No puedes volver atrás y cambiar el principio, pero puedes comenzar donde estas y cambiar el final. – C.S Lewis.
Para los narcisistas el universo se enfila y se rige desde su propia óptica, con sus concepciones propias. Las cuales consideran como axiomas indefectibles. La alegoría narcisista es una inclinación desmedida de su ego. Ansiedad suprema de ellos mismos/as.
Los narcisistas se contemplan con superioridad ante los demás. No tienen compasión racional. El espacio de su reflexividad es muy limitado y el de la apreciación humana emotiva que tienen, también. Según la mitología griega, fue Narciso ‘’Νάρκισσος’’ (Narkissos), primer ser humano quien sucumbió por apasionarse de su propio reflejo. Muriendo ahogado al tratar de aproximarse para tener una mejor apreciación de sí. En el siglo XX, el galeno Sigmund Freud describió el narcisismo como una patología.
La grave disfunción narcisista se considera un padecimiento de la salud emocional. Los seres humanos que la padecen se muestran con altos comportamientos de supremacía ilógica. Son seres a los que les urge el agasajo y la admiración constante. Este trastorno puede tener sus orígenes en las vivencias precoces si particularmente tuvieron un desenlace negativo en su crianza sensitiva. Esta enfermedad genera en los individuos sentimientos desmedidos de egocentrismo, cuidado excesivo de su apariencia y carencia de empatía.
Los narcisistas a menudo aplican indiferencia (ley del hielo) a sus víctimas. Pueden con facilidad asombrosa dejarles de hablar por días, meses, sin ningún motivo aparente. Tienen un comportamiento variante desde ser complacientes, gentiles, afectuosos, hasta mostrarse gélidos, hostiles y violentos. Estas características aplican a su ‘’modus operandi’’ desde lo físico a lo emocional, elogiando a veces y otras no. Con dosis alternas de afecto y recriminación. Son seres que invalidan con constancia sentimientos y sentires de las personas que los aman, diciéndoles que están locos, que exageran o imaginan cosas desatando cruelmente un tipo de abuso psicológico que pone en tela de juicio la cordura de los seres que manipulan (luz de gas).
Los narcisistas son devaluadores, se enfadan cuando sus parejas se enferman, se muestran apáticos, y no tienen ninguna manifestación de solidaridad (desatención). Utilizan el abuso reactivo cuando hacen estallar a sus víctimas, llevándolas al colapso y luego acusan de que son ellas las desequilibradas, y las hacen quedar en entredicho ante los demás. Son expertos en la triangulación. Se desplazan emotiva y carnalmente ante otros sujetos, se muestran como solteros en sus medios sociales; son infieles y no le dedican un halago a su pareja, pero le dicen que otras mujeres son bellas.
Tienden a ser mezquinos con el dinero, no son capaces de tener responsabilidad en el hogar, porque son seres parásitos, y el pragmatismo es su norte. Ejercen un control coercitivo sobre sus presas. No tienen reparos en mostrar su mal humor, culpando a otros por las cosas malas que ellos provocan. Usan el retardo táctico para causar desasosiego, hacen esperar largas horas, días, para sostener una conversación trascendente o hacer algo que es vital. Provocan daños anímicos en el cuerpo y lesiones graves psicológicas (traumas) trastornos, autolesiones, suicidios, fobias, complejos, molestias cardiacas e hipersensibilidad.
Son incumplidores (prometen lo que nunca cumplirán), difaman haciendo campañas de victimización frente a los conocidos comunes. Llegan al extremo de usar el sexo como castigo al no tocar a sus parejas mostrando una frialdad excesiva que se puede prolongar en meses sucesivos. Su devaluación no tiene límites, ni su control coercitivo causando deterioros que pueden ser irreversibles. Sumergirse en los sombríos caminos de las mentiras y el dominio que determinan el interior de los narcisistas, encarar la despiadada existencia de la esencia del narcisismo es estremecedor. Edifican un cosmos de refracción donde no hay franqueza, solo engaños. El amor es un entretenimiento de poderío.
