Escribo atraído por un mito: el que rodea la vida de las serpientes acuáticas y venenosas. Desde tiempos inmemoriales las serpientes han estado rodeadas de historias y leyendas que han desbordado la imaginación y el poder de mitologización del hombre. Ese poder de la imaginación también ha ganado terreno en el campo literario y ha sido responsable en gran medida de los temas que han arrastrado las literaturas de terror y las literaturas fantásticas durante el siglo XIX, en el mundo.

Si indagamos en el fondo de este tema   advertiríamos que hay un punto de encuentro secreto entre los humanos y estos reptiles: Se refiere más bien, a la angustia y al miedo interior que rodea el alma de cada especie. Lo que habrá que determinar en relación con ese miedo es, en qué punto está ubicado respecto del uno y respecto del otro. Tarea esta que costaría descifrar un enigma, que sólo se resuelve de acuerdo con el comportamiento psicológico de ambos.

El arrojo de la serpiente frente al hombre es casi siempre la posición del monstruo. La del hombre es la menos agresiva, porque se asocia con la víctima, cosa que determina una posición mucho más ventajosa del primero, sobre todo cuando este último invade su territorio y se siente amenazado.

Las historias que se tejen alrededor de estos reptiles no son ajenas a la realidad, pero en el fondo tienen una carga de morbo y de imaginación, que raya en lo extraordinario y habita en los senderos del terror.

En todo caso, estas historias están asociadas con escenarios geográficos como   bosques, lagos, ríos y sus actores se sumergen en la noche para crear un panorama completamente sombrío.

Para hablar con más propiedad pensemos en la anaconda. Una serpiente capaz de tragarse una presa y vomitarla entera rodeada de una baba viscosa. Estos reptiles gigantes, también se sumergen en los más grandes pantanos para atraer a su presa con su lengua viscosa.  Sin duda que estas acciones de la anaconda nos acercan bastante al mito del dragón chino, y a otras historias de animales prehistóricos cuyas características parecen similares.

Pitón. FE

Hay relatos terroríficos sobre vivencias de campesinos que habitan en aldeas cercanas a las montañas de la baja California en Estados Unidos  y también en los tupidos bosques de  zonas apartadas de la Provincia de Ontario en Canadá. De manera específica en los parques próximos a las Cataratas del Niagara por el lado Oeste de Buffalo en New York

Una vez leí un reportaje muy conmovedor en una revista norteamericana, cuyo autor relataba la triste historia de una joven pareja que estaba vacacionando en una cabaña de troncos cercana al parque nacional de Mont- Tremblant en Canadá. Parece que una culebra pitons rompió los troncos de la cabaña donde dormían, aprovechó el sueño de los padres y enroscó a un bebé de seis meses de nacido. Lo triste de esta historia no es que la pitons haya podido romper la puerta y salir airosa, sino que cuando los padres despertaron con el estruendo, pensaron que se trataba de una horrible pesadilla, sin embargo,  resulta que la  realidad pudo haber sido más poderosa que el sueño y cuando salieron hacia la noche oscura solo escucharon los gritos del bebé confundidos en la lejanía del bosque. Es bueno destacar que la pitons tiene la capacidad de engullirse a su presa en un tiempo récord sin ningún tipo de dificultad

Hay relatos verídicos de que por las noches estos enormes  reptiles se enroscan en la copa de los árboles y desde allí transmiten  un sonido que se confunde con el canto de las sirenas. Este mito es el que atrae a un sinnúmero de pescadores que extrañamente han desaparecido en lagos, mares y ríos oscuros, donde supuestamente encontrarían abundantes bancos de mariscos y otras familias de moluscos, pero la fortuna de la pesca ha dado como resultado el encuentro con el monstruo. Cantidad de pescadores en estos lugares han visto morir de cerca a sus compañeros en medio de la oscuridad de la noche arrastrados río adentro por una serpiente venenosa.

