La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) tiene desde este 2024, en su catálogo de publicaciones, la obra de la escritora dominicana Hilma Contreras. En la «Colección Relato Licenciado Vidriera», dirigida por el intelectual Álvaro Uribe, podemos leer los 16 cuentos que componen la antología personal de narrativa breve de Hilma: el libro Entre dos silencios, editado, por primera vez, en 1987 por Editora Taller.
La UNAM realizó una impecable, cuidada y sobria edición con una Introducción de Ylonka Nacidit-Perdomo, la albacea literaria de Hilma que nació en San Francisco de Macorís, Provincia Duarte, en 1910. Entre dos silencios contiene el conocido cuento «La Ventana», escrito el 2 de agosto de 1951 en el estudio musical de la pianista y escritora Aida Bonnelly (1926-2013), establecido en la calle Danae, el cual se dio a conocer en la revista Cuadernos Dominicanos del mismo año, en la edición noviembre-diciembre. Además, incluye su celebrado cuento lésbico «La Espera» fechado en mayo de 1952 cuando residía en un complejo de apartamentos de la calle Rosa Duarte, en Santo Domingo.
Nacidit-Perdomo ha expresado en la Introducción «Hilma Contreras y el porqué de las rejas de su silencio» que abre el libro: «De una amiga escritora, cuando se es la albacea y custodia de su legado documental, realmente no sé lo que al lector le interese conocer. Quizá la historia de su vida, es posible, con todos los elementos, tópicos o datos inéditos que atraigan por interés o curiosidad, pero para esto tendría que escribir una novelle, con un esquema donde se me permitan unas licencias o no, porque todo podría depender de dos aspectos que traen todos los claroscuros de una vida, el encanto inconfundible de lo que es vitalmente expositivo desde una biografía y, de lo que presumo en relación a Hilma Contreras (1910-2006), mi lealtad afectiva. Es por eso que digo que mi lealtad afectiva por ella no es efímera; la incorporo a mi presente; la advierto cuando tengo la oportunidad de escribir o elaborar un texto que no contenga conjeturas, que obedezca a mi razonamiento sobre qué es la exaltación de lo humano cuando una se aparta de los criterios convencionales y se pretende decir lo que no se puede desmentir porque la persona/personaje ya no está y, la labor intelectual o actividad literaria que nos convoca es que se coloque en su justa apreciación su escritura. »
Reflexionando Nacidit-Perdomo que: «Detrás de los cuentos de Hilma Contreras está su historia extratextual, la no narrada, la que llevamos a cuestas las mujeres que nos enmarcamos en un silencio escogido, opcional, para no revelar nuestra propia identidad; esa que no aparece en ninguna nota crítica o ficha biográfica o que, al contemplarse una fotografía de nuestro rostro, ocultamos porque somos una metáfora cuando nos colocamos las rejas del silencio para justificar la voluntad de autoprotegernos del mundo: sí, del mundo por la ‘peligrosa’ rebeldía que asumimos y que puede arruinar o desvanecer nuestra existencia, más aun cuando se reivindica ser un alma libre. »
¿Quién es Hilma Contreras?
Hilma Contreras (1910-2006) es nieta del héroe restaurador Manuel María Castillo y Medrano (1833), primo del patricio Ramón Matías Mella y, biznieta del Independentista Manuel María Castillo y Álvarez (1795-1856) que dio el Grito de Independencia en la Común de San Francisco de Macorís en la primera quincena de marzo de 1844.
Hilma fue alfabetizada en Francia, donde vivió parte de su niñez y adolescencia. La familia Contreras-Castillo se estableció en Cabourg-Normandía. Su padre, el prominente cirujano Darío Contreras Cruzado (1873-1963) recibió una beca oficial del gobierno dominicano para estudiar en la Universidad de París, donde obtendría un Doctorado en Medicina en 1914. Viajó en compañía de su pequeña hija, Hilma, y de su esposa Juana Castillo Medrano (1883-1987).