La auténtica capacidad de su influjo es devastadora y a las técnicas complejas que emplean hay que encenderle claridad para bloquear su poder y destrucción en la vida de sus víctimas. El narcisista puede ser un padre, madre, amigo/a, hombre, mujer. Es un ser camaleónico cuyo veneno lo oculta con una máscara de beneficio. La cara inflexible del narcisismo, una maraña de deslealtad hilvana verdades cambiantes. Su manera nociva se reviste de ventajas. Hace creer que es un personaje erudito, refinado y cortes. Todo un personaje ilustre, se transforma en el amigo incondicional, la novia perfecta, pero detrás de esa fachada, las personas narcisistas tienen ese ojo visor tan puntero para ver la fragilidad, la melancolía, y eso es lo que los atrae. Envuelven en un baile de persuasión ofreciendo afecto, amor y cuidado. Engañan como si fueran redentores, asesores confiables.
Dan lo que se espera, ese reconocimiento lleno de amor, pero es una trampa ilusoria; un juego envolvente seriado de fraudes que se repiten como una ruleta. Son observadores, hacen una copia exacta de los deseos y esperanzas. Llenan de atenciones y cumplidos. En momentos hacen que sus víctimas se sientan como si fueran reyes. Después que han examinado las vulnerabilidades comienzan a descartar pues ya ellas no les sirven para nada. Es un entretenimiento macabro, es su singularidad.
No develan esa intención primaria, es su secreto mejor guardado. Se transfiguran en el circulo del mundo desapareciendo como prestidigitadores, dejando una terrible estela de confusión. Acrecentando desconcierto entre la propia impresión y la validación. Su disfrute pleno es el poder y la sugestión. ¡Qué grandes artífices en el arte del engaño! ¡Camaleónicos de la humanidad! Guardianes metódicos de los anhelos más recónditos, más hondos. Es fácil para ellos convertirse en el arquetipo de sueños, vislumbrando todo lo que se quiere ver. Puede ser ese novio que llena de detalles, regalando chocolates, joyas, llevándola a restaurantes, siempre con tantas atenciones; todo esto que parece una constante maravillosa, para luego retirarle todo, dejando ese marasmo confuso de terror.
Cuando los narcisistas abrazan su papel en la forma de macho o hembra, suben a un pedestal a sus víctimas, poniéndolos como héroes, como sujetos estrellas. Pero esto siempre tendrá un costo oculto. Todo lo que han dado lo retirarán con una sutileza mágica, que se preguntarán: ¿Fue real todo lo que viví? ¿Fue un espejismo?
En el rol del padre o madre, harán creer a los hijos que son un equipaje pesado y confundirán a los hijos mostrándoles su enojo a situaciones de días complicados y circunstancias adversas. Estas personas son como zorros en cuero de cordero. Se hacen irremplazables dando a ratos porciones de amor, pero nunca gratuitamente, poco amor porque verdaderamente no les interesa amar. Solo quieren drenar, aniquilar, manipular, enceguecer a sujetos faltos de amor. Su verdadero carácter es la carencia de escrúpulos, no ejecutan sentimientos, encuentran su felicidad en el desdén que ocasionan. ¡Vampiros de la luz de otros! No pueden soportar que sus presas brillen más que ellos. Hacer sufrir es su adicción, su juego preferido. Calcular con disimulo queriendo lo peor.
El daño que son capaces de infringir no es personal, porque tienen reemplazos en la triangulación. Cada reemplazo es temporal, es un premio que exhiben con orgullo, otro trofeo más en su lista, pero que será descartado cuando ya no lo necesiten más, cuando no tenga utilidad para ellos, y es ahí que viene su metamorfosis y surge la pregunta: ¿Qué ha pasado? ¿Acaso cometí una falta? ¿Me cambió por otra persona? Pero la triste realidad es que sus propósitos se consolidaron privando de su esencia, abandonando a su víctima en un limbo de subordinación, preguntándose si alguna vez lo/la amo o si la/lo utilizó. Pero ellos viven para el rencor y la conspiración. La aniquilación es su modus vivendi, su naturaleza.
Después que rompen emocionalmente y excluyen haciendo dudar del proceso de interpretaciones diversas. Buscar a otros/as ingenuos/as llenos/as de sed. ¡Cómo disfrutan de sus caretas y de su falta de franqueza! Es como si le dijeran al mundo: ¿Qué importa la veracidad si la existencia es una y es única? Piensan que hay que ser audaz para no extinguirse, una vez que se desligan no tienen ningún arrepentimiento, sienten deleite y los llena de vitalidad acabar con los demás en su universo de efervescencias dañinas. Para ellos es necesario las muestras sucesivas de elogios y alabanzas para sentirse que son superiores cuando realmente su autoestima es baja y eso los fatiga. Después que aplican el descarte viene la etapa más difícil, el desamparo y la excitación al pánico. Saben que será casi imposible borrarlos y que se quedaran con esa fijación en su mente y corazón, que los desearan tener y ahí rehuirán de ellos con crueldad.
