Contemplar es abismarse hacia una experiencia de unicidad en la ladera de la realidad a la que suelo llamar el otro lado, plano de la Conciencia Cósmica donde están todas las vivencias en una sola unidad de tiempo. En ese estado, la música cósmica nos torna vaporoso y nos aposenta en un nivel vibratorio en el que somos observados por lo mirado, perdemos la noción del tiempo y toda la Creación se acomoda en el sosiego del ojo que se mira en el paisaje.
En la contemplación no hay dualidad, porque el sentido superlativo del Ser nos conduce al vacío iluminador, en el cual la Realidad Pura es La Belleza diciéndose ante el silencio del yo, como única Verdad en la que participamos como voz primera con la cual hemos creado el Universo para que se contemple a sí mismo cuando le miramos, en un presente en el cual está la totalidad del tiempo, en un compás de armonías iguales y abriendo sus puertas de amor unánime para el imparable Nirvana, natural a la certeza de nuestra naturaleza divina.
Tetragrammatón
Hay un viento verde
allá arriba en el techo del árbol
con cuchillos de luz
riendo entre las hojas
Y me llevas a la morada
que haces en mis ojos
al cielo que digo cuando respiro
cuando con amor contemplo
lo que creía separado
Y ya no hay herida en el cáliz
ni dolor que amedrente la mirada
solo el sosiego que te nombra
la geometría del silencio
que ya puedo escuchar
El silencio del yo activa la conciencia particular y esta se expande hacia su centro, se funde en la Conciencia Cósmica y se asiste al concierto de la belleza inenarrable que subyace en la contemplación. En esta belleza como expresión de la Verdad Suprema, nada está separado, todo es Uno, todo es el Todo. Y el que era observador es ahora también lo observado.
Toroide
Hondo de amor me has dejado
esclavo en tu libertad
resonancia de tu silencio
la voz diciendo eternamente
Yo Soy en cada latido
para la música que soy ahora
la danza en espirales
de órbitas hacia todas partes
para la red que somos en tu mirada
en tu belleza empinada
contemplándose a sí misma
El filósofo y el científico razonan, intuyen y reflexionan; el religioso obedece, para el razonar es pecado; el místico contempla; el poeta, fortuna suya, intuye y contempla. Con la intuición asiste a los tres tiempos, con la contemplación a la eternidad, allí todo está aconteciendo eternamente y sin agotamiento, el hijo es el padre de su abuelo, y los tres están de niños jugando a ser adultos en la memoria de la Naturaleza.
360 grados
Sin resplandores
el paisaje es un abismo
de verde música callada
Honda
la tarde es otra tarde
ya vivida
Y desnudo de mí
puedo verme en la otra ribera
con mi padre
de niños en el jardín
donde aun estamos
felices
sin entender nada
libres de insomnios
de terribles interrogaciones
De niña también
mi madre canta con mi hija
Me enamora oírles
Todos los hombres que he sido
me están mirando
En la contemplación se da un estado de sutileza en el cual vibramos en una escala energética que nos empalma con el plano en el cual las cosas se aman en su esencia… y podemos acceder a una cuarta vertical que nos encima en la dimensión causal, región del sonido primordial del cual están hechas todas las cosas. Y en mansedumbre nos vamos sin la carne a danzar en éxtasis, a crear los universos que se ocultan tras las apariencias. La contemplación es una expresión compasiva, amor imantado convocándonos a la certeza de que no estamos separados.
Contemplar no es razonar lo mirado ni meditar lo que atrae a la mirada… la contemplación es mirar con hondo amor el alma del Universo… el resplandor de su belleza que empinados vemos dentro.
El junco y el viento
Blanco en su mirada
no es posible verlo
Y de sombra
un contorno de incertidumbre
acomoda el resplandor en el ojo
que siega sosiegos al mirarlo
altas alcobas
en las que estamos
abismados de belleza
peinados juncos
en las orillas doradas del viento
una casa abierta adonde ir
que no sabemos
espejos cóncavos
para vernos desde todas partes
enamorados de la tarde
que ya es todo el lirio
Quien contempla se abandona en piadosa gratitud, en hondura hacia el principio único de lo infinito, haciendo un nido de ternura para emplumar el silencio, ese diapasón para la música que sostiene lo contemplado.
No contempla el que quiere… contemplar es una gracia, es un llamado a mirarse en las cosas. En la contemplación no hay intuición, sino revelación de algo sagrado que subyace bajo la sombra de la conciencia, se trata de una experiencia incomunicable. La alta sensibilidad del poeta y la piedad del místico son las vías inmediatas a la experiencia contemplativa. En ambos se expande la conciencia hasta empalmarse con el Todo, esa es la razón por la que durante el estado contemplativo no hay razonamiento, no hay pregunta ni asombro; porque siendo en el Todo, el Todo es en nosotros.
La poesía como resultado de la experiencia contemplativa es un canto a la Creación. La vida del místico arrebatado hacia la experiencia contemplativa es testimonio del amor cósmico, el amor dolido hacia todo lo que late. En uno y otro es fruto de vibrar en una alta escala en la espiral del proceso de desarrollo espiritual. Y ese es el fin de ambos.
En el paisaje, mil tonos verdes diagraman una voz de altos ecos para la gran poesía, murmullos de aguas diáfanas que no vemos al saciar la sed que no sabíamos.
Cartujo
Para que ahondado de atardecer
me pueda ver el paisaje
lo contemplo dentro de mi
Y me voy
descalzo de carne
cuando una música me llama
hacia la casa paterna
originario en latidos ya sin misterio
Y me escucho diciéndome
desde el otro lado
en la amorosa mirada
que soy sin cesar
empinado para ver las cosas
que me están mirando
Al contemplar, la mirada es mansa, los cristales de la luz son blandos, sin puñales heridos en su reflejo, no hay asombro, todo es natural, porque todo es en la unidad… Las cosas se asoman a su pozo para mirarse, y al vernos dentro, se enamoran de nosotros, ataviados de la belleza que ellas irradian.
Como conciencia o emanación del supremo amor, recreamos nuestro estado de sosiego en lo que miramos. Ese es el origen de la contemplación. Y digo bien, porque es nuestro estado interior lo que se nos revela al mirar… Miremos con amor, con la certeza de que no estamos separados.
Nirvana
Es un estanque la mañana
En su óvalo
de ardorosa piedad
la mirada
hace azul un pájaro
descociéndose del aire
Y una voz sin palabras
me ahuyenta despacio
hacia la vieja casa
De barro no
de amor
soy del otro lado
El poeta se aventura a traducir a símbolos los contornos de la experiencia contemplativa. En su pureza, la vivencia espiritual del ejercicio contemplativo se suma a otras anteriores y sucesivas para, por saturación, producir la expansión de la conciencia… Anterior a esto, después del resplandor del lirio, la palabra seguirá siendo sombra.