Mi exposición podría comenzar diciendo: quien toca este libro toca a Heriberto, no porque él, antes, no nos haya dado una bibliografía de significación en el ámbito deportivo, ahí están sus obras anteriores, todas esenciales, lo que sucede es que quise  guiarme del gran poeta universal Walt Whitman quien, en su libro imprescindible Hojas de Hierba inicia de la siguiente forma: "Esto no es un libro. Quien lo toca está tocando a un hombre", y a quien toca es a alguien que llegó a producir un texto de una dimensión producto de algunos aspectos de los cuales voy a señalar algunas claves.

Berti, como le decíamos desde niño, se crio en un patio rodeado de árboles de frutos múltiples, de un gran amor que cruzaba por los aires, de una familiaridad con vocación mística. Por esos aires, circulaban el olor de las flores del hermoso jardín que construyó Efigenia Fortunato que se sabía el nombre de todas las flores. Mientras, Egbert Morrison traía en su baúl libros en inglés como la Biblia, las obras de Shakespeare, de John Milton y su poeta preferido  Longfellow, que le daban a ese espacio un constante fluir del saber y del deber. La Biblia estaba en español también en los ojos de su abuela materna, doña Nina, y pronto se unirían a las lecturas que planteaban nuevas posibilidades de entender el mundo desde Darwin, con El origen de las especies hasta los intentos de explicar las diversas manifestaciones de la ciencia, pero también se apostaba a la necesidad de una recreación donde deportes diversos eran el quehacer cotidiano que cumplía la máxima de "mente sana en cuerpo sano" y Heriberto Morrison Fortunato se fue nutriendo de todo ese mundo destacándose en diversos aspectos y he ahí la clave.

Escuchó, más de una vez, la escena bíblica de David y Goliat y se hizo un arquero preciso, tanto para practicar la caza como para utilizar la onda de David en defensa de sí mismo y de toda la familia, mientras se sumaba a deportes como el boxeo y el béisbol  que cultivó con brillantez en ambos casos. Pero también tengo que señalar la otra clave: en un concurso de pintura que contó como jurado maestros de esa generación que incluía a Ramón Oviedo, Ada Balcácer a Guillo Pérez, o a Cándido Bidó, él ganó el primer lugar.

Heriberto Morrison.

Publicó un trabajo histórico sobre La Restauración y otro sobre Hostos y ahí vino entonces el elogio de autores como Juan Isidro Jiménez Grullón, Óscar Gil Díaz y Franklin Franco señalando que había nacido un historiador. Luego, serían entonces los profesores de Periodismo de esa Escuela en la Universidad Autónoma de Santo Domingo quienes recomiendan los primeros artículos de Heriberto como material de estudio para la Licenciatura en Comunicación Social. Por eso digo y reitero que tocar este libro es tocarlo a él en toda la construcción que se fue dando en alguien que, como podemos leer aquí, sintetiza el razonamiento de la filosofía con la creatividad de la estética literaria. Sus estudios en Derecho graduándose con la categoría de Magna cum laude solo es una señal de rigor

Por eso, este es un libro de ensayos, género que Alfonso Reyes, maestro por antonomasia bautizó de la siguiente manera: “…y el ensayo, este centauro de los géneros donde hay de todo y cabe todo, propio hijo caprichoso de una cultura que no puede ya responder al orbe circular y cerrado de los antiguos, sino a la curva abierta, al proceso en marcha". Nuestra Camila Henríquez Ureña, en su libro esencial Invitación a la lectura, atribuye el inicio de ese género, como ya es un consenso, a Michael de Montaigne, aunque como se dijo ya, cabe todo, nuestra brillante maestra y ensayista expresa: "pocas formas literarias tienen tanta necesidad de alcanzar un alto grado de perfección para ser de valor" y esto es lo que distingue, a mi juicio, el libro que ponemos hoy en circulación, pues podría pensarse, cuando hablábamos de ensayo, que se trata de aquel cuyo rigor reside en lo académico o en lo científico. Este destaca, su apoyatura esencial, en lo que se denominaría el ensayo literario donde el aspecto estético juega un papel determinante, pero lo estético en una doble dimensión.

