En Cinco preguntas para un escritor o escritora de la República Dominicana, tenemos el honor de conversar con una reconocida autora que ha marcado huella en la literatura infantil y juvenil. Con una obra que abarca desde temas universales hasta la rica realidad cultural y social dominicana, su voz se ha convertido en un referente para generaciones de jóvenes lectores. A lo largo de esta entrevista, nos comparte su visión sobre el proceso creativo, el desarrollo de personajes, los desafíos de abordar temas complejos y su perspectiva sobre el rol fundamental de la literatura en la formación de las nuevas generaciones. Una autora comprometida con su tiempo y con el poder transformador de las palabras.

Conozcamos un poco de Virginia Read Escobal

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Virginia Read Escobal. Foto de Gerson Adrián Cordero.

Nace en el año1963 en Santo Domingo, República Dominicana.

Escribe e ilustra literatura infantil, y dirige la Asociación Cultural Lleva un Libro en la maleta, donde se promueven el envío de libros, la lectura y las bibliotecas escolares en la República Dominicana.

Tiene publicados en sm:

Tres Moñitos no y Carlitos James busca un cundeamor.  Año 2006

Días de sol radiante.

Noches de luna nueva.

Novelas infantiles, finalistas de la 1ª Convocatoria del concurso Barco de Vapor en República Dominicana 2007. Publicadas en el año 2008.

Ediciones Pintar-Pintar:

Lleva un libro en la maleta, ilustrado por Lucía Sforza. Año 2011

Galardonado con el Tercer Premio Nacional a los Libros Mejor Editados, en la modalidad de Libros Infantiles y Juveniles, concedido por el Ministerio de Educación, cultura y Deporte, España. 2012

Finalista del Premio Libro Kiriko 2012, otorgado por Cegal.

Re editado en la República Dominicana por Ediciones Alfaguara. Año 2013.

En el año 2014 los derechos para ser publicado, fueron adquiridos por la editora Satori Publishing Co. En Corea del Sur.

Ediciones Alfaguara:

El pacto de Guani, 2012.

Ganadora del Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil Aurora Tavárez Belliard 2013. República Dominicana.

Loqueleo:

La cocina de mi abuela. Año 2014.

Loqueleo:

Un maestro en la montaña, 2012.

Hayque, 2017

La última Ceiba, 2021.

Miel de viejas, 2022.

Pintar-Pintar en España:

Dos casas, una isla, 2023

Acudebi:

Participación en tres Antologías, 2014, 2017, 2023

Ganadora del Premio Nacional de Literatura Infantil Aurora Tavarez Belliard 2024, en República Dominicana, por la novela juvenil Miel de viejas, ediciones loqueleo.

Gerson Adrián Cordero: ¿Qué te inspiró a escribir tu primera obra para niños o jóvenes, y cómo ha cambiado tu enfoque a lo largo de los años?

Virginia Read Escobal: Siempre sentí inclinación hacia el arte y los procesos creativos. Me gradué como arquitecta en la UNPHU, pero la vida me ubicó en España, donde, después de muchos trámites, solo podía ejercer la carrera si dedicaba dos años a estudiar estructuras en la Complutense, cuando ya estaba criando a dos de mis hijos, viviendo a más de quinientos kilómetros de la universidad. Decidí aparcar ese gusanillo creativo relacionado con la profesión de arquitecta, pero seguía bien vivo. Fue así como, en unas navidades, decidí ilustrar un cuento para regalar a la familia, especialmente a mis tres hijos. Realicé primero las ilustraciones y luego agregué un pequeño texto, inspirado en la lucha que mi hermana menor y yo tuvimos en la infancia con nuestro pelo. Así nació la maqueta de Tres moñitos no, que acabó en manos de doña Mary Collins de Colado, quien la presentó a la editorial SM, donde fue editado junto al cuento Carlitos James busca un cundeamor y publicado en 2004.

Al principio, mi enfoque era ingenuo, pero no infantilizado. Contaba situaciones duras, cubiertas con una capa de azúcar. Luego me fui atreviendo a hablar de los mismos temas que esbocé en las primeras obras, pero de forma más profunda, siempre desde lo que me conecta con “lo dominicano” y con lo rural, la migración, la falta de justicia y la naturaleza.

Hace poco, y por primera vez, escribí un cuento que se sitúa en Asturias y que aborda la emigración a Suiza, en los años setenta, de una familia española y su retorno a la aldea para pasar las vacaciones de verano. Gracias a una cuidada edición del autor argentino Carlos Marianidis, y para mi alegría, ha sido publicado en una antología en Colombia.

Aún se me resiste una novela juvenil de terror, algo que me apetece mucho.

G.C: ¿Cómo desarrollas los personajes en tus historias? ¿Tienes un proceso específico para conectar con tu público joven?

R. E: Mis personajes son un rompecabezas de personas que conozco, mezclados con aportes creativos que los “sazonan”. A veces, ese personaje representa a una persona en concreto; otras veces, son fragmentos de distintos personajes, en mayor o menor medida. Me gusta incluir nombres reales, escogidos al azar, de personas que conozco y que no tienen nada que ver con lo que cuento.

Para desarrollar un personaje, imagino aspectos de su personalidad: cómo camina, su postura, sus gustos, hasta cómo se viste o si tiene algún tic, aunque esos detalles no se reflejen necesariamente en la historia. Esas peculiaridades lo traen a la vida, lo sientan a mi lado y lo hacen más cercano. Los escucho hablar y trato de no juzgarlos, hagan lo que hagan.

