La escritora mexicoestadounidense Sandra Cisneros agradece a la poesía porque la ayuda a desfogar los temas que "asustan" a los hombres, los gobiernos, la cultura, el papa y la Iglesia, cuenta en entrevista con Efe a raíz de su nuevo poemario "Mujer sin vergüenza".
Mostrando la foto de la carátula del libro, Cisneros explica que se trata de una mujer completamente desnuda pero tapada con una hoja de un nopal porque las mujeres despojadas de su ropa "asustan" y se pregunta el ¿por qué?.
"Pues esa es la pregunta; por eso escribo poesía. ¿Por qué asustamos nosotras las mujeres desnudas? o no podemos hablar de algunos temas porque los hombres se asustan", dice con picardía la escritora.
Su nuevo libro es una recopilación de pensamientos íntimos de los últimos 28 años que, dice, escribió para ella misma en tiempos "con mucha censura del Gobierno, de la cultura, de la Iglesia".
"Intento siempre decir lo que pienso y para eso sirve la poesía", reitera la autora de "The House on Mango Street", novela con la que saltó a la fama en los años ochenta y que ahora ha adaptado para llevarla a la ópera.
Cisneros, nacida en Chicago de padres mexicanos y radicada desde hace casi una década en San Miguel de Allende (México), señala que aunque escribe en inglés, algunos de los poemas de "Mujer sin vergüenza" le salieron en español.
"La palabra sinvergüenza nunca me ha gustado porque es como una piedra para lanzar contra una mujer, es una manera de juzgarla. He intentado vivir como una mujer sin vergüenza, no una sinvergüenza", aclara.
"Una mujer sin vergüenza es una mujer que queda bien con ella misma, (es) vivir fuera de lo común, de cómo la Iglesia, el Gobierno del Estado, el papa, el papá, de cómo ellos dirigen. He intentado ese camino desde que fui muy joven", recuerda.
La escritora deploró el retroceso estadounidense en temas como la legalidad del aborto, como también la prohibición en el país de más de 1.600 textos escolares que hablan de las raíces hispanas, el racismo o la identidad de género, entre otros temas de minorías.
"Más que nada me da vergüenza, me da pena, me da como rabia y me da ganas de resistir, pero también veo que los jóvenes y las mujeres están resistiendo y eso me acuerda de los años 60, los años 70 y me anima", señaló.
Recordó que "The House on Mango Street" fue prohibido por juntas escolares de Kentucky y Arizona que ni siquiera cree que llegaron a leer el libro en momentos que querían arrasar con los estudios mexicoamericanos en varios estados.
"Estamos viviendo unos tiempos fuertísimos y hay que resistir, hay que comprar los libros que están censurando y regalarlos a jóvenes, a bibliotecas, leerlos, apoyar a los autores", subrayó.
Invitó además a gastar "los centavos" en libros escritos por los latinos en Estados Unidos, que "nos despiertan, nos ayudan a organizarnos" y que espera que lleguen "a manos de los anglosajones y de los políticos".
"LA SOLEDAD ES SAGRADA"
Durante la entrevista con Efe, Cisneros, de 67 años, declamó con humor uno de sus poemas en el que anima a las mujeres mayores a reconocer su belleza y esplendidez pese a la edad.
"No vieja, corrección, añeja", dice en una de las partes Cisneros, que se reconoce como "una payasa", que usa el humor al tiempo que se va quitando los tapujos impuestos por la sociedad.
Es una forma más de insistir en su mensaje a las mujeres de ganar su propio dinero, controlar su fertilidad – aunque en "Estados Unidos "los políticos nos están robando ese derecho de dirigir nuestros cuerpos"- y a valorar la soledad como algo "sagrado".
"No podemos controlar nuestro destino sin ganar nuestro propio dinero", subraya.
Y sobre la soledad dice que "es un regalo de la divina providencia. Cuando estamos solas podemos dedicarnos a alimentarnos a nosotras mismas, a levantarnos a nosotras mismas antes de cuidar a los demás".
Del poemario, traducido al español por la poeta mexicana Liliana Valenzuela, dice que se quedó "con la boca abierta" porque no sabía que tenía tanto material manuscrito como para un libro.
"La poesía es algo muy íntimo, muy privado que escribo para mí misma", recalca.
"Tengo un poema que habla de todos mis amantes y he tenido muchos", cuenta para responder qué fue lo que más le costó trabajo de narrar de sus intimidades.
Agrega que además descubrió que uno de ellos, también poeta, le dijo cuando era joven que no lo fuera a incluir en alguno de los poemas, pero que ahora se da cuenta que quería todo lo contrario.
"Él quería, pero como era muy macho no sabía cómo decirlo", dice. (Ivonne Malaver)