Las enfermeras y los enfermeros cumplen una función vital en todos los sistemas de salud y en todos los hospitales y clínicas, porque son el contacto inmediato y directo con los pacientes y se empeñan en mejorar su estado de salud. Y constituyen la mano derecha de los médicos, garantizando la continuidad de la atención y del tratamiento las 24 horas del día, todos los días del año.
Con frecuencia, la eficiencia de los servicios de los hospitales y de las clínicas se valora en función de la cantidad y profesionalidad del personal de enfermería. Sin embargo, su función es subestimada y eclipsada por la fuerte influencia de los médicos. Y por ello, generalmente están muy mal pagadas, a pesar de las extensas jornadas y de sus delicadas funciones.
Son tan importantes que la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda un mínimo de 3 enfermeras por médico. No obstante, los países registran muchas desigualdades respecto a su función y participación. Por ejemplo, como señala Inés Aizpún, Japón registra 4.7 enfermeras por médico e Irlanda 4.5; pero México y China solo cuentan con 1.4 y 1.2 respectivamente.
Su labor e influencia social tienden a crecer según el modelo de atención. Desempeñan un rol muy importante en la aplicación de la estrategia de atención primaria, especialmente en el primer nivel de salud. Tienen una función esencial en los programas y acciones de promoción de la salud, de prevención de las enfermedades y de seguimiento de los pacientes crónicos.
Aunque se ha avanzado en cuanto al pago de las enfermeras del sector público, tanto de las profesionales como de las auxiliares, todavía el salario resulta insuficiente debido a las tensiones y las largas jornadas. Muchas enfermeras se ven obligadas a laborar en dos centros de salud para poder llegar a fin de mes.
En el sector público están sindicalizadas. Pero muy atomizadas, víctimas de muchas divisiones y conflictos internos. Además, debido a la fuerte incidencia de las centrales sindicales y de los partidos políticos. La situación es más crítica en el sector privado, donde los salarios son más bajos y no existen sindicatos.
El Dr. Pedro Luis Castellanos, ex superintendente de la SISALRIL acota que una condición para que el Sistema Nacional de Salud supere las principales distorsiones y limitaciones estructurales existentes, es contar con al menos de 4 a 5 profesionales de enfermería por médico, un cambio radical en relación de nuestra realidad.
Un altísimo costo: más médicos que enfermeras.
En nuestro país la situación es muy grave, con una relación totalmente invertida. Al 2020, el Servicio Nacional de Salud (SNS) contaba con 21,845 médicos y sólo 16,701 enfermeras entre graduadas y auxiliares, para una relación de 1.3 médicos por enfermera, una distorsión tan inapropiada como costosa.
La existencia de más médicos que enfermeras, es decir, de más caciques que indios, es una expresión más de asignación dispendiosa e irracional de los recursos. Una distorsión que no es casual ni fortuita, sino el resultado combinado del clientelismo, de la politización y de las crecientes presiones del Colegio Médico Dominicano (CMD).
Recordemos la encuesta realizada por Capital Plus y MISPAS en 18 hospitales la cual comprobó la existencia de más de 10,000 médicos sin funciones, que cobraban en Salud Pública y que no trabajaban. Además, que, en promedio, estos profesionales solo cumplen con el 45% del tiempo contratado.
Esta realidad ofrece una idea de por qué la asignación de los recursos basada en la entrega directa de presupuestos históricos a los hospitales sin tomar en cuenta los servicios prestados, dista tanto de garantizar el derecho universal a la salud (DUS), en abierta negación del objetivo de “en salud, primero la gente”.
La Fundación Seguridad Social Para Todos (FSSPT) valora y respeta a las enfermeras y enfermeros, dándole su asesoría y apoyo desinteresado, en reconocimiento de su importante función social. Le reitera su disposición y les desea más unidad y mayor espíritu de superación, para elevar sus ingresos y la dignidad de su trabajo.