Gustavo Olivo Peña es un valioso narrador dominicano, oriundo de San Francisco de Macorís, donde nació en 1958. Estudió periodismo, trabajó en varios diarios y revistas de Santo Domingo, donde reside y hace vida laboral, social y cultural. Se trata de un comunicador, escritor y estudioso de la palabra que cultiva el arte de la narración con el talento literario de quien tiene las condiciones intelectuales y estéticas para la escritura. Él es uno de los ejecutivos del periódico digital Acento, y ha publicado varios estudios literarios.

La narrativa literaria tiene tres vertientes: el cuento, el relato y la novela. El volumen de Gustavo Olivo Peña (Un hombre discreto, Santo Domingo, 2021), presenta un conjunto de textos sobre varios hechos de variada factura, por lo cual se inscribe dentro del relato. Son textos literarios cuya formalización revela el uso ejemplar de la palabra mediante el arte de la narración con las técnicas pautadas por la narrativa moderna. Se trata de la aplicación de los recursos compositivos que aplican los buenos narradores, potenciado con una orientación intelectual y estética de singular prosapia creadora, aspecto significativo en esta obra de Olivo Peña, que el narrador potencia con el uso de voces del español dominicano, ya que se trata de un escritor que cuenta hechos de la vida social y, como se trata de una narración inspirada en la realidad nacional, lógico es que el autor incluya vocablos de nuestro lenguaje, como el uso de aplatanao que aplica en el primer texto de la obra que da título al libro, como podemos apreciar en este pasaje:

La voz de doña Teresa, la mejor enterrada del barrio, sobresalió en el grupo de curiosos al afirmar que escuchó al teniente Ortiz decir, con pesar, que el viejo lo hizo.

   -¡Qué Dios se apiade de su alma!

   Algo era cierto. Don Gonzalo Normando, el cubano bonachón y aplatanao, en ´principio había preocupado al vecindario cuando empezó a decir que, si moría su esposa, de inmediato que quitaría la vida; lo dijo y lo repitió tanto, que la gente dejó de tomarlo en serio” (Gustavo Olivo Peña, Un hombre discreto, 2021, p. 6).

El texto titulado “Esa mujer” aplica diversos recursos compositivos apropiados para la creación de cuentos, relatos y novelas. Gustavo Olivo es un diestro narrador, emplea oportunos recursos narrativos, como la técnica de evocación, la retrospección narrativa, suspenso dramático, superposiciones espacio-temporales, caracterización de personajes y otros procedimientos compositivos y, desde luego, un aspecto que también usa con propiedad es la meta-narración, es decir, la mención de textos narrativos en el proceso de la narración. Ese recurso, propio de los procedimientos metalingüísticos, consiste en dar el significado de palabras que se emplean, o aludir a libros y personajes literarios y, paralelamente, hace uso del recurso de la meta-narración, que consiste en reflexionar sobre la propia narración comentando pasajes del texto o citando obras literarias. Por ejemplo, hay un pasaje meta-narrativo donde el autor hace mención de una obra de Julio Cortázar, Rayuela, y, al aludir a temas vinculados a una biblioteca dentro del marco de la narración, aplica ese procedimiento meta-narrativo, que es una manera de profundizar en la palabra, aludir al proceso creador y estimular el conocimiento de la literatura para darle un singular significado a la narración, como hace Gustavo Olivo Peña en este ejemplo:

El libro era Rayuela de Julio Cortázar. Cuando lo leas, conversaremos. Es del tipo de libro que te puede consagrar como lector o causarte una frustración que te aleje de la buena literatura para toda la vida.

   -Gracias. Y…quiero pedirle un favor, que me permita ver su biblioteca. También tengo curiosidad por conocer la casa, su interior, su patio.

   La mujer demoró unos minutos en responder.

   -Bien, aunque soy celosa con mi privacidad, te haré el favor. Debes estar el miércoles a las once de la mañana, sin demora” (Gustavo Olivo, Un hombre discreto, p. 44).

El relato titulado “Esa mujer”, uno de los más sugerentes, apropiados y pertinentes en el libro Un hombre discreto, refleja la capacidad introspectiva del autor para delinear aspectos vinculados con la naturaleza humana. Sucede que los humanos somos complejos con una sensibilidad y una conciencia mediante las cuales testimoniamos lo que somos, sentimos, intuimos, creamos y queremos, y un relato es una creación inspirada en dos o más hechos, y esos hechos, naturalmente, dan lugar a que los narradores los asuman como clave o pretexto para plasmar una narración con una determinada actitud en virtud de la vocación del narrador y en conformidad con la intención narrativa que suele testimoniar lo que sucede en la vida o lo que ocurre en la realidad, y al mismo tiempo dar una valoración de la realidad a la luz de las intuiciones, conceptos y valoraciones del autor, y, en tal virtud, formalizan un tramado narrativo con hechos, ambientes y personajes, los tres elementos principales de una narración, como se aprecia en esta obra narrativa.

