El tercer período de Lilís, Ulises Heureaux, se mantuvo por 12 años bajo un sistema de poder autoritario, centralizado, represivo, con algunas bondades que consolidaron el capitalismo insipiente y la propia modernidad, logrando una alianza con un sector de clase que le permitió un matrimonio con esos sectores del poder fáctico, a pesar de que su trago era amargo dada su procedencia social y racial.

Así de complejo fue el perfil del liderazgo de quien en sus inicios era liberal y miembro activo del partido Azul, mentor del gran líder restaurador Gregorio Luperón y en su momento de compromiso liberal, se la jugó del lado de buenas causas, pero la ambición, el desbordamiento de poder y la fragilidad con la que se mantuvo la segunda república, hizo de Lilís, un caudillo más y de tradición militarista, como parte de un estilo político de moda y que respondía a un atraso social, reflejo fiel del ruralismo que dominaba la economía, la sociedad y la mentalidad del pueblo dominicano hasta bien entrado el siglo XX.

Cronología de los gobiernos de Ulises Heureaux

El primer gobierno de Lilís (1882-1884), se inaugura en septiembre del 1882, acompañado de Casimiro N. de Moya, y otras personalidades: Alejandro Wos y Gil, Eugenio Generoso de Marchena, Segundo Imbert, y otros. Tomó medidas que le permitieron un balance histórico comedido: apoyó y financió el retorno de la familia de Juan Pablo Duarte al país el 11 de febrero del 1884, le autoriza una pensión vitalicia y una vivienda a la viuda de Francisco del Rosario Sánchez, ente otras medidas.

Opuesto a su líder Luperón, sugiere como sucesores de su mandato, a Francisco Gregorio Billini y Alejandro Wos y Gil, en oposición, a Segundo Imbert y Casimiro de Moya, preferidos por Luperón. En lo interno se mantuvo cierta grieta social con una parte del Cibao central que llegaron incluso a iniciar una pequeña revolución rápidamente aplacada: Moca, la Vega, Santiago, entre otros lugares.

Segundo gobierno de Lilís (1887-1889). La participación en contra de los alzamientos de algunos líderes liberales como Benito Monción, para sustituir el gobierno de Alejandro Wos y Gil en 1887, le hicieron ganar prestigio como militar aguerrido y triunfante, retornando al poder en el 1887 por dos años más. Su intención dictatorial comienza a salir en el segundo gobierno de dos años al iniciar una campaña para prolongar el período del 1887 al 1891 con acciones populistas y otras maniobras como la sustitución del Congreso por una Convención Nacional.

En junio de 1888, se le confiere el título de Pacificador de la Patria por parte del Congreso Nacional. Firma un préstamo en agosto de 1888 con un banco de Holanda Westendorf y Company, la falta de control de las finanzas públicas y de los pagos de intereses del préstamo hicieron que los empleados de las áreas recaudadoras fueran de la compañía extranjera y perdíamos soberanía económica con dichas acciones, aumentándose a 30 millones de dólares la deuda a su muerte en el 1899.

Este segundo período, encontró al final de frente a Luperón, y Lilís, por ser propuesto el líder restaurador como candidato a la presidencia en oposición a su discípulo Ulises Heureaux, quien contrario a lo esperado, no cedió en sus aspiraciones y se enfrascaron en luchas que trajeron rebeliones militares, manifiestos y alzamientos en algunos puntos del país que, sofocados, permitieron que Lilís se repitiera por tercera vez, ahora por cuatro años, para el período 1889-1893.

Tercer gobierno de Lilís (1889-1893). Con algunas iniciativas de inversión pública como el ferrocarril Samaná-Santiago el 16 de agosto del 1887 y la impresión de moneda, declarando, además, una amnistía contra sus opositores a quienes extiende un ramo de olivo para dar la impresión de una nueva imagen, comienza a trillar su gobierno. Al final del período se presenta a la presidencia la candidatura de Eugenio de Marchena (uno de sus colaboradores), que es mal vista por Lilís. Acusado de participar en un atentado contra Lílís, el 22 de diciembre del 1893 fue fusilado Eugenio de Marchena y 9 personas más, dos de ellos relacionados a la familia Báez Figueroa, en la provincia de Azua.

Su cuarto período de gobierno (1893-1897). Arropado sobre todo por el endeudamiento y negociaciones con la banca internacional, con la que había concertado un segundo préstamo a través de la Westendorf y Company en 189. Esta se reira en 1892 cambiando el estado dominicano de deudor, de Holanda a la Improvement y Company de New York, y una parte de ese préstamo no se usó para los fines que fueron originalmente tomados, y el ferrocarril Santiago-Puerto Plata se inauguró después de su muerte a principio del siglo XX, en 1905, luego de originarse un conflicto entre la empresa concesionaria de la construcción de las vías férreas, Drake Construction Co., y el gobierno de Lilís,  al aumentar los costos en más de 300,00 dólares de los bonos acordados para su realización.

Igualmente impulsa su gobierno otras obras como el ferrocarril de Macorís inaugurando el ramal de Jina el 16 de agosto de 1895, y otras obras en medio de crecientes oposiciones, rebeliones, alzamientos y una gran represión que le lleva a su cuarta reelección. Con firmas de apoyo y un periplo de viajes promocionales, y en la Vega inicia el primer recorrido de su quinta reelección.

Tragedia y último período (1897-1899). Intrascendente en sus efectos, el último gobierno era ya la expresión de un desgaste y una odiosa insistencia en el mantenimiento en el poder. El endeudamiento crecía, las finanzas andaban mal, el régimen se imponía contra la historia y la crisis económica se acentuaba. Asomo de modernidad con la inauguración del Telégrafo y otras obras modernistas. El 6 de agosto del 1897 se inaugura el Ferrocarril Central despertando gran alegría en el Cibao.

Lo más absurdo fue la venta en secreto del territorio ocupado por los haitianos hecho de forma clandestina por el Congreso el 31 de octubre de 1898. Como parte de la desesperación del régimen se incrementó la represión a los opositores.

Con este cuadro deprimido política, social y económicamente, se produce en Moca el ajusticiamiento de Ulises Heureaux, en visita hecha como parte de su recorrido reeleccionista, un 26 de julio de 1899, y cuya acción fue motorizada entre otros, por Ramón Cáceres, Jacobo de Lara y Horacio Vásquez. Juan Isidro Jiménez y Pereyra, jefe de la revolución de la Línea Noroeste, y cuyas acciones militares se iniciaron tan pronto le dieron muerte al caudillo, encabezó luego la presidencia de la república en las elecciones que le precedieron al acontecimiento del tiranicidio a finales de 1899.

El continuismo, el reeleccionismo, la satrapía, el autoritarismo, el mesianismo político, como el clientelismo, son causantes de que nuestra historia nacional viva momentos cruciales de represión, retroceso, anacronismos y dictaduras, pero también, repitiendo esos modelos, hemos tenido dificultades para encontrar el camino de construir una transición democrática que borre del inconsciente colectivo, el viejo orden en el ejercicio político y vemos con tristeza cómo práctica política hoy se apega a estos modelos y referentes para repetir los hechos traumáticos del pasado. Algunas lecciones de la historia nos deben servir para conocer los entuertos de nuestro pasado, para saltarlos, evadirlos o no repetirlos, pues sus resultados han sido funestos para la sanidad democrática de la nación.

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