Germinación

Desde hace días mi tío quiere relatar una noticia curiosa que ha salido en la prensa: “Un hombre está leyendo un cuento sentado en el jardín de su casa. En cuanto está leyendo, ve con asombro cuando una mariposa se posa en el polen de una flor amarilla. El hombre piensa en el polen, piensa en la flor, pero también piensa en esa posibilidad de la mariposa para engullir el polen. De repente observa como la mariposa se posa en otra flor y después en otra flor y a los pocos minutos, otra mariposa más transparente, más vivaz sale volando desde la flor donde se había posado la anterior mariposa. De pronto escucha un silbido y oye otro silbido. Si te das cuenta el hombre sigue leyendo y se ve un poco distraído. Entonces a los pocos minutos una mariposa se posa en su cabeza, se sacude, y él siente el parloteo como una especie de caricia tierna: sin embargo ella ha enviado su mensaje. Después, él se levanta de la silla. Sale en un recorrido apresurado por toda la casa. Intrigado, se sienta en la máquina y decide escribir otro cuento nada ficticio, sobre el hombre en el jardín que le nacieron mariposas en su cabeza”.

Historias de perros

Una mujer de pueblo decidió comprar un perro porque escuchó en la radio la historia de los perros etruscos importados del Japón, que le ladran a la luna. La ganó por completo esta ilusión un poco vana, pero su único interés era que su hermoso perro también lo hiciera. Transcurrido un tiempo, el dichoso perro no ladraba nunca, ni siquiera en las más hermosas noches de luna. Preocupada por lo que sucedía, la señora llevó al perro donde el médico veterinario y le explicó a este su tragedia. “No sabe lo angustiada que estoy”- Trataba ella de explicar- Cuando la señora terminó su relato, el doctor se indignó con los detalles de la historia y la invitó a salir del consultorio. Ya en la calle, la insultó y le dijo que esas cosas eran demasiado ilusas porque parecían de personas con problemas mentales. Sin argumento alguno, la señora no encontró qué decir. Decepcionada aún, siguió buscando ayuda pero sin mucho éxito. Después de un largo paseo por la vieja ciudad decidió abandonar al animal en medio de una calle desierta. Ahora, en las hermosas noches de luna, el perro, desesperado en su soledad ladra mirando hacia el cielo como pidiendo auxilio.

Linito

(A Linito, carretero de mi pueblo)

El mejor soñador de mi pueblo lleva por nombre Selmo Linito. Ha partido hacia el horizonte y ha dicho adiós, tras las húmedas huellas de su carreta en vela. Vive donde se anida el grito de los pájaros. Sin embargo Linito no es un soñador cualquiera, todas las mañanas lo veo trabajando en su carreta cargada de basura en la que encuentra mares de plásticos que taladran el tiempo. De momento, piensa en el rostro de su mujer lisiada y escucha en la distancia los gritos de unos niños. Así se pasa linito el día persiguiendo la esperanza, arreando la mula detrás de su vieja carreta en la que va ligeramente montado.  Una brisa suave acaricia su rostro ya cansado, mientras unos perros hambrientos le persiguen. Los clavos de la carreta se quiebran en ocasiones y las ruedas se quejan por haber recorrido tan larga distancia, mientras que Linito, obstinado como siempre, va persiguiendo cada mañana  los gritos de sus tres hijos pequeños con un mendrugo de pan en los  bolsillos,  arreando su mula coja. 

Historia de las hormigas

Poco se sabe de las hormigas, de ese diminuto insecto con cara de elefante. En El libro de las hormigas de A. C. Belfos (1836) se lee que las hormigas rojas cuando pican causan ronchas y cuando están preñadas su veneno coagula la sangre y puede, incluso, causar la muerte. De hecho, los antiguos ejércitos de las tribus de Tasmania, durante el reinado de Próspero III, las usaron como armas letales en contra de sus fieros enemigos para que éstas les comieran los ojos. Más adelante, advierte Belfos, que en vez de la hembra, es el macho quien pone un huevo, cuya larva tiene poderes curativos para las enfermedades de la piel. Con mucha razón, los turcos las coleccionan en botellas de cristal y las lanzan al Mar del Bósforo para que sus aguas sean curativas.

Un caballo

Un caballo está bebiendo agua y ve allá en el fondo a otro caballo. El caballo que está en el fondo le saca los dientes y él también saca los dientes, luego este se emociona con su risa y quiere tocarlo. Entra una pata y la imagen desaparece del agua, de repente siente que se hunde, pero él ignora   la traición del fango.  Baja irremediablemente hacia el fondo porque piensa inocente, que el invisible caballo lo atrae con su mirada.

Eugenio Camacho en Acento.com.do