Reconocido por su prolífica obra y su compromiso con la cultura cubana, Ronel González Sánchez es una de las voces imprescindibles de la literatura contemporánea de la isla. Poeta, narrador, ensayista y escritor para niños, su carrera abarca más de 50 libros publicados y una amplia trayectoria de investigación literaria. A lo largo de los años, Ronel ha explorado géneros tan diversos como la décima tradicional, el verso libre, la prosa poética, el ensayo y la narrativa infantil, consolidándose como un autor versátil y profundamente arraigado a las tradiciones culturales de su país.

Recientemente galardonado con el Premio Nicolás Guillén de Poesía 2025, el máximo reconocimiento poético en Cuba, González Sánchez celebra este logro con un poemario que aborda el impacto histórico y social de la producción azucarera, tema emblemático de la poesía cubana. Este premio se suma a otros reconocimientos obtenidos a lo largo de su carrera.

En esta conversación, el autor reflexiona sobre su vida y su obra, desde los desafíos personales que marcaron su trayectoria hasta su evolución como creador. Ronel analiza el panorama cultural cubano actual, la importancia de la tradición literaria en su escritura y los nuevos caminos que abre la poesía frente a los retos globales. Además, comparte su visión sobre las nuevas generaciones de escritores en Cuba y sus proyectos futuros.

Desde su infancia en un pequeño pueblo hasta su consagración como poeta, Ronel González Sánchez ha hecho de la literatura un espacio de resistencia, testimonio y renovación, siempre en busca de nuevas formas de conmover y trascender con la palabra.

Conozcamos un poco sobre él.

Ronel González Sánchez, Premio Nicolás Guillén 2025.

Ronel González Sánchez (Cacocum, 1971). Poeta, narrador, ensayista, escritor para niños. Licenciado en Historia del Arte. Máster en Desarrollo Cultural Comunitario. Miembro de la Unión de Escritores y Artistas de cuba (Uneac) y de la Sociedad Cultural José Martí. Ha recibido numerosos premios, entre los que se mencionan: José Jacinto Milanés, José María Heredia, Cucalambé, Regino Boti, Manuel Navarro Luna, de la Ciudad de Holguín, entre otros. Posee la Distinción Por la Cultura Nacional, Hijo Ilustre de Cacocum, Hijo Ilustre Adoptivo de Holguín, entre otras. Ha publicado 54 libros, entre otros, los poemarios: Desterrado de asombros (1997), Consumación de la utopía (1999, 2005); La furiosa eternidad (2000); Atormentado de sentido. Para una hermenéutica de la metadécima (2007), Nada es real salvo la noche (2020), El dolor de ser vivo (2021). Los estudios: La noche octosilábica. Historia de décima escrita en Holguín (1862-2003) (2004), La sucesión sumergida. Estudio de la creación en décimas de José Lezama Lima (2006), Alegoría y transfiguración. La décima en Orígenes (2007), Temida polisemia. Estudio de la obra de Delfín Prats (2014 y 2016), La patria furtiva. Entresijos del amor durante las contiendas independentistas cubanas del siglo XIX (2022 y 2023). Los libros para niños: El Arca de no sé (2001), Zoológico (2010), En compañía de adultos (2010), La enigmática historia de Doceleguas (2010), La honorable bruja Granuja del esqueleto embrujecido (2013), Relatos de Ninguna Parte (2013), Relatos turulatos (2015), El secreto alboroto de los bichos (2016), Los cuentos más tontos del mundo (2019), La fiesta de la reina Ortografía (2019), El mundo Kenosevé (2019). Las selecciones: Los pies del tiempo (1998); Antología de la décima cósmica de Holguín (2003); Árbol de la esperanza. Antología de décimas hispanoamericanas (2008), El amoroso cuerpo trascendido. Primera antología de la poesía erótica de Holguín, Cuba (2015) y Erase un elefante bocarriba. Racimo de décimas humorísticas cubanas (2017).

Gerson Adrián Cordero: ¿Cómo fueron sus primeros pasos en la poesía y qué lo llevó a dedicarse a este género literario?

