La República Dominicana ha alcanzado las metas propuestas de desarrollo del turismo de sol y playa. El turismo cultural y el eco-turismo, que tienen un mayor impacto en las comunidades rurales y ciudades del interior, necesitan un impulso en materia de narrativa, eventos culturales, espacios, infraestructura y actores de la industria cultural.

Ya hemos descubierto algunos de los tesoros históricos, culturales y naturales de Santiago y el Cibao, incluyendo los espacios patrimoniales vinculados a catástrofes. Entre ellos: la Ruta de Colón, el parque eco-arqueológico de Santiago Viejo o Jacagua, el Centro histórico y otros, que hacen de la ciudad una marca cultural-país. 

catedral-Santiago-Apostol-5
Catedral de Santiago. Uno de los lugares del genocidio.

Hoy seguiremos explorando las riquezas históricas escondidas, al destapar el baúl que tiene encerrado el genocidio cometido por los haitianos contra las ciudades del Cibao, destacándose Santiago y Moca por la magnitud de la catástrofe.

Generalmente se habla del degüello de Moca, como si eso hubiera sido lo único que ocurrió, omitiéndose que Santiago era una población mayor una ciudad más grande y que el genocidio fue cometido en todas las aldeas, hatos, pueblos y ciudades del Cibao. Roberto Cassá escribió varios artículos que ofrecen mayores detalles sobre la invasión de 1805.

Entre los historiadores dominicanos que escribieron sobre estos hechos por ser testigos, por haber investigado o recibir el relato de sus ancestros están, Antonio Delmonte y Tejada, José Gabriel García, José Alejandro Llenas y otros. Emilio Rodríguez Demorizi hizo una notable labor de recopilación de documentos sobre el tema.

Gaspar Arredondo Pichardo es quien detalla mejor lo ocurrido en Santiago en su Memoria de mi salida de la Isla de Santo Domingo el 28 de abril de 1805. Esta obra magistral ha sido ignorada, minimizada y atacada por algunos intelectuales, a pesar de que relata con integridad y dolor los actos injustificados de exterminio.

En 1805 Dessalines invadió el lado Este de la isla, cuya población estimada era 152,00 habitantes, compuesta por un 70% por blancos, un 20% por mulatos y un 10% por negros. Fue masacrada con el asesinado de casi el 60% de los dominicanos. La orden de genocidio dada por Dessalines aparece explícitamente en su Diario de campaña.

El exterminio total no fue posible porque muchos se salvaron huyendo a los campos, cuevas y montañas. La ciudad de Santiago fue sometida a genocidio el 25 de febrero de 1805, después que los pocos combatientes que tenía enfrentaron la invasión en el sitio de Emboscada, con menos de 500 hombres, resistieron a 9,000 soldados.

El 3 de abril, cuando los haitianos regresaron de la fallida toma de Santo Domingo, degollaron a quienes habían regresado a Santiago e incendiaron la ciudad. Lo mismo hicieron con todo el Cibao. Degollaron e incendiaron a Moca, Cotuí, la Vega, San Francisco de Macorís, Jánico, San José de las Matas, Puerto Plata, Sabaneta, Monte Cristi y todos los poblados.

Calle del Sol citada como lugar del genocidio..Foto Anson Maccreary.

Citemos a Gaspar Arredondo Pichardo sobre el  genocidio de Santiago:

“Los bárbaros se dirigieron con las armas en la mano al templo (la catedral)o, asesinando..  nada los detuvo y como si estuvieran en un campo de batalla, hicieron una carnicería horrorosa manchando de sangre con mano sacrílega el suelo y los altares de la casa de Dios…Un hombre que todavía no había tragado las especies sacramentales, .. fue pasado con una bayoneta y quedó tendido en la puerta del mismo santuario”. 

 “En un abrir y cerrar de ojos se inundó la población de cadáveres y de sangre. Aquí, unos degollados, allí otros acribillados de balas. Más adelante otros dando vaivenes con las ansias de la muerte sobre los que ya la habían sufrido, y los gritos los ayes, las lágrimas, los gemidos, las carreras, las caídas, el eco del cañón, el estallido del sable, el silbido del plomo, todo era espantoso, todo horrible..”

“Los gritos de niños y ancianos que salían de sus casas despavoridos… Las madres, unas con sus hijos al hombro, otras tratando de salvar al enfermo, que desde el lecho del dolor clamaba por el amparo que no encontraba. Unas buscando al marido y otros tratando de ocultarse .. desde donde oían la voz tremenda de muerte y sangre, con el ruido de la pólvora y el acero con que ya estaban las calles cubiertas de cadáveres.

Un pueblo, en fin, abrasado con todos los elementos de la desolación y del exterminio, bajo el poder absoluto de unos feroces para quienes la voz del perdón y de la misericordia era una blasfemia..¡Cuántas desgracias! ¡Cuántas lágrimas que llorar!..La honestidad, el pudor, la decencia, todo estaba en la calle y en las plazas.. y aún en los templos, a merced de la brutal concupiscencia que estremecía la naturaleza”.

Este evento marcó drásticamente la mentalidad y la cultura dominicana, creando múltiples reacciones tales como: Las ciudades y pueblos quedaron deshabitados hasta 1808, un cambio en la composición étnicas, la huella genética de temor y el antihaitianismo, un estado de gran pobreza  y devastación en el cual se proclaman  dos independencias, la de España (1821) frustrada por la ocupación  haitiana y la definitiva de 1844.

¿Qué aporta a la narrativa del genocidio contra Santiago y el Cibao al desarrollo del turismo cultural?. Una historia dominicana de heroísmo, resiliencia y trabajo. Fundamentados en el lema Dios, Patria y Libertad y con la Biblia en su escudo, los dominicanos se levantaron de una devastación similar a la que hicieron los mismos actores en Saint Domingue. Ningún país de América ha sufrido una destrucción de tal magnitud, ningún país del continente se ha levantado del genocidio y las cenizas como República Dominicana. 

Definitivamente Santiago es una ciudad resiliente, demostrado al levantarse de todas sus devastaciones.

Las poblaciones del Cibao tienen sus relatos del genocidio e incendios,  vinculables a espacios a ser definidos como patrimoniales. Pueden mostrar al mundo los lugares de la tragedia, por ejemplo, Santiago puede señalar su catedral, las iglesias, el parque Duarte, la calle del Sol, toda la ciudad descrita por Antonio Delmonte y Tejada en 1789, como los sitios hitóricos de la catástrofe.

El Estado, el sector privado y la academia deben hacer las investigaciones e inversiones para a puesta en valor de esos lugares, de manera que se definan múltiples productos culturales, aprovechables  para  el desarrollo de la industrial cultural y el  turimo.