El martes 19 de septiembre falleció el pensador italiano Gianni Vattimo en el hospital Rivoli de Italia. De repente, la noticia se hizo popular y empezó a ocupar a todos los titulares de medios digitales europeos, americanos y latinoamericanos. La información me fue transmitida mediante el correo electrónico de nuestra Red Iberoamericana de Hermenéutica, una organización a la que el eminente filósofo brindó su apoyo para su nacimiento.
A pocas horas, ya no se mencionaban los aportes de Vattimo, sino el morbo que provocó uno de los escándalos más vistos de la filosofía contemporánea: en los últimos años, su vida privada terminó en manos de la justicia. El hombre -Simone Caminada-, quien fue su compañero, fue condenado a dos años de prisión por un delito de "manipulación de persona incapaz". Sin embargo, Vattimo, aseguró que nunca se había sentido engañado ni manipulado. No obstante, el juez señalaba en su sentencia que Caminada se aprovechó de la fragilidad del filósofo por cuestiones de salud, del cual comenzó siendo su asistente hasta convertirse en su compañero de vida con el objetivo de apropiarse de su patrimonio.
Pero mi intención no es hablar de estas cosas, sino de mi experiencia como lector, estudioso y preocupado por las ideas de uno de los grandes filósofos de nuestra actualidad al que tuve la oportunidad de conocer, hablar y escribirnos mensajes cuando empezaba la era del correo electrónico.
Al estudiar filosofía en los años noventa, el debate acerca de la posmodernidad, el multiculturalismo y la hermenéutica comenzaba a adquirir otro matiz y ganar mayor fuerza, hasta el punto de desplazarse hacia nuestros pasillos universitarios, donde, a pesar de las restricciones de aquel entonces, pudimos llevar a cabo lecturas orientativas, tomar algún curso relacionado con ellos y conversar con cualquier compañero o profesor amigo interesado en estos temas.
Como se mencionó con anterioridad, comenzaba el impulso de la tecnología de comunicación que conocemos hoy en su forma más avanzada, lo que nos permitió superar las barreras impuestas para el acceso a la información. Fue en ese momento cuando me atreví a enviar mensajes al filósofo para preguntar sobre los problemas que trataba y expresar mi interés en estos estudios. Gianni Vattimo siempre respondió a esos correos.
Ha muerto Vattimo, pero no su filosofía. Su pensamiento seguirá dando mucha agua que beber y tela que cortar.
En aquel instante, se experimentaba una atmósfera lectora que se enfocaba en los libros de Nietzsche y Heidegger los cuales en las librerías Cuesta y Mateca, eran vendidos a un precio extremadamente elevado. También llegaban libros que trataban sobre la posmodernidad, como el clásico La condición posmoderna de Jean François Lyotard o autores como Frederic Jameson, entre otros.
En ese trayecto de la vida y los libros, llegó uno que despertó mi interés e inquietudes futuras: El fin de la modernidad. Nihilismo y hermenéutica en la cultura posmoderna, de Gianni Vattimo junto a la antología que lo haría famoso, El pensamiento débil, una apuesta a la que considero uno de los primeros manifiestos filosóficos de la década de los ochenta.
Nacido en Turín en 1936, Gianni Vattimo, a partir de su interpretación de Nietzsche y Heidegger, pudo establecer una conexión entre la crisis de la modernidad y la metafísica; la posmodernidad, la hermenéutica y el nihilismo. En primera instancia, pude comprender este vínculo complejo, por lo que decidí presentar mi tesis de licenciatura, elaborada en 1998, titulada: Nihilismo, hermenéutica y posmodernidad en el pensamiento de Gianni Vattimo. Desde entonces, decidí seguir la misma teoría, pero con cambios y giros importantes para mí. Aproveché la oportunidad que había dado el periódico La Información de Santiago, que dirigía el intelectual dominicano Fernando Perez Memén, para escribir algunas líneas de sus ideas más importantes.
Podría asegurar que Vattimo es de los últimos filósofos que mantuvo un discipulado y un seguimiento constante por parte de los interesados en su pensamiento. La filósofa Teresa Oñate, traductora al español, es un ejemplo de esto. Es importante destacar que ha sido la autora que ha impulsado el estudio de su obra en español, hasta el punto de motivar a sus alumnos pertenecientes al programa de doctorado en filosofía de la Universidad Nacional de Educación a Distancia de Madrid (UNED) a llevar a cabo investigaciones acerca de su pensamiento.
Sin embargo, Vattimo no solo era un filósofo a tiempo completo o un docente dedicado, sino que también era un destacado político que se desempeñó en prestigiosos puestos, desde el decano de la Facultad de Filosofía de Turín hasta diputado del Parlamento europeo. Asimismo, fue un militante social, un individuo de izquierda innovadora; aunque también un entusiasta lector de las vanguardias estéticas del siglo XX e investigador de la cultura del siglo XIX.
Ha muerto Vattimo, pero no su filosofía. Su pensamiento seguirá dando mucha agua que beber y tela que cortar. Abriendo debates y provocando lecturas, críticas y hasta desacuerdos. Espero, en este mismo espacio, compartir algún comentario sobre sus tesis más contundentes y polémicas.