Si quieres conectar con el público joven, debes ser absolutamente auténtico en lo que escribes. A los jóvenes, en general, les gusta el espíritu aventurero, la rebeldía ante los desafíos que puedes enfrentar viviendo en una sociedad inamovible. A los jóvenes les atrae el drama, lo intenso, las historias de los considerados perdedores que, a veces, acaban siendo los ganadores contra todo pronóstico. O de los que, aún gozando de los mayores privilegios, viven en la mayor amargura y soledad.

Obviamente, no puedes complacer a todos, porque cada quien tiene sus gustos. Por eso, como escritores, debemos centrarnos en los temas que nos son cercanos, con los que nos identificamos, lo que nos apasiona, y presentarlos, aún si son incómodos, sin subestimar ni un milímetro la capacidad que tienen los jóvenes de leer entre líneas y de detectar lo falso.

C: ¿Qué desafíos has encontrado al abordar temas complejos en literatura infantil y juvenil, y cómo los has manejado?

R. E: El mayor desafío, para mí, como adulta, es el miedo a hablar de esos temas, a autocensurarme. Entendí muy pronto que estamos condicionados a pensar que es un escándalo escribir sobre un abuso, aunque este suceda a diario, ante los ojos de una sociedad indolente que decide mirar para otro lado.

Los jóvenes ya están familiarizados con la realidad más dura y violenta, a través de internet o las redes sociales, por desgracia, sin filtro. A muchos nos dejaría sin habla navegar por donde navegan los jóvenes y los contenidos que consumen a diario, muchas veces en la soledad de su habitación.

Por eso, como escritora, procuro ser valiente y hablar sobre cualquier tema, utilizando el lenguaje adecuado para la edad del lector. No es lo mismo contemplar una escena de maltrato en las redes, que leerla y saber lo que pasa por la cabeza de quien recibe ese maltrato. Puedes indignarte o espantarte, pero no empatizas hasta que no te metes en el pensamiento de un personaje. Te conviertes en ese personaje, sientes su sufrimiento, su perplejidad cuando recibe el primer golpe.

Puedes crear el ambiente previo a una situación muy dura, para luego no entrar en detalles escabrosos o morbosos, y que sea el lector quien complete la escena. Procuro generar una emoción, una inquietud en ese joven que lee mis textos, para que se cree un diálogo con un adulto sensible si hay alguna duda. Por lo general, los jóvenes son muy capaces de unir los puntos ellos solos y perciben lo no dicho de manera extraordinaria.

Todos sabemos, porque lo vivimos, si recordamos episodios de nuestra infancia, que para los niños no hay temas tabúes. Esta falta de prejuicios y de aceptación de las diferencias desaparece cuando un adulto nos juzga y cree que nos corrige, alecciona y reconduce para que encajemos o seamos apartados, sin más explicación que el “porque lo digo yo”.

Virginia Read Escobal. Foto de Gerson Adrián Cordero.

G C: ¿Cuál crees que es el papel de la literatura infantil y juvenil en la formación de las nuevas generaciones, y cómo reflejas eso en tu escritura?

R. E: La literatura infantil, para mí, no ha cambiado de papel desde que existe. Leer por placer o como medio de fuga es fundamental para conectar con las emociones, los sentimientos y con el lenguaje con el que nos comunicamos unos con otros. La literatura sirve para enseñarnos a vivir desde la piel de otro.

A lo largo de mi vida siempre fui lectora, y digo que empecé a escribir también en parte por pura envidia. Cuando terminaba un libro que me conmovía especialmente, me maravillaba la capacidad de ese escritor para provocar en mí esas profundas emociones. Y tengo eso muy presente a la hora de sentarme a escribir: quiero conmover, quiero sorprender con un desenlace inesperado, pero sin engañar.

Lo que busco cuando escribo es que un joven lea una novela que le entusiasme y quiera más. Que, al terminar el libro, se quede rondando en su cabeza durante un tiempo, o toda la vida, porque lo que se lee en la infancia no se olvida.

Con el tiempo, probablemente querrá leer más y más variado, adquirirá la habilidad de adelantarse o cuestionar la trama, creará sus propias conclusiones. Le surgirán preguntas, inquietudes, y eso conformará un pensamiento crítico, además de la capacidad de leer el mundo y a las personas. Se adelantará a cualquier situación que se le presente, evitará verse en medio de un conflicto en el que no pueda dialogar una salida razonada, y buscará siempre las mejores soluciones.

G.C: ¿Qué consejos darías a los escritores y escritoras que están comenzando en el ámbito de la literatura para niños y jóvenes?

R. E: Lo primero, que lean mucho, que se fijen en los estilos de los grandes narradores. Que sean curiosos, curiosas. Que lleven siempre los oídos bien abiertos, que escuchen.

Escribe para ti, busca tu propia voz. Ese es un proceso que a algunos nos lleva un tiempo. En nuestras cabezas, escribimos y reescribimos toda la vida de manera inconsciente, fantaseamos o imaginamos distintos desenlaces. Sentimos curiosidad por la vida de desconocidos con los que nos cruzamos por la calle, casi nunca con la idea de convertirnos en escritores. “Tenía que haberle dicho… ¿Y si? ¿Por qué no me atreví? Si pudiera cambiar ese momento.”

A algunos nos da la venada de plasmarlo en un papel, hasta descubrir, según leemos lo que vamos escribiendo, qué nos emociona, qué nos hace llorar o reír.

Finalmente, les diría que se dejen llevar por su instinto. Que escriban, reescriban y reescriban hasta alcanzar la versión más pulida sin perder la fuerza de ese impulso. Con la intención de ser leídos, no publicados. Y no elegir temas que sean tendencia o estén de moda.

Todo en este mundo está escrito y contado. Lo que cambia es tu momento en el tiempo, tu visión de las cosas por haber nacido en un lugar particular y cómo lo acabas escribiendo tú.

Foto de Gerson Adrián Cordero.