Heriberto integra, de forma magistral el Deporte y la Literatura, no solamente por su contenido donde podemos encontrar obras literarias de primer nivel en diversos géneros, sino que hace también una demostración de estilo literario donde no hay extremos, donde lo barroco y lo conceptual forman parte de un entramado que da como resultado una multiplicación de saberes, a través de una prosa cuyo engalanamiento nunca embiste contra una comunicación que permite a los lectores entrar en ella y no tener el deseo de salir hasta el final.

Solo la lectura de alguno de los autores tratados en este libro nos conduce a una obra cuya utilidad puede ser para la enseñanza de literatura, porque tanto los autores como los textos comentados, pueden servir para aumentar la capacidad lectora, sobre todo, en las nuevas generaciones que ya de por sí es un aporte. Al mismo tiempo y en la misma dirección, puede ser un libro para estimular la práctica deportiva tan imprescindible para la salud, para el desarrollo de la autoestima y para el orgullo patrio cuando uno de nuestros atletas adquiere una dimensión que hace que nuestra bandera y nuestro himno sean oídos y vistos como emblemas de una dominicanidad, que dice presente en el concierto regional y mundial.

A veces, se podría pensar que el libro siempre existió, pero los estudios antropológicos, arqueológicos y lingüísticos nos confirman que la invención de la escritura probablemente fue tres mil quinientos años antes de la era cristiana, tal vez en Fenicia y otros lugares circundantes producto de los intercambios comerciales que fueron creando signos que permitieran anotar las transacciones y que luego se convertirían en los alfabetos que fueron evolucionando hasta que llegara la Era de la escritura, es seguro que durante los miles de años de la oralidad, hubo formas de práctica deportiva como hubo poesía y hubo también relatos. Es decir, que la conjunción de literatura y deporte es más que antigua.

En el libro multipremiado y traducido a muchas lenguas, un verdadero fenómeno literario El infinito en un junco, la invención de los libros en el mundo antiguo, de Irene Vallejo, nos cuenta el trajinar del libro hasta como lo conocemos hoy. Sus formatos pudieron ser de los más diversos, un junco, un papiro, o pieles de animales. Precisamente, en el primer capítulo de este libro, se nos relata una escena teatral en la antigua Grecia donde se comprueba el prestigio que tenían quienes participaban en esas olimpiadas, cuando una vieja nodriza le expresa a una joven de diecisiete años el interés por ella de "un joven fuerte y guapo que ha ganado dos veces el premio de lucha en los juegos olímpicos", ahí como ven, se juntan el deporte y el género literario teatral.

La otra etapa del gran desarrollo de la lectura y la escritura y que deja atrás el excelente papel de los escribanos, fue la invención de la imprenta por Gutenberg. Por este extraordinario avance de la humanidad, Heriberto puede contarnos, con precisión, a través de este libro, quién escribió la primera crónica deportiva: sucede que fue nada más y nada menos que Homero autor fundamental de la literatura clásica que inició un rumbo escritural cuya excelencia de alguno de los autores es puesta de relieve en este libro y que estamos seguros que, así como la literatura se inició con la vida misma del ser humano, también tuvo que serlo el deporte. Lo que hace el autor de este libro es decirnos que la literatura y el deporte han andado juntos desde siempre y lo comienza a demostrar junto con otros autores a partir de lo escrito y a partir de las Olimpiadas que le dieron institucionalidad y organización a esa vocación natural del ser humano. El libro recorrerá diversos autores de épocas variadas, de deportes variados y de técnicas literarias que abarcan el mapa escritural y creativo. Continuará con El cantar del Mío Cid, texto de la literatura española, donde nos demuestra que se usó, por primera vez, el vocablo "deporte" solo para despertar el interés de ustedes que están presentes y quienes nos escuchan a través de las redes sociales.

Acto de puesta en circulación del libro de Heriberto Morrison.

