Vino a Santo Domingo a buscar una historia y la encontró entre las piedras de la vieja ciudad. Caminando entre una ruina y otra, quedó prendado de la zona colonial. “Realmente, me enamoré de toda la zona colonial y me pareció un lugar fantástico donde ambientar un libro”, dice.
“Lo primero que me impresionó -añade- fue el extraordinario legado cultural y patrimonial de Santo Domingo: la Catedral, la fortaleza Ozama, conventos como el de Santo Domingo, Regina Angelorum o Las Mercedes, así como el Alcázar de Colón o las atarazanas”.
Enrique Bocanegra escribió El ataque a la Española (Edhasa, 2024), una novela que aborda la incursión del pirata Francis Drake en Santo Domingo en el año 1586. La historia da cuenta de los desmanes cometidos por el pirata en la ciudad.
En su libro, Francis Drake es un ser contradictorio y lleno de paradojas. Sin escrúpulos, impasible al rechazo, desconfiado, patán y con espíritu de tabernero. Pero era valiente y tenía carisma y don de mando, y esa cualidad que hace de una persona un líder.
Enrique Bocanegra nació en Sevilla, España, en 1973. Es devoto de la historia del siglo XVI, tiempo en que considera que el mundo empezó a tomar su forma actual. Según confiesa, le gustaría seguir moviendo su escritura en los territorios de la novela histórica, género que considera que es una forma distinta de acercarse a la historia.
Enrique Bocanegra tiene palabras de gratitud para aquellos que le tendieron la mano mientras indagaba su historia: en República Dominicana, Roberto Cassá, Esteban Prieto Vicioso, Raymundo González y Genaro Rodríguez Morel; y en España, Esteban Mira Caballos.
En un tiempo en que la humanidad clama por un cambio de enfoque en la forma de contar la historia sobre los procesos de conquista y colonización, Enrique Bocanegra va en dirección contraria a los vientos. “Conquistadores como Hernán Cortés -se atreve a argumentar- edificaron hospitales, como el de Jesús en Ciudad de México, que atendían a gente de todas las razas, funcionan ininterrumpidamente desde hace quinientos años y, con toda seguridad, han salvado más vidas que las que se perdieron en el transcurso de la conquista”.
Enrique Bocanegra es un escritor hipersensible, con un claro déficit de tolerancia y con un sutil dejo de insolencia, que se sulfura con las preguntas periodísticas incómodas y, sin reparos, califica de ignorante a quien se las formulan. “(…) lo que hacemos es limitar nuestro conocimiento y poner de manifiesto nuestra ignorancia, como le sucede al texto que antecede a tu pregunta”.
¿En qué circunstancias nació Ataque a la Española y cómo fue el proceso de pensarlo, concebirlo, investigarlo, escribirlo y publicarlo?
La idea de este libro nació durante un viaje a Santo Domingo hace unos años. Lo primero que me impresionó fue el extraordinario legado cultural y patrimonial de Santo Domingo: la Catedral, la fortaleza Ozama, conventos como el de Santo Domingo, Regina Angelorum o Las Mercedes, así como el Alcázar de Colón o las atarazanas.
Realmente me enamoré de toda la zona colonial y me pareció un lugar fantástico en donde ambientar un libro. Cuando me contaron los sucesos del ataque de Drake, de 1586, y cómo gran parte de la ciudad fue destruida, tuve claro que esa era la historia que quería contar.
También tuve claro desde el principio que el narrador sería un nieto de Gonzalo Fernández de Oviedo, heredero de su archivo y de sus inquietudes literarias y humanísticas. A partir de ahí solo tuve que reunir toda la documentación sobre el ataque.
Me ayudó mucho el extraordinario trabajo realizado por la Academia Dominicana de la Historia durante las últimas décadas, recopilando y publicando toda la documentación que alberga el Archivo de Indias.
Publicar el libro fue fácil. Se lo mandé a Edhasa, la más importante editorial española especializada en novela histórica, y enseguida estuvieron interesados. Ellos mismos comentaron que este libro llena un vacío ya que hay poca literatura en español del género de la piratería.