Ronel González Sánchez: Comencé a escribir poesía en 1980. Iba a cumplir nueve años. No tenía idea de lo que hacía. Sólo que me gustaba rimar. Desde el principio me interesé por las sonoridades y métricas de la versificación tradicional, por eso aprendí mucho en ese ámbito. No obstante, desde temprano fueron llegando otros géneros literarios y, con la excepción del teatro y la novela, comencé a escribir y a publicar libros en casi todas las posibilidades expresivas de la creación literaria. Espero que pronto aparezca impresa mi primera novela, mientras he concluido la segunda y ya planeo la tercera. Ahora, respecto a la poesía, a la que he dedicado más tiempo, no pude evitar ser trampeado por sus rumbos porque crecí en un ambiente familiar que me fue propicio, ya que desde pequeño tuve acceso a los libros. Mi madre leía mucho, hacía intentos poéticos, y cuando nacieron mis primeras creaciones me llevó a un taller literario. A los quince años yo estaba convencido de que quería ser escritor y estudiar letras.

GC: ¿Cómo ha evolucionado su forma de escribir poesía a lo largo de su carrera?

RG: Mi manera de acercarme a la poesía no solo evolucionó desde el cultivo de las estrofas clásicas de la lengua española (décima, soneto, romance, octavas, etc.) hacia el verso libre y la prosa poética, sino que con el tiempo también fue variando mi visión del universo poético, a partir de las lecturas abundantes que he realizado y que no sólo se reducen a la poesía o a las ciencias de la literatura, sino que se abren a mundos más complejos como los de la química, la física, la biología, etc. Sin embargo, sigo siendo alguien a quien le importa mucho el mundo de la comunicabilidad del discurso, las sensaciones, las emociones, etc., sin poner a un lado el lenguaje y la experimentación, por supuesto, pero me importa mucho el poema capaz de emocionar, el texto que sorprende por la escritura que condensa y revela una agitación interior. En eso me aparto de la poesía que explora la forma, la lengua, sin importarle demasiado el qué se dice.

Ronel González Sánchez, Premio Nicolás Guillén 2025

GC: ¿Qué significa para usted recibir el Premio Nicolás Guillén de Poesía en 2025?

RG: Ese premio es el máximo reconocimiento que se otorga a un poeta cubano por un libro. Está el Premio Casa de las Américas, pero posee otras características, otro alcance. En el concurso que lleva el nombre del autor de West Indies Ltd. se han distinguido libros y autores excelentes, de paso añado que además soy autor de una investigación premiada el pasado año acerca de la historia del certamen, y me honra el hecho de que mi poemario se publique formando parte de esa colección. El concurso funciona como una especie de termómetro de los rumbos expresivos de la poesía cubana actual, por lo que esos libros son muy buscados y leídos por los escritores, y la entrega del galardón moviliza muchas expectativas. Por fortuna creo que el premio llega a mis manos en un momento muy importante de mi vida y mi obra. En abril cumpliré 54 años, he publicado numerosos libros, pero este es un poemario maduro, acerca de un tema crucial: la producción azucarera, un tema que también fue tratado por Guillén en otras circunstancias.

“No quiero ser melodramático ni mucho menos, pero las armas secretas del poema son mi coraza contra el dolor y la adversidad”.

GC: ¿Cómo percibe el panorama cultural actual en Cuba?

RG: Desde el siglo XIX la cultura cubana constituye un mosaico expresivo atendible y valioso en Latinoamérica. La música, las artes plásticas y la literatura, solo por mencionar tres aristas de la creación artística, son presupuestos estéticos que han realizado importantes aportes. Hoy Cuba vive momentos dramáticos, pero el ajiaco cultural del que hablaba el sabio Fernando Ortiz continúa abriéndose paso. Los cubanos, no solo los artistas, sobrevivimos a pesar de las difíciles condiciones. Resulta muy complejo crear, pero a los que nos va la vida en ese empeño, buscamos las maneras para seguir adelante.

GC: ¿Qué opinión le merecen las nuevas voces literarias que están surgiendo en Cuba?

RG: El Ministerio de Cultura de Cuba posee un sistema de becas, premios y eventos que apoya la creación de los más jóvenes. Para los menores de treinta y cinco años existe la Asociación Hermanos Saiz que convoca los Premios Calendario en varios géneros. Todos los años se distinguen y publican libros de los que avanzan en el territorio de las letras. Ahora mismo han entregado el Premio Nuevas Voces y es sorprendente la calidad de los poetas. Confío en la continuidad del discurso lírico nacional que dentro y fuera del país está dando a conocer sus obras.