El narcisismo convulsiona nuestro existir, el narcisista a pesar de que gobierna y persuade también se complace en destrozar alimentándose del daño y turbación que suscita cuando todo se ve estupendo y fascinante. Es determinante conocer estas pistas y entender que soltarse de su influjo es un reto que puede ser factible. Se requerirá arrojo para quitarle el antifaz y que la verdad fluya y se pueda recobrar la luz. Los manipulados tendrán que hacer un gran esfuerzo para poder salir de esa trampa mortal.
En las garras de la manipulación será complejo el olvido porque lo que se ha vivido nunca fue auténtico sino un espejismo y las emociones fueron una patraña y cuando se descubra la verdad será difícil de creer. El narcisista en su megalomanía y su arrogancia magna piensa que es imposible que alguien pueda develar su juego. Se rige por la seguridad absoluta de su mundo donde gobierna, persuade, manda, y es capaz de hacer creer a veces que se ha ganado el juego, pero la realidad es que el es quien lo manipula, hace de forma convincente creer a todos que su presa ha enloquecido porque se darán cuenta que el abatimiento absoluto se ha apoderado de ella. Nunca comprenderán que el narcisista fue que urdió este diseño para acabar, para hacer borrar las líneas divisoras entre la locura porque ha logrado que se crean todas sus falacias. Todo porque la envidia le corroe, porque le molesta la luminosidad y logros, porque no llegará a ser igual que su víctima.
Estos seres en público tienen un comportamiento desigual a lo que manifiestan en privado. Pueden ser la pareja perfecta, el confidente más fiel, pero se transforman en la pesadilla más ruin, nunca pedirán perdón y si llegan a hacerlo será con la hipocresía más cruda para asestar un golpe más mortal en el próximo descarte. Nunca le importarán las expectativas de otros, su prioridad siempre serán las suyas. Estos vampiros energéticos, sanguijuelas psíquicas, humanoides sin alma en cada ojeada, en cada visaje que tienen todo está premeditado. Sus pasos nunca serán aleatorios. No habrá casualidad. Cubren en una bruma de falsa transparencia. Del resplandor a la penumbra y del frenesí al miedo. Atrás de su espejo la evidencia es vidrio que despedaza y lastima en una danza dual sin remordimientos que puedan atarle. No tiene grilletes de integridad. Solo el sabor exquisito del éxito cuando mira otra alma fragmentada.
El impacto emocional de estar en una relación con un narcisista es abismalmente perturbador y casi siempre lleva a una codependencia sensible-rigurosa. El lema del narcisista es: "Soy un ser lleno de belleza. Soy un ser sabio. Soy virtuoso. Soy noble. Soy sobresaliente. Soy vanguardista. Soy narcisista’’
Shakespeare dice que los puñales cuando no están en las manos, pueden estar en las palabras. Para salir de la toxicidad del narcisismo las víctimas tendrán que poner mucho de su parte, y navegar por las aguas frescas de la resiliencia y la sinergia. Recuperar el control de su vida emocional, aprender a curarse de las secuelas nocivas, darse cuenta de que no son una maquinaria distribuidora de soportes, comprender que a diario viven menos en lugar de vivir más, que la felicidad no es cancelarse para que el narciso sea feliz. Cuestionarse ¿Por qué querer estar en una relación con alguien con quien no se tiene una buena conexión, solidaridad, correspondencia, compromiso afectivo y afinidad? Cuando lo que implica en una relación es el bienestar del otro, ser empáticos en el discurrir del tiempo y en la compañía del disfrute al estar juntos. No debe ser una vinculación parasítica (simbiosis). Es el respeto y consideración que debe permear la relación. Ser coherentes por que no se puede justificar lo que no tiene justificación. No se puede admitir lo improcedente.
Distanciarse es un paso a la restauración de este nexo fatídico. Puede ser desafiante. Se necesita recursos y apoyo como: Terapia psicológica, libros, guías, líneas de apoyo, organizaciones de apoyo emocional, contacto cero.
Romper las cadenas, desechar el temor, salir de ese espejismo de luces nefastas que son una trampa de hiel, con valor dejar de ser esa marioneta inanimada, cortar los hilos, cerrar el ciclo de ese ballet de destrucción, dejar caer el telón en una huida a tiempo, que luego en el ojo del arúspice se verá fortuita.