¿Qué elementos de la personalidad de Francis Drake le llamaron la atención para convertirlo en un personaje de literatura?
Drake fue el pirata más importante del siglo XVI. En primer lugar, por la extensión de sus ataques, ya que no solo actuaba por el Caribe sino que también atacó numerosos emplazamientos en la cuenca del Pacífico.
En segundo lugar, porque tuvo una carrera larguísima, desde comienzos de la década de 1560 hasta que muere en 1596 delante de Portobelo, son más de treinta años.
Y por último por su inteligencia estratégica. Vio que el punto débil del sistema de flotas español era el istmo de Panamá y supo armar un plan para atacar en ese lugar y en otros donde no se le esperaba. Por ejemplo, fue el primer pirata que llevó a cabo una campaña en la cuenca del Pacífico.
¿Qué retos debió enfrentar para reconstruir el ataque de Drake a la Española y para convertir al pirata en un personaje literario?
Una vez que conseguí toda la documentación del ataque a Santo Domingo de 1586, el reto era ordenar todos los hechos de forma que la historia fuese amena. Opté por narrar el ataque y la ocupación día a día, como si fuese un diario del narrador, ya que me pareció que sería la forma más divulgativa. Con capítulos cortos que sean entretenidos, que comiencen con una reflexión y acaben con una intriga que incite al lector a continuar con la historia.
¿Qué apoyo recibió en República Dominicana en la preparación de esta novela?
Dr. Roberto Cassá, director general del Archivo General de la Nación.Recibí un apoyo intelectual inestimable por parte de varias personas como Roberto Cassá, director del Archivo General de la Nacional, o de Esteban Prieto Vicioso, conservador de la Catedral de Santo Domingo, que dedicó un día entero a enseñarme el edificio, donde se alojó Drake durante la ocupación de la ciudad, y que he convertido en uno de los personajes de mi novela.
También me ayudaron varios miembros de la Academia Dominicana de la Historia, como Raymundo González, Genaro Rodríguez Morel o el español Esteban Mira Caballos.
Este libro es una carta de amor a Santo Domingo. Me encantará que, a muchos españoles, y gente de todo el mundo, les permita descubrir el extraordinario legado cultural y patrimonial de lugares como Santo Domingo, La Isabela y otros pendientes de conocer como La Vega Vieja.
¿La suya es una novela sobre conquistadores o sobre conquistados?
Es una novela sobre cómo son conquistados los nietos de los conquistadores. Pero sobre todo es una novela sobre el hecho de que todos somos conquistadores y conquistados al mismo tiempo. Pocos territorios más conquistados que la península ibérica por donde han pasado todas las grandes culturas del Mediterráneo: fenicios, griegos, cartagineses, romanos, musulmanes, etc.
La propia España pasó, en el año 1492, de terminar ocho siglos de dominio musulmán de la península a iniciar su expansión en América. Lo importante es integrar y sumar todos esos legados. Los países que eligen quedarse solo con uno pierden una gran riqueza.
¿Para construir el personaje del nieto de Oviedo tuvo que leer de arriba abajo las crónicas de Oviedo, el abuelo real?
Me leí numerosos estudios sobre su obra y buena parte de sus crónicas de donde saqué mucha información que integré en el libro.
¿Cómo levantó la cartografía de la ciudad de San Domingo y qué le aportó la imaginación a esa reconstrucción?
Existen varios planos bastante rigurosos de cómo era la ciudad en el siglo XVI que me sirvieron de referencia. El hecho de que la actual ciudad colonial, sobre todo en el entorno de la calle de las Damas y la Catedral, apenas haya cambiado en estos cinco siglos, ayuda a un escritor a imaginarse como pudo ser la ciudad en aquella época.
Se ha escrito mucho de Francis Drake desde la perspectiva de la historia. ¿No se ha tratado a Drake debidamente como figura literaria?
Drake era un hombre con cualidades extraordinarias: era un navegante de primer orden con un conocimiento profundo tanto de la mar como de los barcos y al mismo tiempo era un gran líder de hombres, a los que sabía inspirar y de los que sabía obtener todo lo que necesitaba para sus expediciones.