GC: ¿Qué papel juega la tradición literaria cubana en su obra?

RG: Como poeta e investigador de esa tradición me he sumergido en el tractus con admiración, respeto y deseos de aportar. Me parece que mis mayores contribuciones hay que buscarlas en la historia de la décima cubana. Creo que desde muy joven he sido un renovador de esa forma poética y de los senderos expresivos que interesan a los poetas. Para las demás cosas que escribo hay que esperar a que pase el tiempo.

GC: ¿Cómo ha impactado la situación social de Cuba en su poesía?

RG: Es imposible desligar la obra de ese constructo que denominan realidad. Todo lo que escribo gravita sobre la pertenencia a un espacio físico, a una tradición y a los engranajes visibles e invisibles de un tiempo histórico. He hecho mía la frase del gran poeta cubano Eliseo Diego que alguna vez dijo que no por casualidad nacemos en un sitio y no en otro, sino para dar testimonio. Yo he dejado y doy testimonio de mi época con los instrumentos del arte literario. Estoy comprometido con las palabras, con el arte y con las personas que andan por las calles de mi país.

GC: ¿Qué importancia cree que tiene la poesía frente a los desafíos globales actuales?

RG: La poesía no se puede quedar cruzada de metáforas ante el peligro del exterminio de la especie. Si he apostado por la escritura poética no es para ver cómo nos tragan la desidia, el miedo, la irracionalidad, la estupidez. Vivimos en un mundo ahogado por una mentira que multiplica sus links hasta el infinito. Siempre he creído que la poesía sí nos puede salvar, pero si delimitamos su radio de acción y la imponemos ante la globalización del capital, el odio, el nadeísmo de las redes sociales, la pérdida de valores de una sociedad mundial que no tiene ojos más que para las pantallas de los móviles y el crescendo de la angustia.

GC: ¿Qué proyectos literarios tiene previstos para el futuro?

RG: He concluido mi segunda novela, espero escribir una tercera, otro poemario y, si la vida lo permite, algo de humor, porque necesito reír y ayudar a otros a hacer lo mismo.

GC: ¿Qué momentos clave han marcado su trayectoria como poeta y cómo han influido en su obra?

RG: Nací y crecí en un pueblo muy pobre y en una familia disfuncional. Cuando estaba en la universidad tuve que cargar con el desgarrador peso del suicidio de mi abuela y de otros familiares. Concluí no sé ni cómo los estudios de la licenciatura en Historia del Arte. Después mi entorno familiar se tornó muy desfavorable con la dinámica de los ancianos que debí (y debo) cuidar… Pero de ese orbe íntimo desgarrador nacieron mis poemas, mis libros para niños, y hoy mis narraciones. La literatura y, en particular, la poesía me han salvado la vida, de eso no hay duda. No quiero ser melodramático ni mucho menos, pero las armas secretas del poema son mi coraza contra el dolor y la adversidad.

GC: Agradecemos a Ronel González Sánchez por compartir su tiempo y reflexiones con nosotros. Su obra, su pasión por la poesía y su compromiso con la literatura cubana son fuente de inspiración. Le deseamos éxito en sus próximos proyectos y confiamos en que su legado continuará marcando el panorama literario nacional.

“Los asesores” de su libro ganador del Premio Nicolás Guillén 

En los años 60 del siglo XX, la producción de azúcar y la épica  nacional recibieron asesores soviéticos.

Expertos en transporte y en  piezas de centrales. Escritores versados en paisajes agrícolas. Ingenieros de almas. 

En cualquier esquina podías encontrarte un gestor de los soviets.  Detrás del maquinista anónimo de una locomotora te sonreía Nikolái Ostrovski. Junto a una caldera no podía faltar El destino de un  hombre de Mijaíl Shólojov. 

Tres décadas promiscuas los asesores insinuaban tomar del brazo a los poetas y a los hombres del campo. Hasta el día que, sin decir adiós, partieron de la Isla a la Isba. 

Poco  a poco cesaron las canciones, los libros y los filmes que hablaban de Siberia y de un Moscú sin lágrimas. La producción azucarera  comenzó a dar traspiés a través de la jungla. Los poetas dejaron de leer a Mayakovski.