En el año 2019, la UNESCO creó una Comisión Internacional sobre los Futuros de la Educación para reinventar cómo el conocimiento y el aprendizaje pueden transformar el futuro de la humanidad y del planeta. Esa Comisión incorporó una amplia participación para generar un debate mundial sobre cómo se debe replantear la educación en un mundo de creciente complejidad, incertidumbre y fragilidad.
Considera que la pandemia solo ha servido para demostrar fragilidad e interconexión, por lo cual, ahora es necesario actuar de forma conjunta, para cambiar el rumbo y reimaginar los futuros. Reconoce el poder de la educación para provocar un cambio profundo y que los países cumplan la promesa de garantizar el derecho a una educación de calidad para niños, jóvenes y adultos, y aprovechar plenamente su potencial transformador para un futuro colectivo sostenible. De ahí que se plantea la necesidad de un nuevo contrato social para que la educación pueda reparar las injusticias, al tiempo que transforma el futuro.
En noviembre de 2021, la UNESCO publicó el informe que produjo esa Comisión donde se plantea que: “Para que las cosas se hagan de manera diferente, ahora necesitamos pensar, entender, escuchar e imaginar de manera diferente. Nuevas posibilidades se abren ante nosotros para transformar el futuro a condición de que reexaminemos abiertamente las formas establecidas de pensar en la educación, el conocimiento y el aprendizaje”. Este informe, cuya elaboración tomó dos años, se basó en un proceso de consulta mundial en el que participó alrededor de un millón de personas, incluyendo a gobiernos instituciones, organizaciones y ciudadanos de todo el mundo para forjar un nuevo contrato social para la educación que ayude a construir un futuro pacífico, justo y sostenible para todos. El nuevo contrato social “debe basarse en los derechos humanos y en los principios de no discriminación, justicia social, respeto a la vida, dignidad humana y diversidad cultural. Debe reforzar la educación como un proyecto público y un bien común”. Requiere un compromiso renovado de colaboración mundial que fomente la educación como un patrimonio común, sobre la base de una cooperación más justa y equitativa entre los agentes estatales y no estatales. Asimismo, pide a la comunidad internacional desempeñar un papel esencial que ayude a estos agentes a ajustarse a los propósitos, normas y reglas necesarios para hacer realidad este nuevo contrato social para la educación.
Este informe considera que la forma en que actualmente se organiza la educación alrededor del mundo no basta para garantizar sociedades justas y pacíficas, un planeta sano y un progreso compartido que beneficie a todos. De hecho, algunas de las dificultades que se padecen provienen de la manera en que se imparte la educación. Tanto es así, que los sistemas educativos han puesto el énfasis en los valores del éxito individual, la competencia a nivel nacional y el desarrollo económico, en detrimento de la solidaridad, la comprensión de nuestras interdependencias y el cuidado de los demás y del planeta. La educación debe intentar en torno a los esfuerzos colectivos y proporcionar el conocimiento, la ciencia y la innovación necesarios para formar un futuro sostenible para todos que se base en la justicia social, económica y medioambiental. Debe reparar las injusticias del pasado y prepararnos para los cambios medioambientales, tecnológicos y sociales que se avecinan. Un nuevo contrato social para la educación debe permitir pensar diferente sobre el aprendizaje y las relaciones entre los alumnos, los docentes, el conocimiento y el mundo. También considera esencial que niños, jóvenes, padres, docentes, investigadores, activistas, empleadores, líderes culturales y religiosos, etc., contribuyan a forjar los futuros de la educación y sugiere respuestas a las tres preguntas básicas siguientes: ¿qué deberíamos seguir haciendo?, ¿qué deberíamos dejar de hacer? y ¿qué debería reimaginarse de forma creativa? Estas cuestiones deben abordarse y responderse en las comunidades, los países, las escuelas, los programas y sistemas educativos de todo el mundo. “Establecer un nuevo contrato social para la educación es un paso fundamental para reimaginar juntos nuestros futuros”.
