Un dibujo de Donald Trump en el tribunal con la cara enfadada.

REUTERS/Jane Rosenberg
Esta ilustración es de Jane Rosenberg, que muchos días llega a la fila para entrar al tribunal antes de que salga el sol.

Sólo a través de sus hábiles manos y sus agudos ojos, el mundo puede echar un vistazo a la sala del tribunal donde se lleva a cabo el juicio a puerta cerrada de Donald Trump.

Con las cámaras prohibidas durante el proceso, los ilustradores han sido esenciales para mostrar algo de lo que es el primer juicio penal a un expresidente de Estados Unidos.

Después de varias semanas, casi 20 testimonios, cientos de documentos y hasta declaraciones de contenido sexual explícito, la causa está en la recta final.

El jurado deliberará pronto para dar su veredicto en el caso del pago de dinero a la estrella de cine para adultos Stormy Daniels.

Instalados todos los días en la tercera fila de la sala del tribunal, los ilustradores traen sus suministros -pasteles al óleo, lápices, carboncillos, papel para técnicas mixtas y cojines de asiento- para ver horas de testimonios y argumentos en la sala.

“Es Trump, así que nunca en mi vida había visto tanta cobertura mediática. He cubierto casos de alto perfil, que son los únicos para los que contratan dibujantes, pero ahora todos los días medios de todo el mundo usan mis bocetos", dijo Jane Rosenberg, una artista que cubre el juicio.

BBC News habló con Rosenberg y Elizabeth Williams, ilustradoras en tribunales desde la década de 1980, quienes han asistido cada día al juicio de Trump.

A lo largo de sus dilatadas carreras han participado en todo tipo de juicios, incluidos los de los mafiosos de Nueva York o el de la empresaria y presentadora de televisión Martha Stewart.

El enfoque de Rosenberg es plasmar varios momentos, mientras que Williams se limita a dibujar escenas concretas.

Esta pieza de Jane Rosenberg, muestra al equipo de la defensa legal de Trump conversando con el juez Merchan.

Reuters
Esta pieza de Jane Rosenberg muestra al equipo de la defensa legal de Trump conversando con el juez Merchan.

"Realmente me siento cómoda dibujando la escena real, porque permite a la gente ver realmente lo que está sucediendo", dijo Williams, que trabajó como ilustradora de moda en Los Ángeles antes de probar suerte en la rama judicial.

Pero este caso, dijeron, es diferente.

El nombre de Trump y su tiempo en la Casa Blanca aportan capas de seguridad, reglas y logística adicionales a los procedimientos.

"Nunca había tenido tantas medidas de seguridad que restringieran mis movimientos, incluso para ir al baño. Es realmente difícil entrar, conseguir un asiento y prepararse", señaló Rosenberg, que estudió retratos artísticos antes de trabajar como ilustradora de tribunales.

Una fila de horas

Las mujeres dijeron que hacían fila cada mañana a las 7:00 hora local (12:00 BST) cargando sus materiales. Cuando se les permite ingresar a la corte, generalmente unas dos horas después, se preparan rápidamente antes de que lleguen Trump y su séquito.

En el pasado, tenían un asiento en primera fila, pero los fiscales y la defensa han reservado las dos primeras filas para su propio uso.

Williams recordó cómo David Pecker, un exeditor de un tabloide que testificó en el juicio, trajo un grupo de abogados que representaban obstáculos particulares.

"Todos tenían las cabezas más grandes y eran los hombres más altos", dijo riendo. "Fue como, ¿en serio? ¿No podías sentarte en otra fila o algo así?".

Seguidores con baderas se sitúan detrás de una valla a la espera de que llegue Trump.

Getty Images
Los alrededores del tribunal amanecen cada día llenos de seguidores de Trump.

Relegadas a la tercera fila, las mujeres dijeron que para tener un buen ángulo de Trump les toca estirar el cuello tratando de esquivar a los guardias de la corte que se sitúan al frente y de los frecuentes invitados del expresidente, los testigos, el juez Juan Merchan y los abogados.

A estas alturas, Trump conoce a Rosenberg, quien ha asistido a muchos de sus procedimientos legales, incluidos varios juicios civiles.

Algunos días le lanza un saludo. En el pasado, incluso le ha dado su opinión.

"Durante el juicio por fraude civil a Trump, tuvo que pasar junto a mí, se detuvo, miró por encima del hombro y dijo: 'Oh, necesito perder algo de peso' o 'Un trabajo realmente increíble'".

Ambas artistas dijeron que cumplir con los plazos es realmente un desafío. El uso del teléfono no está permitido en la sala del tribunal y los que están dentro no pueden salir cuando quieren.

Desde el baño

Eso significa que sólo pueden entregar su trabajo durante los descansos.

Ambas ilustradoras dijeron que normalmente colocan sus bocetos en un bote de basura en el baño del tribunal para obtener una luz decente y luego los fotografían con sus celulares.

"Es extraño, pero así es como lo hacemos", dijo Williams. "La necesidad de velocidad e iluminación es la clave.

“Y no tenemos tiempo para irnos. Podrías perderte algo y no te puedes perder nada”.

Boceto de Robert Costello, un abogado que brindó asesoramiento legal a Michael Cohen, mirando de reojo al juez Juan Merchan.

Reuters
Jane Rosenberg estaba en medio de este dibujo cuando el juez Merchan abandonó la sala. Ella envió una versión inacabada de esta pieza durante el receso.

Entregar el trabajo es importante, dijeron, porque sus dibujos son la única manera de que el público general obtenga acceso a una sala del tribunal que requiere hacer una fila de horas para asistir.

Rosenberg dijo que se toma muy en serio esa responsabilidad.

"Es un servicio público", dijo. "Pero lo disfruto. En lugar de ser una artista en casa en mi pequeña cabaña, vengo aquí y es una descarga de adrenalina".

Debido a la intensidad de este caso y al espacio cada vez más reducido, Rosenberg dijo que inventó nuevas herramientas y artilugios para hacerse la vida más fácil.

Esto incluye un estante para sus binoculares y un portalápices hecho con un soporte para papel higiénico.

Bosquejo del ex asesor de Trump, Michael Cohen, testificando

Reuters
Dos guardias se encuentran en medio de este boceto, lo que muestra el desafío que supone para los artistas conseguir los ángulos correctos para representar el proceso.

Pero ninguna de las mujeres está lista para predecir el resultado, a pesar de estar sentadas allí todos los días.

Williams dijo que "nunca puede predecir el veredicto".

"Soy pésima y siempre me equivoco", dijo. "Cada jurado es diferente".

Ambas planean asistir a lo que se espera sea la última semana del caso y estarán allí hasta el último día del juicio de Trump.

"Es divertido y extraño. No lo sé. En este momento estoy esperando mi invitación a Mar-a-Lago", expresó Rosenberg riendo.

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