Luego del fallido intento de tomar el Palacio Nacional el 19 de mayo de 1965, que culminó con la caída en combate del ideólogo del Movimiento de Militares Constitucionalistas, coronel Rafael Tomás Fernández Domínguez, de Juan Miguel Román, jefe político militar del Movimiento Revolucionario 14 de junio (IJ4) y de otros valientes combatientes civiles y militares surgió la idea de extender la guerra hacia las principales regiones del país.
La idea se apoyaba en razonamientos lógicos pues la revolución estaba condenada al fracaso, si no se lograba romper el cordón de seguridad que había instalado los Estados Unidos tras la ocupación militar del 28 de abril de ese año.
Ocupación que contó con el apoyo de la Organización de estados americanos (OEA), entidad regional que se prestó a legitimar la intervención creando la Fuerza Interamericana de Paz (FIP) que involucraba otros países en el conflicto bélico.
La creación de la FIP fue una estrategia político militar que vino a impedir el triunfo definitivo del ejército constitucionalista que había derrotado al sector militar identificado con los intereses de la geopolítica del imperio en la región.
Previo a la ocupación militar extranjera, desde el día 24 de abril, los constitucionalistas tenían bajo su dominio la parte Sur y Norte de la capital. Espacio territorial que los invasores dividieron al instalar un cordón de seguridad que desde el punto de vista militar afectaba la logística de abastecimiento de armas, municiones y alimentos a las fuerzas constitucionalistas ubicadas en la parte norte.
Como se esperaba, esta estrategia militar se puso al desnudo cuando ya restablecidas las tropas de San Isidro fue instalada una denominada Junta de Reconstrucción Nacional bajo la presidencia del general Antonio Imbert Barrera, títere de imperio que tan pronto se juramentó ordenó una ‘’Operación Limpieza’’ en la parte norte de la capital todavía bajo el control de los constitucionalistas.
La ‘’Operación Limpieza’’ encontró la férrea resistencia de los valientes patriotas que defendían con heroísmo espartano las posiciones ocupadas. Pero que se vieron en la obligación, tras importantes bajas, de retirarse a la parte Sur donde estaba concentrado el gobierno del coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó y con él el grueso del ejército constitucionalista.
Es en esta circunstancia el alto mando Central del MRIJ4 y el MPD, dispusieron trasladar la guerra fuera de la Zona Intramuros auspiciando levantamientos armados en todas las regiones del país.
De inmediato se produjo el traslado a las diversas regiones de varios de los mejores combatientes del IJ4 y del MPD que estaban en la zona intramuros.
Las provincias seleccionadas para producir los levantamientos armados fueron en el norte, Santiago, La Vega, San Francisco de Macorís, en el Sur, Baní, Azua, San Juan de la Maguana y en el Este los municipios de Pedro Santana y Los Llanos. Se prefirió dar participación a los combatientes nacidos en esas demarcaciones.
El 14 de junio responsabilizó a Homero Hernández, de la insurrección de San Francisco de Macorís que comenzaría con el asalto de la Fortaleza Juan Pablo Duarte y al Cuartel de la Policía bajo los mandos de los coroneles de horca y espada Ramón Soto Echavarría, comandante de la la Policía Nacional y Perelló Soto, jefe del Ejercito Nacional y comandante de la Fortaleza.
Los dirigentes y militantes del IJ4 que estaban en la capital, fueron trasladados a San Francisco de Macorís estaban: Virgilio Perdomo, Franklin Rancier, Marcelo de la Cruz, Eligio Antonio Blanco Peña, Luis Sostenes Peña Jacquez, Rodrigo Lozada, Gilberto Domínguez, Luis Parris, Fidel Guzmán, Miguel Reyes Saldaña, Rolando Suardí, Bienvenido Leal Prandy (La Chuta), Arnulfo Reyes, Titico Cerón, Ulises Cerón, Sagrada Bujosa, Ivelisses Acevedo, Cristinita Díaz. Más dos Hombres Ranas designados por el jefe del Ejército Constitucionalista, Lora Fernández.
A este grupo se le sumaron los dirigentes del IJ4 de San Francisco de Macorís: Franklin Rosa Pichardo, Marcelo de la Cruz (Miche), Frank Sosa Duarte, Jimmy Vargas, Pasito Polanco, Chepe Sánchez, Abraham Vargas, Gilberto Domínguez, Dante Polanco. Mientras que el MPD, designó a: Monchin Pineda y Baldemiro Castro y de parte del ejército constitucionalista fueron designados dos hombres ranas uno de ellos de nombre Santiago Ureña.
Mientras este pequeño y valiente ejército de jóvenes solo esperaban el amanecer del 25 de junio para tomar por asalto el fortín militar, este fue develado por una persona que según rumores conocía del asalto y después de ingerir unos tragos expresó en un lugar público: -¡mañana aquí se va a pelear!- Un soplón que estaba presente lo informó a sus superiores que al amanecer del día 25 desplegaron una redada casa por casa tras los conjurados,
Operativo acompañado de ráfagas de ametralladoras provenientes de la Fortaleza Duarte y de diversos puntos de la ciudad creándose un ambiente de terror. Algunos de los perseguido fueron hechos presos en allanamientos, en las calles y en una finca cercana a la ciudad. Mientras camiones y vehículos militares con soldados bien armados recorrían los barrios más rebeldes mientras la población asombrada y colmada de pánico se concentraba en sus hogares.
