirtieron en su destino final, mientras que para otros fueron lugares de tránsito por periodos cortos, principalmente debido a cambios políticos en el país de refugio, de modo que se vieron obligados a salir rumbo a un segundo país, a veces a un tercero y hasta un cuarto”.

En constante movimiento con la intención de eludir los esbirros trujillistas en el exterior y dándole sentido y forma al frente unido de tinte transnacional, los cuadros del exilio antitrujillista llevaban a cabo un ajetreado itinerario de viaje entre La Habana, Caracas y Puerto Príncipe; Ciudad de Guatemala, San José, San Juan, Ciudad de México y Nueva York.

Antiimperialismo y lucha democrática en Nueva York 

Entre la década de 1940 y 1960, y a pesar del inclemente clima invernal, las precariedades, la nostalgia y la angustia mental provocada por el destierro así como las barreras lingüísticas, la ciudad de Nueva York en particular se convirtió en refugio y base de sectores de la izquierda latinoamericana y caribeña.

En Nueva York, surgieron conatos de exiliados dominicanos que en alianza con activistas del ámbito local, pusieron en marcha una campaña de propaganda anti-trujillista mientras que a la misma vez, recaudaban fondos en respaldo a la difícil lucha democrática en Santo Domingo y por último, reclutaban dominicanos y luchadores de otras nacionalidades al movimiento guerrillero que se gestaba en Cuba bajo la dirección del Movimiento de Liberación Dominicana (MLD).

Una lista parcial de los activos del exilio dominicano incluye a Tulio H. Arvelo del Partido Socialista Popular (PSP), organización precursora del desaparecido Partido Comunista Dominicano (PCD); el historiador marxista Emilio Cordero Michel, activo en el Frente Unido Dominicano y, más tarde, miembro destacado del Movimiento 14 de Junio (1J4); y el Dr. Octavio O. Moscoso, simpatizante del Partido Socialista de los Trabajadores (Socialist Workers Party-SWP).

Combinando la lucha por la democracia con posturas antiimperialistas, las agrupaciones anti-trujillistas de izquierda extendieron su radio de acción política, expresando solidaridad con la Revolución cubana y el pueblo cubano bajo amenaza militar desde Washington.

En abril de 1961, el Frente Unido Dominicano y el Movimiento de Liberación Dominicana lanzaron un volante en inglés y en español donde tomaban una postura internacionalista y anti-impetialista ante la invasión de mercenarios cubanos anti-revolucionarios con el tácito apoyo del gobierno estadounidense que buscaba derrocar al gobierno revolucionario en la Cuba de ese entonces. La declaración fue firmada por el comité ejecutivo de estas dos organizaciones cuyas firmas fueron rubricadas en el texto impreso en este orden: Vicente Tejada, Violeta Martínez, Francisco Martínez, Dr. Rafael Calventy, Alfonso Canto, Emilio Cordero Michel, Caperuza Rodríguez, Dr. José Espaillat, Dr. Tobias E. Cabral Mejía, Ena Moore, Lola Godoy y Patria Rodríguez.

La declaración conjunta además de ser una denuncia pública de la invasión por Playa Girón era un llamado a la solidaridad latinoamericana y caribeña ante los aprestos imperialistas de Washington, aliado del dictador Trujillo:

“El suelo sagrado de Latinoamérica ha sido hollado de nuevo por mercenarios extranjeros y traidores nativos. Las mismas fuerzas obscurantistas responsables de nuestros males históricos arremeten hoy contra el pueblo cubano por el único crimen de haber dicho ¡BASTA YA! a la explotación y a la miseria.”

Notas

Itinerarios del exilio antitrujillista durante la década de 1930".Memorias: Revista Digital  de Historia y Arqueología desde el Caribe, no.35 Barranquilla May/Aug. 2018.

Mis agradecimientos a Sarah Aponte del Instituto de Estudios Dominicanos en la ciudad de Nueva York y a Nelson Santana por su apoyo incondicional.