Por otro lado, también era conocida su falta de escrúpulos. En más de una ocasión no dudó en ejecutar a oficiales que le acompañaban y que podían disputarle el mando. Tampoco dudó en abandonar a sus aliados cuando la situación era comprometida, como le reprochó duramente su primo Hawking después de la batalla de San Juan de Ulúa.
Francis Drake era granjero en su tierra, pirata que asoló las posesiones españolas de ultramar y terminó siendo tratado por la reina de Inglaterra como un caballero (de hecho, el escritor Harry Kelsey en su libro lo llama El pirata de la reina). ¿Más allá de su leyenda que nos ha llegado, Francis Drake era un héroe o un villano?
En literatura los héroes y los villanos puros son muy aburridos. Lo interesante es cuando un personaje puede ser ambas cosas a la vez. Drake era un hombre indiscutiblemente valiente, pero, como ya hemos comentado, también podía actuar con muy pocos escrúpulos, incluso con su propia gente.
Por otro lado, el propio narrador del libro también se porta de forma heroica, pero en algunos momentos no sabemos si su empeño no raya la locura.
¿Cómo ha evolucionado la figura del pirata a través de la historia? ¿Y cómo ha sido tratado por la literatura en general?
La figura del pirata ha sido tratada sobre todo por la literatura anglosajona que normalmente le ha dado una visión positiva, ligándolo a ciertos valores como la libertad o la rebeldía. Es algo que se ve claramente en el impacto que esta literatura ha tenido en el cine de Hollywood.
Sin embargo, cuando leemos la documentación de las ciudades del Caribe que padecían estos ataques, como las cartas de las reales audiencias y los cabildos, surge una visión completamente distinta, en la que vemos de primera mano la violencia y el dolor que ocasionaban esta destrucción. En mi libro he querido ofrecer ese otro lado menos conocido del fenómeno.
Usted define a Drake como un hombre impasible al rechazo, desconfiado y patán, que tenía un espíritu de tabernero. ¿Cómo logró armar una psicología de Francis Drake para su novela? ¿En base a estudiar documentos o en base a su imaginación?
Quiero dejar claro que yo no soy un personaje de mi libro y que las opiniones que pueda tener mi narrador no son necesariamente las mías. Mi personaje, por ejemplo, es dueño de esclavos, algo habitual en el siglo XVI. Por supuesto yo aborrezco cualquier forma de esclavitud, pero no puedo caer en el anacronismo de contaminar a mi narrador, que vive en 1586, con opiniones propias de alguien del siglo XXI.
Este personaje ha sido hecho prisionero en un ataque a traición, ya que no se había producido una declaración de guerra por parte de Inglaterra, y está viendo como su ciudad está siendo destruida, por lo tanto, tiene una reacción violenta hacia Drake: a veces le desprecia, en muchas ocasiones le odia, pero también hay momentos del libro en los que no puede dejar de admirarle por las cualidades que hemos comentado.
¿Cuál es el beneficio de contar la historia en novelas?
Yo no hablaría de beneficio sino de una forma distinta de acercarse a la historia. La ficción establece un pacto distinto, que la que predomina en otros géneros más académicos como la biografía o el ensayo, entre el lector y el escritor, en la que este último va a disfrutar de mayor libertad de recursos a la hora de ofrecer su visión de los acontecimientos descritos. Esa libertad no tiene por qué estar reñida con el rigor.
¿Cuándo se escribe novela histórica, dónde debe concentrarse el rigor y donde la imaginación y la invención?
En mi caso intento ser lo más riguroso posible en el retrato de la época y para ello consulto documentos y archivos del período histórico, así como textos literarios como autobiografías y crónicas. Por otro lado, yo no empleo una tercera persona y un narrador omnisciente, sino que adopto el punto de vista de uno de los personajes de la historia que, como cualquier persona, tiene su propia escala de valores y sensibilidad lo que, evidentemente, tendrá un efecto sobre la narración.
¿Y cuáles han de ser los límites de la imaginación en la novela histórica, un género que tiene relación con episodios, acontecimiento, situaciones y personajes históricos reales? ¿Dónde debe terminar el derecho a la invención en la novela histórica?