En el Colegio de Niñas México Hilma fue alumna de la profesora Ercilia Pepín (1886-1939), insigne maestra que la acompañó a París cuando ingresó en un internado de Versailles, de cuya estadía allí se conserva una colección de fotografías junto a sus condiscípulas y maestras. Hilma fue de los panegiristas en el sepelio de Ercilia, cuyo cortejo fúnebre dejó plasmado en seis instantáneas.
La adolescente Hilma cursó sus estudios en la Maisons d´Educations des Lycées de Jeunes Filles-Victor Dury. Fue alumna de piano de Madame Thouvenel D´Aubigny en el Lycée Dury (1926), y de la española de origen aragonés María Pilar Arnal en la «Ecole de Piano Pilar Arnal». Hilma ofreció sus primeras funciones como concertista en 1932 bajo la tutela de su maestra en la Maison Gaveau, Salle des Quatours, interpretando a Rameau, Granados, M. de Falla, entre otros. Sobre esta época la célebre autora de los cuentos Las carpas del estanque real y Los estudiantes rememora en una entrevista: «Cuando era muy joven, adolescente escribía comedias, comedias para hacer reír a las compañeras, en el colegio.»
Hilma en la Universidad de París se diplomó en grado superior en Lengua Francesa en 1927. Estudió dos años en el Instituto de Arqueología de París recibiendo allí cátedras de los más prestigiosos profesores contemporáneos especialistas en bellas artes y artes decorativas, conservadores de museos, arqueólogos, archivistas-paleógrafos, bibliotecarios, entre ellos, el profesor medievalista Henri Focillon. Fue además miembro de la Societé des Amis de la Bibliothéque d´Art et d´Archéologie de l´Université de Paris y, visitante asidua de la librería Josef Gibert donde adquirió algunos de los libros que formaron su biblioteca de literatura francesa.
Hilma Contreras regresó, sola, a la República Dominicana en un vapor procedente de Cádiz (España) en junio de 1933, interrumpiendo sus estudios de Arqueología. Se estableció en Santiago de los Caballeros en casa de su prima Mercedes Recio Castillo. Vino a representar a su madre, Juana (quien se quedó en París en compañía de sus otros cuatro hijos: Darío Eugenio, César Matrul, Rosa Julia y Decio Moisés) en el proceso de divorcio que le entabló su padre, Darío Contreras, el cual fue pronunciado por sentencia el 4 de agosto de 1933.
En abril de 1933, al regresar desde París a la República Dominicana, luego de pasar parte de su adolescencia en la ciudad luz, Hilma Contreras (San Francisco de Macorís, 1910-2006) percibió que había llegado a un espacio roído, sin horizontes, en el cual su vida podía verse eclipsada, al igual que la de muchos otros. La ´doctrina política´ que se ejercía como cotidianidad, modus vivendi en distintas esferas y grupos sociales, incluso aupada por un segmento muy importante de intelectuales, desde 1930, era la adulación, la extorsión moral, la crueldad mental y la violencia de la prisión o de la muerte. Se vivía entonces y, posterior a la catástrofe del huracán San Zenón, la tragicomedia del ´progreso´ y el orden. Un ´progreso´ que se definía ficticiamente desde la 'tranquilidad impuesta'.
Su primer cuento publicado en el país fue «Tardes de Cristal» dado a conocer en la revista Alma Latina. En 1937 conoce al célebre escritor Juan Bosch en Santo Domingo «en su casa capitaleña de la calle Dr. Báez (número 13)», a quien le había enviado, anteriormente, una carta bajo el seudónimo de Silvia Hilcon, acompañada de un cuento. Bosch le responde el 8 de marzo, y es el 4 de julio de este mismo año cuando le publica en el Listín Dominical, con una breve nota, su primer cuento con «sabor criollo» Los buenos se van, iniciándose desde entonces una prolongada amistad entre ambos, y la carrera literaria de una narradora fundamental del siglo XX en la República Dominicana: Hilma Contreras.