En una investigación realizada en la selva de las Amazonas, el antropólogo norteamericano Bronislaw Malinowski registra un dato importante:  Los únicos en el mundo que están capacitados para lidiar con estos monstruos son los caníbales de las tribus Ananás, que las tienen como su alimento preferido. Estos indígenas tienen la capacidad de abrir los ojos debajo del agua, gracias a su amplia experiencia como  grandes nadadores, de modo que las detectan y las arponean con sus flechas de palos y dardos envenenados. No significa que para estos indígenas todo ha sido gloria y triunfo, en ocasiones también han resultado vencidos por el monstruo, pero en la generalidad de los casos han ganado la batalla porque sus armas y sus técnicas son letales para vencer con eficacia. No en vano la economía local de estas tribus se mueve en parte, gracias a la comercialización con los turistas que visitan estas zonas de Suramérica, sobre todo,  en los mercados de artesanía donde los nativos ofrecen al  visitante artículos de pieles de estos animales. De manera que son recurrentes piezas de toda especie: Carteras, ropas, abrigos, pochos, adornos y variados suvenires relacionados con las pieles de los reptiles de la selva amazónica. Este negocio ha sido tan lucrativo que en los últimos tiempos, los gobiernos locales de Brasil se han visto en la necesidad de acomodar caminos vecinales y carreteras para facilitar el trasiego de los turistas atraídos por los mercados artesanales y las leyendas de la zona.  Tanto así que hay habilitada una gran cantidad de cuevas indígenas cubiertas  por corrientes de aguas  subterráneas cuyo acceso  solo es permitido en simples embarcaciones de madera a remo, a los que ellos le llaman kayak o piraguas

Estos espacios oscuros y fríos como la noche supuestamente eran habitados por indígenas ancestrales que fueron los primeros pobladores, muchos siglos antes de que los portugueses colonizaran las tierras de Brasil.

Este turismo deja al año miles de dólares que beneficia de manera directa a las tribus indígenas de Ananás. Sin embargo, todo no ha sido gloria. En el año 1946 una pareja de turistas alemanes recién casados vinieron a pasar la luna de miel atraídos por las leyendas de las tribus de Ananás y decidieron dar un paseo hacia una de las cuevas subterráneas que tienen varios metros de longitud. Transcurrieron unos días y los turistas nunca regresaron a tierra firme, ni los tripulantes de la lancha tampoco, por lo que el gobierno de Brasil tuvo que pagar una cara indemnización en dólares al gobierno alemán. Como ha transcurrido tanto tiempo de aquel hecho, ya la historia se ha convertido en una leyenda que atrae a miles de turistas de todo el mundo, quienes desean visitar la zona de las cuevas de agua para alimentar su morbo.

El mundo de las serpientes ha llenado el universo de historias, mitos y leyendas diversas que han desbordado la imaginación de investigadores y escritores. Este fenómeno ha dado como resultado una literatura folclórica inspirada en  relatos de terror que se han trasladado  de boca en boca a través del tiempo.

De manera que las historias de serpientes y monstruo en lagos y lagunas también es la historia del mito y de la ficción.  Tanto así que durante el siglo XIX toda la historia de la literatura fantástica estaba asociada a monstruos, a través de los bosques más tupidos, lagos y ríos en los que convergen historias de desaparecidos, fantasmas, hombres quemados por el fuego o por la saliva de serpientes y dragones. Los más cercanos que tenemos a mano quizás sean los cuentos recogidos por el italiano Italo Calvino en su Antología de cuentos fantásticos del siglo XIX, (Ciruela, 1995), cuyo contenido esencial de las historias gira en torno a desaparecidos y raptados por monstruos confundidos en la noche. De hecho, todo lo grotesco y sonambulesco en la literatura fantástica está asociado a la pesadilla, al sueño y a la noche. Basta con darle un vistazo a los relatos de Edgar Allan Poe, Teophile Gautier y H.P. Lovecratt. En ninguna leyenda del mundo, sea medieval o moderna los fantasmas aparecen durante el día. De manera que las serpientes anidan en su piel un aire fantasmal con el que involucran a los humanos y porque actúan  generalmente bajo el manto de la oscuridad.

Eugenio Camacho en Acento.com.do