Los límites dependerán del pacto que cada escritor establezca con sus lectores. Hay escritores de novela histórica que introducen elementos fantásticos en sus textos. Por ejemplo, en España hace unos años se estrenó una serie de televisión ambientada en el siglo XVI en la que aparecían ninjas de Japón. Históricamente no tenía ningún sentido, y a mí personalmente no me interesaba, pero tuvo su público que sabía perfectamente que los creadores de esa ficción utilizaban códigos del cine oriental y no se preocupaban por el rigor histórico. Yo nunca lo haría, pero se trata de algo legítimo en la ficción.
¿Qué obligaciones tiene que cumplir la novela histórica en una narración histórica, y de qué riesgos y seducciones debe cuidarse el escritor al hacerlo?
Yo creo que en la ficción hay libertad para que cada autor establezca el pacto que quiera con sus lectores. El mayor error es romper ese pacto sin avisar e introducir elementos que el lector no se esperaba y que haga que se sienta engañado.
¿Hay una ética de la novela histórica?
No violar el pacto con tus lectores.
¿La novela histórica está obligada a escarbar en el alma humana y en el alma de la época de la que escribe?
No necesariamente. Muchas veces la novela histórica no es tanto sobre el pasado como sobre el presente. Por ejemplo, en la década de los 30, Robert Graves publicó “Yo, Claudio”, una de las grandes novelas históricas del siglo XX. Es la biografía de un emperador romano, pero en realidad Graves está hablando de los totalitarismos del siglo XX y de cómo el poder absoluto corrompe absolutamente. Muchas veces el pasado funciona como una metáfora del presente.
¿De qué lado de la historia de estar el escritor de novela histórica?
Lo ignoro. ¿Cuántos lados tiene la historia?
Dicen que cada libro deja huellas en quien y en quien lo escribe. ¿Qué huellas le ha dejado investigar y escribir Ataque a la Española?
Yo concibo la escritura de un libro como una aventura. Una aventura física ya que cada libro me obliga a viajar a los lugares donde se desarrolla la acción y a recorrerlos obsesivamente. Y por supuesto también una aventura intelectual. Y digo aventura porque yo comienzo a escribir mis libros sin saber qué les va a suceder a los personajes y cómo concluirá la historia.
“El ataque a La Española” me ha permitido a mí, un europeo del siglo XXI, viajar al Caribe en el siglo XVI y sumergirme en un apartado de mi historia que me resultaba desconocido.
¿Qué tema histórico le llama la atención para incluir en la agenda de su escritura?
Me gusta mucho el siglo XVI ya que es el siglo en el que el mundo adquiere su forma actual lo que generó innumerables conflictos que suponen una mina de historias para un escritor.
También me interesa todo lo relacionado con la historia de España. Teniendo en cuenta que la historia de España se desparrama por muchos países, no solo en Europa sino también en el norte de África, América e incluso Asia, pues me queda un campo muy amplio de posibilidades.
Usted dice que las Crónicas de Indias son un tesoro. ¿Siendo los cronistas de Indias eran los voceros oficiales de la Corona Española, no cree que hoy hay que leer con pinzas las historias que nos contaron y tener con ellos una duda razonable?
Excepto Gonzalo Fernández de Oviedo y alguno más, la mayoría de los cronistas de Indias jamás pisaron un palacio, ni tuvieron comunicación con la corte, ni mucho menos se relacionaron con príncipe o monarca alguno. Casi todos emigraron jóvenes a América, fueron testigos, o protagonistas de hechos extraordinarios y quisieron dejar su testimonio sin tener ninguna idea de cual podía ser la versión oficial de la corona que se encontraba a miles de kilómetros de distancia y que muchas veces no sabía nada porque las noticias tardaban años en llegar.
En las crónicas de Indias no hay uniformidad sino muy al contrario una variedad de relatos que cubren todo el espectro de sensibilidades a la hora de abordar la conquista, desde las más críticas, como las de Bartolomé de las Casas, hasta las de mayor exaltación imperial.
A esa riqueza de puntos de vista le acompaña la riqueza del lenguaje. Ya los primeros cronistas manifiestan que no tienen palabras para describir la nueva realidad que estaban descubriendo. Por ello se ven obligados a introducir nuevas palabras y formas gramaticales, a tensionar el lenguaje.