Cuando se inicia la II Guerra Mundial, en septiembre de 1939, Hilma vivía en la Provincia Duarte, en su ciudad natal San Francisco de Macorís. Desde allí tuvo conocimiento de la guerra a través de los cables de prensa internacional. Su angustia era enorme, más aún por circunstancias muy especiales que le tocaban, y que estaban arraigadas en su memoria; de ahí, su interés por conocer lo que ocurría, dejándonos plasmadas sus reflexiones en torno a la guerra, y la manera en que se sentía impotente, en textos inéditos.
En el periódico La Información de Santiago de los Caballeros mantuvo una sección titulada «El Cuento del Sábado» a partir del 18 de enero de 1941, iniciando desde entonces su fructífera trayectoria literaria y publicando allí, posteriormente, el cuento «La Carnada» el 22 de febrero, relato breve que la consagró en la literatura de género o con perspectiva de género y/o feminista.
Fue colaboradora de los periódicos Listín Diario y La Información; de las revistas nacionales Renovación, Páginas Banilejas, Alma Latina, Fiat Lux, Atalaya, Hogar y Cuadernos Dominicanos de Cultura. Tenía como ocupación profesional la labor de traductora en la Embajada de Francia en la República Dominicana, a la cual ingresó en 1946 como Secretaria del Servicio Cultural, además de realizar traducciones a particulares y enseñar francés en la Escuela Normal de Señoritas. Este era su medio de subsistencia.
Ingresa en 1941 a la Universidad de Santo Domingo, por sugerencia de su mentor el escritor Juan Bosch, para conocer los tonos y los intercambios de ideas que los enjundiosos maestros de la Carrera de Filosofía, algunos de ellos parte del exilio republicano español en Santo Domingo, daban a conocer en sus cátedras, ya que la propaganda frenética del régimen despótico, disfrazado con la orla del progreso, lo inundaba todo.
Entre sus libros más divulgados se encuentra su novela autobiográfica La Tierra está bramando (1986) ambientada en la época de la dictadura de Trujillo (1930-1961), en la década del 40, en la cual tomaron fuerza las protestas estudiantiles contra la tiranía, y en la misma, a manera de soliloquio, reflexiona sobre la violencia, la opresión y la guerra; al igual que su colección de cuentos El Ojo de Dios (1962) donde aparece «Biografía de una Hora» una narración escrita en la madrugada del 16 de septiembre de 1960. Contreras fue antitrujillista y tuvo militancia política en la Unión Cívica Nacional. En Francia fue Consejera de la Embajada de la República Dominicana de 1962 a 1965.
Al ocurrir la sublevación armada, posterior al derrocamiento de Juan Bosch, conocida como Revolución de Abril, Contreras regresa al país procedente de Ámsterdam en septiembre de 1965 con el temor de que su apartamento ubicado en la calle Rosa Duarte fuera saqueado o destruido, entonces toma la decisión de destruir algunos documentos de sus archivos, papeles y manuscritos. Las primeras traducciones al francés de su obra la realizó Henri Premont en 1968. Póstumamente se editaron de Hilma sus colecciones de relatos La carnada (2007), Pueblo Chiquito (2013) y Cibao, 1938 (2018) que están ambientados en el Cibao, tanto en Santiago de los Caballeros, ciudad en la cual vivió a su regreso definitivo de París, Francia, en 1933, en la casa de la Familia Recio Castillo, como en su ciudad natal San Francisco de Macorís, Provincia Duarte.
Hilma Contreras fue la primera escritora de la República Dominicana en ser galardonada con el Premio Nacional de Literatura a la obra de toda una vida en el 2002, otorgado por la Fundación Corripio y el Ministerio de Cultura. En el 2013 se le dedicó la Feria Internacional del Libro de Santo Domingo (FIL-Santo Domingo) celebrada en la Plaza de la Cultura.