Título original: A Quiet Place: Day One. Año: 2024. Género: Terror. País: USA. Dirección: Michael Sarnoski. Guion:  Michael Sarnoski. Historia: John Krasinski, Michael Sarnoski. Personajes: Scott Beck, Bryan Woods. Elenco: Lupita Nyong’o, Joseph Quinn, Alex Wolff, Djimon Hounsou. Duración: 1 hora 40 minutos

Bastante plausible fue el debut de John Krasinski como director cuando presentó su eficiente “A Quiet Place” (2018) que, en cierta medida, se convirtió en un respiro distinto de un género que ha estado navegando entre desiguales mareas, unas buenas y otras mediocres, como es el terror comercial en Hollywood.

Gracias a la buena recepción de esta pieza, la historia postapocalíptica de una humanidad que se enfrenta a una invasión de unos monstruos extraterrestres que no toleran el ruido por lo cual los obliga a guardar silencio para salvar sus vidas, es que se tiene una tercera entrega dentro de este mercado comercial de cintas de verano.

Después de una segunda parte solventada por un buen guion y diseño de producción donde se sigue la historia de aquella familia que trata de seguir cuidándose de estos seres, llega esta tercera parte, pero ya no de la mano de Krasinski, más bien la antorcha es pasada al director Michael Sarnoski conocido principalmente por haber dirigido y escrito “Pig” (2021), una conmovedora fábula sobre la pérdida protagonizada por Nicolas Cage.

Sarnoski, que también la escribe, remonta la historia antes del diluvio de estos alienígenas, exponiendo un relato que todavía deja más incógnitas y menos intenciones por explicar los detalles de la intrusión.

Su historia se centra en el personaje de Sam (Lupita Nyong´o), una paciente con cáncer quien vive en Nueva York y se convierte en testigo de la invasión que termina con la normalidad de una ciudad y su cotidianidad. Junto a su gato Frodo, con quien solo desea estar, ella y el solitario Eric (Joseph Quinn) tratan de sobrevivir a todo este terrorífico panorama.

La condición narrativa de esta tercera entrega se involucra, al igual que las anteriores, a través de la supervivencia, aunque con algunos tramos debilitados por la rara concepción de incluir nostalgia y terror en un mismo balde. Esto no permite invitar aún más a una audiencia hacia esta nueva experiencia prometiéndole un nivel más extenso del terror a través de las criaturas en cuestión.

El montaje se vuelve a veces en su contra, pues no mantiene una coherencia dramática con los personajes, introduciendo al personaje de Eric al final de primer acto para que sirva de apoyo a las apetencias y declaraciones existenciales del personaje de Sam quienes pendulan entre el terror externo y las convicciones internas aprovechando la presencia del gato como un elemento de control de emociones.

La música de Alexis Grapsas (Teacher, 2019) se convierte en un telón de fondo para remarcar los momentos de angustia y caos, pero no deja claro su función como instrumento de emotividad.

Escena de "Un lugar en silencio".

Teniendo un asomo de emulación al Steven Spielberg de “War of the Worlds” (2005) cuando presenta el caos urbano y las acciones de supervivencia ante tal invasión, “Un lugar en silencio: día uno” se queda en unas raras intenciones que no llegan a completar el perfil de un buen cine veraniego de terror y acción.