No es casualidad que los cronistas de Indias coincidan con la edad de oro de la literatura española y su eco se puede encontrar en sus principales obras maestras, como por ejemplo el “Don Quijote” de Cervantes. Por todo ello, afirmo que las crónicas de Indias no solo son un tesoro histórico o antropológico, sino también literario.
¿Qué diferencia la barbarie de los piratas de la barbarie de los conquistadores?
Los conquistadores fundaron docenas de ciudades donde no había nada y que hoy habitan millones de personas, en las que se construyeron catedrales, iglesias, monasterios, conventos y capillas, repletas de obras de arte, protegidas por espectaculares castillos y fortalezas que hoy no solo son patrimonio cultural de la humanidad sino la principal fuente de riqueza de países cuya economía se basa en el turismo.
Conquistadores como Hernán Cortés edificaron hospitales, como el de Jesús en Ciudad de México, que atendían a gente de todas las razas, funcionan ininterrumpidamente desde hace quinientos años y, con toda seguridad, ha salvado más vidas que las que se perdieron en el transcurso de la conquista.
También se fundaron docenas de universidades, academias y seminarios donde no solo se difundieron los conocimientos que vinieron de Europa sino también las culturas locales.
Lenguas como el náhuatl fueron codificadas por los españoles en diccionarios y gramáticas antes que algunas lenguas europeas como el francés o el italiano. También se edificaron grandes obras de ingeniería como acueductos, canales, calzadas y caminos que abrieron rutas comerciales inexistentes y permitieron comunicar el continente de una punta a otra.
¿Cuál es el legado cultural y patrimonial de los piratas holandeses, franceses e ingleses en América en el siglo XVI? Nada.
¿Cómo la contaron a los españoles de su generación la Conquista de América?
Nunca nos contaron la conquista de América. Como mucho, los viajes de Colón. Pertenezco a una generación de españoles que fue programada para mirar a Europa, nunca a América.
Cambiaron los mapas, arrasaron pueblos enteros, impusieron sus culturas, sus idiomas y sus religiones, violaron a sus mujeres y niñas, esclavizaron a sus hombres, borraron a sus dioses, torturaron y asesinaron a sus caciques, reyes y reinas, y se robaron lo que no les pertenecía, como también hicieron los piratas. ¿No cree que ha llegado la hora de reescribir la historia de la Conquista de América?
Si no conoces lo que escribieron los cronistas de Indias, ¿cómo sabes que esa reescritura no se produjo hace cientos de años? De todas formas, mucho más interesante que plantear una nueva reescritura de la historia, algo que se ha hecho muchísimas veces, sería asumir que el estudio de la conquista de América implica también aceptar ese choque de relatos, esa multitud de narraciones que a veces se complementan y otras se contradicen las unas con las otras.
Cuando nos quedamos con una sola interpretación de un fenómeno tan complejo como la conquista de América, lo que hacemos es limitar nuestro conocimiento y poner de manifiesto nuestra ignorancia, como le sucede al texto que antecede a tu pregunta.
¿De qué tamaño fueron las luces y de qué tamaño fueron las sombras de la Conquista de América?
Pintura que recrea la llegada de Cristóbal Colón.El esquema de la conquista de América es muy similar a otros procesos de expansión imperial en otros períodos y épocas del mundo. La misma conquista de América no deja de ser una prolongación de la reconquista de la península ibérica a los musulmanes por parte de los reinos cristianos.
Lo asombroso de la conquista de América es que nunca en la historia tan pocos hombres habían conquistado en tan poco tiempo imperios tan vastos y de los que no tenían noticia alguna.
Cuando Hernán Cortés zarpa de Santiago de Cuba a finales de 1518 rumbo al Yucatán no tiene ni la más mínima idea de que existe el imperio mexica. Menos de tres años después era su dueño, junto con sus aliados locales, pero ni siquiera entonces sabía a ciencia cierta cuales eran sus límites.
¿Hay una poética de la historia?
La historia no es solo una disciplina científica, sino también un género literario cuyas formas deben ser cuidadas.