Desde la izquierda el escritor José Enrique García, quien presentó la obra de Gustavo Olivo Peña (c), y el periodista y maestro de ceremonias Juan Esteban de la Rosa.

El enfoque que este narrador aporta a la percepción de la realidad, a la luz de su valoración de las cosas, su introspección de la condición humana y lo que sugiere cuanto narra, se infiere que el narrador tiene la capacidad para articular la narración de hechos que dan cuenta de circunstancias específicas que vivimos los humanos. En efecto, en este relato el narrador asume la vida de un personaje que la compara con lo que plantea Rayuela en esa obra narrativa, y entonces ausculta la sensibilidad humana, examina el pensamiento del personaje y enfoca el sentido de la narración a la luz de la conciencia humana, pensando en la dificultad que existe para conocernos a nosotros mismos y para conocer a los demás, y esa reflexión es clave en esta obra de Olivo Peña ya que el autor tiene, no solo formación intelectual, estética y espiritual, sino también una singular capacidad introspectiva para auscultar la esencia y la conciencia humanas y, sobre todo, para valorar lo que somos y sentimos a la luz de nuestras intuiciones y vivencias, sin obviar la faceta lingüística, el uso de vocablos pertinentes y el detalle de describir ambientes, escenas y personajes obviando lo innecesario para que el lector infiera su propia percepción de la escena, como se aprecia en este fragmento:

“-¿Sabes? Yo he pensado que la vida de una persona es así, nada lineal, como Rayuela, múltiples vidas en una, historias personales paralelas, y al mismo tiempo vinculadas, contrastadas, entrecruzadas con sutileza o con brusquedad, cada una contiene a la otra, distintas personas en una persona y no se sabe, con exactitud, quien es una u otra, dónde empiezan y concluyen. Tal vez así somos. Y guiado por prejuicios cada quien aborda al otro como le parece mejor, lo juzga, lo condena, lo aparta o lo absuelve y lo incorpora a los merecedores de sus mejores afectos. ¿Y quién puede decir que conoce por completo, a fondo, a sus semejantes? ¿Acaso existe alguien que conozca a plenitud su propio ser? –reflexionó la mujer, entre copazos de cigarrillo y sorbos de café, mientras observaba diluirse el humo” (Gustavo Olivo Peña, Un hombre discreto, p. 48).

Hay una onda múltiple y simultánea de la realidad de lo viviente que toca nuestra sensibilidad y apela nuestra conciencia, al tiempo que motiva el arte de la creación verbal, como lo ha sentido el autor de este libro, Ocurre que como efectivamente le acontece a Gustavo Olivo Peña, él vive la realidad, está en contacto permanente con las manifestaciones socioculturales de la realidad, y eso, naturalmente, toca su ser, toca su sensibilidad, toca su conciencia y despierta el aliento de la creación, que en su caso se manifiesta, no en poesía, sino en el arte de la creación narrativa, y esas dos vertientes de la creatividad literaria en el fondo responden a la misma motivación porque se trata de un impulso creador inspirado en la valoración de la realidad, como es el caso de Olivo Peña que está conectado con la realidad, escribe a partir de la realidad, y, como narrador, crea un mundo de ficción. Crear un mundo de ficción significa crear mundos imaginarios o fabular una invención de la realidad a partir de los datos que la realidad aporta para lo cual, naturalmente, se necesita talento creador, como sin duda lo tiene Olivo Peña; se necesita sensibilidad estética, como la tiene Olivo Peña; se necesita formación literaria y capacidad intelectual, como se aprecia en varias facetas de sus narraciones a la luz de las descripciones y los datos sensoriales que aporta y, naturalmente, como se aprecia también en la estructura narrativa de cada uno de sus textos, ya que la formalización narrativa, que se inspira en la realidad a pesar de que como narrador inventa, y lo que inventa está cifrado en la realidad porque él está conectado con la realidad. De hecho sus narraciones las percibe el lector como manifestaciones de la realidad, vale decir, de la realidad social, cultural, idiomática, antropológica y sicológica de los hablantes, y de la realidad intelectual, estética y espiritual, que conecta con lo viviente, lo que es parte del encanto de estos textos narrativos de Olivo Peña, que tienen un valor literario, conceptual, estético y espiritual a la luz del arte literario y de nuestra cultura.