En el operativo cayeron presos Baldemiro Castro, responsable, junto a otros combatientes, de dirigir la toma del Cuartel de la Policía, otro en caer prisionero fue Arnulfo Reyes, igual suerte corrió Eligio Antonio Blanco Peña Bienvenido Leal Prandy (La Chuta), Franklin Rancier, Titico Cerón, Dante Polanco, Luis Parris y Virgilio Perdomo quienes pernotaban en una finca en la comunidad del Limón esperando la hora de iniciar el combate. Mientras que en otra finca propiedad del hacendado Pedro Gómez, a pocos kilómetros de la ciudad, donde estaban Sóstenes Peña Jacquez y el Ing. Rodrigo Lozada, junto a los jóvenes Carlos Gómez, de La Vega, y Muny Díaz fueron localizados por el ejército y fusilados al instante.
En otros lugares fueron apresados Pasito Polanco, Dante Polanco (su hijo) Jimmy Vargas, y Chepe Sánchez. Todos después de soportar terribles torturas fueron conducidos al patíbulo en el patio de la Fortaleza. Teniendo que vivir, Dante Polanco, la tragedia humana de ver, por la ventanilla de la celda donde se encontraba recluido, el fusilamiento de su padre.
Experiencias semejantes vivieron Cristinita Díaz y Sagrada Bujosa cuando al enterarse de que los cadáveres de los fusilados lo habían amontonado en la puerta del cementerio Municipal se dirigieron al lugar para tratar de identificarlos lo que se les hizo difícil porque estaban unos arriba de otros y sus rostros no permitían identificarlos debido a las horribles torturas que padecieron antes de ser fusilados.
Cuentan las valientes mujeres que cuando se encontraban frente al cementerio identificando los cadáveres un parroquiano les grito -¡corran que por ahí vienen los guardias! Decidiendo retirarse de inmediato del lugar antes de correr la misma suerte que sus compañeros.
En su retirada, Sagrada y Cristinita se encontraron en unas de las calles desiertas de San Francisco de Macoris con Homero Hernández quien buscaba un lugar donde ocultarse y evitar caer en las garras de los soldados que lo buscaban por casas, calles y fincas de la provincia.
De esta manera, Sagrada y Cristinida lo condujeron a la casa de Pachico González un reconocido luchador anti trujillista y dirigente del IJ4 en la provincia. Quien con gusto protegió en su casa a Homero y las referidas compañeras.
Pero, el lugar no era seguro, pues se trataba de una casa fichada por los cuerpos de seguridad por lo que decidieron abandonarla vistiendo a Homero de Sacerdote como forma de burlar la persecusión criminal que pesaba sobre él. La sotana del sacerdote fue cedida por un religioso amigo de la familia que ofreció toda su solidaridad y cooperación para evitar que Homero y sus compañeras fueran apresados por los militares.
De esta manera los tres lograron cruzar con éxito el cordón militar-policial que estaba a la entrada del pueblo y regresar salvos a la capital.
En una conversación con Eligio Blanco peña (El Pai), uno de los sobrevivientes del frustrado asalto me confesó que, estando preso en la Fortaleza junto a los demás compañeros, esperando la orden de su fusilamiento, ‘’llegó en un helicóptero el general Antonio Imbert Barrera, presidente de la Junta de Reconstrucción Nacional quien luego de entrevistarse con Perelló Soto procedió a interrogar a cada uno de los prisioneros. Y, tras marcharse, días después, llegó otro helicóptero con unos comisionados de la Organización de Estados Americano (OEA), quienes les informaron a Perelló Soto que debía garantizar la vida de los prisioneros de guerra tal y como lo consagra el protocolo de Ginebra firmado entre los países participantes de la Primera Guerra Mundial.
Blanco Peña expresó que si no hubiese sido por la visita de esa comisión y la advertencia hecha a Perelló Soto hubiesen sido fusilados todos los prisioneros que estábamos a la espera de ser conducido al patíbulo como, lamentablemente se lo aplicaron, antes de esta visita, a los compañeros: Chepe Sánchez, Sargento Mendoza, Pasito Polanco, Frank Sosa Duarte, Jimmy Vargas, Abrahamcito Vargas, Rafaelito Rodríguez, José Ballardo Jiménez, Carlos Gómez, Many Díaz, Sóstenes Peña Jáquez, Rodrigo Lozada, Baldemiro Castro, y Franklin Rosa Pichardo en su mayoría residentes de San Francisco de Macoris y miembros del Movimiento Revolucionario 14 Junio.
A los 57 años después de su muerte el pueblo dominicano, y en especial los pobladores de San Francisco de Macoris, mantienen viva su memoria. En reconocimiento a su sacrificio por la patria en el portal del cementerio hay una tarja monumento donde están los nombres de los mártires y héroes de esa gesta patriótica del pueblo dominicano.