Por las limitaciones lógicas de una presentación en el contexto general de este acto, me limito a mencionar la significación del deporte en la producción literaria de algunos de los más destacados, como por ejemplo de Cervantes, o el poema "Ajedrez", de Jorge Luis Borges, o los escritos de Ernesto Sábato y su pasión por el fútbol, la "Oda a la bicicleta", de pablo Neruda, "El deporte es cultura", de Alejo Carpentier o la "Máxima" de Ernest Hemingway sobre el boxeo y su escritura. La original tesis de José Ortega y Gasset sobre el origen deportivo del Estado, o James Joyce insertando el tema deportivo en el Ulises, o Juan Marichal  en el poema del Lawrence Ferlinghetti, o el gran novelista Murakami integrando, él mismo, deporte y literatura en su práctica cotidiana, quizás, siguiendo la práctica de los filósofos peripatéticos que relacionaban el razonar con el movimiento a través de las caminatas. Este gran escritor japonés lo amplió para que entre en el catálogo de Deporte. Como dije y ven, es solo una muestra de títulos, de trabajos, con un esplendor literario que ustedes van a degustar al igual que hice yo en mis lecturas de esta obra sin par.

Un aspecto relevante es la existencia, en este libro, de varios autores dominicanos con trabajos excelentes y al igual que los extranjeros, solo mencionaré algunos casos: Marcio Veloz Maggiolo y sus textos sobre temas deportivos, Pedro Peix y el cuento, "Los muchachos de Memphis", Alexis Gómez Rosa con" Prosas de un peso Welter", Enriquillo Sánchez y su poema "No cejar, ceja", y Orlando Alba con su brillante ensayo "Lengua y béisbol en República Dominicana", donde analiza desde el punto de vista lingüístico los términos en el béisbol dominicano.

Es de significación destacar los dos concursos literarios por iniciativa del destacado escritor José Rafael Lantigua en su condición de Ministro de Cultura que generaron una significativa producción literaria con la temática del béisbol dominicano, que como dice el autor de Pasión compartida, deporte y literatura, eran escasos en nuestra bibliografía.

Hay un aspecto que es importante destacar en este libro: "La introducción necesaria" y el ensayo "En torno al vínculo histórico al deporte y la literatura", los narra en segunda persona, demostrando su conocimiento de la técnica literaria moderna. Nos permite, en una forma didáctica, conocer el verdadero origen de su obra. El brillante ensayo "En torno al vínculo histórico" es un enjundioso escrito donde el que pueda tener dudas acerca de la profunda interacción entre estos dos aspectos de la cultura, saldrá más que satisfecho y motivado a continuar, no solo con este libro, sino con las diversas obras que refiere autores como Virgilio, Unamuno, Bob Dylan, Jack London, Rafael Alberti y mucho antes, Luis de Góngora, Fray Luis de León, Lope de Vega o Alonso de Ercilla.

Participantes en esta puesta en circulación, oyentes a través de los diversos medios de las nuevas tecnologías, la aparición de Pasión compartida, Deporte y Literatura no pudo ser más auspiciosa en estos momentos que vive nuestro país y el mundo, donde la lectura de obras fundamentales y, esta lo es, puede ser el refugio que encuentren los lectores para la recreación junto al conocimiento y vivir los mundos diversos y ricos que produce un lenguaje bien articulado, donde lo estético va guiando un contenido que nos permite aumentar nuestra formación y ser un dique ante el avance de los antivalores y que puede colocar en sus letras, el alimento imprescindible para fortalecer la agilidad de nuestras mentes, la fortaleza y la vitalidad a través de esta conjunción de deporte y literatura.

Heriberto, al dirigirme a ti, lo hago convencido de que tu entrada a la inmortalidad estaba asegurada, pero con este libro, es aún más patente, visible, comprobable. El vigor y la fortaleza que noto en ti, me lleva a la convicción de que aún estás dispuesto a regalarnos tu sapiencia como contribución patriótica a tu país que tanto necesita el aporte de sus mejores hijos. Gracias por los aportes que nos regalas, no solo al país y al mundo, sino a tu familia a través de la mirada de Egbert y Efigenia, padres que inculcaron el amor en tu pecho. Felicitaciones.