Escribir un texto literario supone un talento especial que tiene nuestro narrador. Ocurre que el autor de una obra narrativa, sea cuento, relato o novela, tiene que identificar en primer lugar un hecho que impacte, y nuestro autor lo logra; tiene que identificar una dimensión temática, conceptual y narrativa para para concitar la atención del lector, y esta obra lo consigue; y tiene que escribir una obra con una dimensión estética y espiritual, y nuestro autor lo logra. Y también ha de tener una serie de rasgos formales y conceptuales que se manifiestan en el uso de los recursos técnicos de la composición, en el lenguaje apropiado, en las figuraciones estilísticas, desde epítetos y adjetivos oportunos hasta metáforas y comparaciones y, desde luego, y esta obra cumple con ese requisito. Y si es posible también está el nivel de la simbología lo que le da categoría literaria a una creación estética, y esta obra de nuestro autor la tiene. Por consiguiente, son muchos los aspectos que consciente o inconscientemente el autor ha de manejar y que también consciente o inconscientemente el lector percibe, y entonces todo eso forma parte del encanto de la narración. Esta obra de Gustavo Olivo Peña tiene ese encanto que impacta al lector y en consecuencia tiene méritos literarios que la convierten en una obra significativa en la narrativa dominicana, como es Un hombre discreto, que naturalmente me complace comentarlo, en primer lugar por la categoría del relato; en segundo lugar, por la formalización literaria, que es la manera de verbalizar una creación; y, en tercer lugar, por la invención de los hechos, ambientes y personajes de este singular libro de narración que, naturalmente, ha de haber sido de grata satisfacción para el autor al concebir y formalizar esta obra narrativa.

Narrar supone llevar la cuenta de lo que acontece, pero lo que acontece no puede ser un tema cualquiera o un hecho cualquiera, o una historia cualquiera, sino un tema, un hecho o una historia con un conflicto inherente a su desarrollo, ya que tiene que ser un hecho acontecido en algún lugar y ejecutado por algún personaje, de manera que no se trata de un asunto cualquiera. Tampoco puede ser la relación de hechos indiscriminados, porque si se trata de la relación de varios hechos podría dar lugar a lo que se llama relato, ya que el relato es la narración de varios hechos concatenados en torno a una historia, o varios hechos que conforman una historia. Tampoco puede ser la narración de varias historias ya que eso es lo propio de la novela en la que se narran dos o más historias, concatenadas en torno a un acontecimiento que los vincule. Esto lo sabe muy bien el autor de esta obra porque es un conocedor de la literatura, y esa es la razón por la cual en esta obra narrativa hay varios hechos, pero son hechos individuales formando una estructura narrativa particular a la que llamamos cuento y relato. Entonces podemos disfrutar el proceso narrativo de cada uno de los hechos, porque los hechos los van ejecutando los personajes que se manifiestan en un ambiente, y ahí el narrador presenta la descripción del ambiente, como lo hace Gustavo Olivo, y, como esos hechos los ejecutan personajes, el narrador presenta la caracterización de actuantes y figurantes; y como esos hechos tienen un perfil particular el autor nos da una imagen de los hechos, es decir, una configuración de lo que un personaje ejecuta en un lugar determinado, y eso, naturalmente, lo puede apreciar muy bien el atento lector de este libro de nuestro admirado autor que sabe configurar, como ya dije, la narración de varios hechos en diferentes relatos, sabiendo que cada texto está centrado en la presentación de hechos con que se manifiesta fiel a la pauta establecida por los expertos del arte de la narración verbal.

En esta obra de Gustavo Olivo se puede apreciar que su narrativa se inspira en la realidad de lo viviente, mediante hechos objetivos en unos casos o hechos combinados en otros casos con la participación de la realidad y la imaginación y, desde luego, en ambos casos el autor, al narrar, trata de perfilar datos precisos con los contornos reales de los sucesos que acontecen para situar lo peculiar del hecho que narra y, por supuesto, para que el lector tenga también una base objetiva de lo que acontece, porque las narraciones literarias se fundan en hechos, que son valorados por los lectores, y la persona de carne y hueso, cuando está frente a una realidad, puede percibir los datos que están al alcance de su percepción, y el narrador tiene en cuenta ese detalle porque está contando algo que el lector no tiene delante de sus ojos, sino la página donde aparecen los pasajes de cada párrafo con el argumento que plantea y los detalles de lo que sucede, y naturalmente todo eso tiene una intención y un sentido, como se puede apreciar en el siguiente pasaje de la obra Un hombre discreto, del texto titulado “El monumento”, en el que el narrador da un perfil del ambiente en que sitúa la llegada del personaje al entrar a un tren de pasajeros, con las circunstancias de la entrada hacia el interior del tren, los detalles cuando el tren llega y se detiene, así como la salida de pasajeros y del susodicho personaje al disponerse a entrar a uno de los vagones del tren, y entonces el narrador da cuenta de una circunstancia singular que llama la atención, como se lee en este ejemplo:

A prisa para no perder el tren, Marcos descendió por las escaleras hacia el subterráneo. Justo a tiempo, el tren se detuvo y se abrió la puerta. Dos pasajeros salieron, un hombre gordo, de lento andar, y una muchacha que casi corría. Marcos se dejó caer sobre el asiento frío y duro. Se desperezó un poco y miró el reloj: Las 22:00.

Recorrió el vagón de un vistazo y se percató de un hecho curioso, era el 0022, coincidía con la hora. De un vistazo le pareció que los pasajeros sumaban 22. Extraño, pensó. Volvió a contar. Sí, eran 21, y con él completaban 22” (Gustavo Olivo Peña, Un hombre discreto, p. 59).

Las relaciones humanas suelen ser complejas, lo mismo conflictivas que armoniosas, pero en el caso del texto titulado “La bailarina Aidyn”, el autor narra un caso complejo en el que, intermediando el sentimiento del amor, surgen situaciones adversas con la apariencia de comprensión; sin embargo, una relación de ese tipo resulta fructífera, enjundiosa y grata, como se conoce en la realidad social, y los cuentistas dan cuenta de lo que acontece en la realidad, pues no inventan ni alteran lo que acontece en la realidad, sino que la reflejan, la reproducen y la testimonian para que el lector pueda apreciarla como si se tratase de un espejo, y la narrativa a menudo es un espejo de la realidad, y los lectores puedan vivir un momento de ficción a través de la palabra del narrador que hace uso de su conocimiento de la sociedad y lo formaliza mediante  las técnicas compositivas con las que recrea hechos, ambientes y personajes en su formalización verbal. lo que constituye el centro de una acción que lo asume como base de su creación, como se puede apreciar en el siguiente párrafo de Un hombre discreto:

-“Con Aidyn nada era simple. Me creía ser su novio, pero cuando le hablé como tal, ella me detuvo, se comportó brusca y cortante. Dijo que desde que escuchó mi confesión de amor durante la danza pensó mucho, se imaginaba cómo sería un noviazgo conmigo. Admitió que yo le gustaba. Me explicó con franqueza y frialdad que decidió disfrutar buenos momentos, no una relación. Tampoco quería matrimonio. Pensaba que formar familia no era para ella, la obligaría a dedicarle el tiempo y las energías que requería para la danza. Apelé a mis mejores argumentos, pero fue inútil. Dijo que, si estaba seguro de que no me enamoraría hasta convertirme en un problema, podíamos continuar sin ningún compromiso. No tuve más remedio que aceptar sus condiciones. Ella era libre, yo estaba rendido” (Gustavo Olivo Peña, Un hombre discreto, pp. 76-77).

El autor de esta obra sabe lo que quiere cuando traza el objetivo de redactar una narración. En este valioso testimonio narrativo podemos valorar lo que es el arte de la narración verbal. Gustavo Olivo Peña aborda múltiples temas, motivos y facetas de la vida cotidiana. Lo suyo no es el mundo de especulaciones, vaguedades, suposiciones y fantasías, sino el ámbito de la realidad social, histórica, humana y cultural en que se ha desarrollado como persona, como intelectual y como escritor. En uno de los cuentos más significativos, el titulado “El encargo”, Gustavo Olivo da cuenta de la llegada de un sacerdote que, en misión apostólica, siendo un extranjero, se encuentra con una realidad desconocida para él, como es la cultura del pueblo dominicano y, entonces, se opera en su psiquis automáticamente una confrontación de lo que él es, entre el legado que ha recibido en su formación intelectual, religiosa y espiritual para su misión sacerdotal, lo que, naturalmente, aflora a la hora de percibir conductas diferentes a las de su país, ante actitudes sociales y culturales y, desde luego, ante las circunstancias peculiares de la población donde ha sido asignado. Esos detalles en forma de bloques los percibe y aplica el diestro narrador de estos cuentos y relatos, y naturalmente, el lector tiene la oportunidad de disfrutarlos por la propiedad narrativa de su escritura, por el atractivo de la temática y por el acierto de su formalización estética, como lo revela el siguiente pasaje:

Pisó suelo dominicano en momentos en que el país empezaba una nueva etapa, tras la ejecución del tirano. La población experimentaba algo diferente, entre la esperanza, la duda, que fue creciendo, y una suerte de aprensión. Al recién llegado Neumann, la diferencia entre su país natal y este nuevo lugar lo sacudió. El Caribe, las Antillas, lo atractivo y lo desconocido le imponían nuevos retos. En la medida en que se relacionaba con la realidad humana, empezaron a cambiar sus planes. Se refugió en la meditación, oró y ayunó. En sus introspecciones se convenció de que la Providencia vería con buenos ojos que invirtiera sus energías en una praxis cristiana de compromiso. La adaptación requería sacrificios, tenía que convivir con la gente a la que debía brindar la cura de almas. Nunca imaginó personas que tenían lo mínimo y envueltos en una fe profunda, con una capacidad de resistencia firme y ese don para compartir” (Gustavo Olivo Peña, Un hombre discreto, pp. 106-107).

El autor de este texto narrativo, Gustavo Olivo Peña, tiene una sólida formación intelectual y una firme espiritualidad con vida interior, con consciencia de la trascendencia y con sentido edificante de lo que la vida entraña para el destino final que a todos nos aguarda. En ese tenor, cabe destacar que en algunos pasajes de esta obra se nota la finura intelectual del autor, la capacidad reflexiva de su talento y la faceta espiritual de su conciencia y, desde luego, hay notaciones de su inteligencia sutil a cuyo través despliega valoraciones y conceptos insertos en el marco narrativo, y eso es parte de los atributos de esta obra narrativa de Olivo Peña. Se trata de un escritor con conciencia de la palabra, que sabe lo que implica la dimensión profunda de la vida y que orienta y edifica a través de su escritura. Gustavo Olivo Peña escribe para edificar. Ese aspecto es muy importante en un tiempo como el que estamos viviendo, cuando se exalta la posverdad, que es una manera de entronizar la mentira, aupada por la difusión de fake news para adobar el engaño y la injuria como hechos normales, que es una forma de justificar la perversidad, Gustavo Olivo lo sabe y, por su orientación intelectual, moral y espiritual entiende que hay que construir mediante la verdad y los principios morales y espirituales para fundar una conducta que fortalezca nuestra tradición cultural mediante los principios que enaltecen y consolidan una conciencia espiritual edificadora. En tal virtud, esta obra tiene pasajes con la dimensión intelectual, moral, estética y espiritual, como el pasaje que pondera el valor del silencio, el sentido de la contemplación y la actitud digna a la luz de la armonía de lo viviente:

-Huyó, el humano teme al silencio que le obliga a encontrarse con las verdades de su ser, con lo profundo de sí mismo. El propio líder se marchó. Desde entonces, me quedé solo en el reino del silencio, aunque siempre he pensado que algún otro debió de permanecer. Disfruto de la absoluta armonía. He vencido al tiempo” (Gustavo Olivo Peña, Un hombre discreto, p. 161).

Para finalizar, subrayo tres rasgos distintivos de Un hombre discreto, de Gustavo Olivo:

  1. Presenta la realidad sociocultural con un sentido de valoración de lo propio a partir de la vertiente conductual manifiesta en hechos, actitudes y comportamientos, que el narrador usa como fuente nutricia de sus textos narrativos.
  2. Emplea con rigor y propiedad los recursos compositivos y las técnicas de la narración que propician una adecuada y sugerente formalización narrativa a la luz del arte de la creación verbal.
  3. Enmarca una adecuada descripción de ambientes, una pertinente caracterización de personajes y una apropiada formalización de los hechos que tipifican un cuadro narrativo conforme pauta la moderna verbalización de cuentos, relatos y novelas.

Los textos narrativos con los relatos de Un hombre discreto, de Gustavo Olivo Peña, veta de su talento literario y cauce de su vocación creadora, revela la formación intelectual del autor, su sensibilidad estética y su orientación espiritual junto a su dominio de la palabra con la correspondiente destreza en el uso de los recursos compositivos de una obra narrativa que es ejemplo en el arte de la creación verbal.

Dr. Bruno Rosario Candelier.

Bruno Rosario Candelier

(Santuario interiorista del Ateneo Insular. Moca, Rep. Dominicana, 12 de octubre de 2023).