Previo a la Cumbre, se celebró en París del 28 al 30 de junio de 2022 una Precumbre con el objetivo de aprovechar los debates en curso sobre la transformación de la educación, elaborar un contenido inicial, construir una visión compartida y proponer acciones para esa Cumbre. Participaron más de 140 ministros de Educación, líderes políticos y empresariales, y activistas juveniles, que elaboraron una hoja de ruta para transformar la educación a nivel mundial. En particular, la Precumbre brindó un foro integrador y abierto para: 1) Que los países que hayan avanzado en sus consultas nacionales presenten sus resultados y expongan los elementos clave de su compromiso para transformar la educación. 2) Que cada país presente las iniciativas más destacadas planteadas en los documentos de debates iniciales para ampliar su alcance durante el período previo a la Precumbre. 3) Crear impulso y marcar un hito clave hacia un movimiento mundial por la educación, donde se muestre a los países pioneros y los líderes en educación; se ofrezca una plataforma para que niños, jóvenes, estudiantes, padres y profesores expongan sus opiniones y hagan oír su voz y se permita que las partes interesadas se reúnan y unan sus fuerzas para transformar la educación.
En 1921, educadores de todo el mundo se reunieron en Calais, Francia, para el primer congreso de la New Education Fellowship. En su primera reunión anunciaron la aparición de “una nueva educación para una nueva era”. Sin embargo, ahora no se trata de un simple llamamiento a empezar de nuevo. Se necesitan nuevas pedagogías, nuevos enfoques de los planes de estudio, un nuevo compromiso con los profesores, una nueva visión de la escuela y una nueva apreciación de los tiempos y los espacios de la educación. Pero esto no significa que se deshagan lo que ya tenemos. Por el contrario, se deben analizar las mejores tradiciones pedagógicas y educativas, renovar este patrimonio y añadir nuevos elementos prometedores que ayuden a forjar los futuros interconectados de la humanidad y del planeta.
Esta Cumbre fue convocada por el Secretario General de la ONU, para cambiar radicalmente el enfoque de los sistemas educativos. Centrada en cinco ámbitos clave de transformación, la reunión pretendía movilizar la ambición política, la acción, las soluciones y la solidaridad para transformar la educación; hacer un balance de los esfuerzos para recuperar las pérdidas de aprendizaje relacionadas con la pandemia; reimaginar los sistemas educativos para el mundo de hoy y de mañana; y revitalizar los esfuerzos a escala nacional y mundial.
El Informe del Secretario General de la ONU expresa: “Nos encontramos en un punto de inflexión en la historia. La pandemia de COVID-19 ha sido una llamada de atención y, con la crisis climática que se avecina, el mundo está ante la mayor prueba de fuego a la que se enfrenta desde la Segunda Guerra Mundial”. Y agrega: “La humanidad tiene que tomar una decisión difícil y urgente: retroceder o avanzar. Las decisiones que tomemos o dejemos de tomar hoy pueden hacer que retrocedamos aún más y tengamos un futuro de crisis perpetuas o que avancemos hacia un futuro mejor, más sostenible y pacífico para las personas y el planeta”. La pandemia de COVID-19 agravó la crisis de los sistemas educativos, al incrementar la desigualdad y marginar aún más a millones de alumnos vulnerables y desfavorecidos. Una crisis silenciosa, pero cuyos efectos se prevé que serán graves y duraderos en términos económicos, de empleo, de brecha de género o de bienestar y desarrollo.
En este contexto, se desarrolló en Nueva York del 16 al 19 de septiembre pasado la Cumbre sobre la Transformación de la Educación. “No actuar con sentido de urgencia para una recuperación y una transformación de la educación es renunciar al principal dinamizador de nuestro crecimiento, convivencia, sostenibilidad y hasta de nuestra identidad colectiva”, expresó el Secretario general de la OEI.
Participaron representantes de más de 130 países, que se comprometieron durante la Cumbre a reiniciar sus sistemas educativos y acelerar sus esfuerzos para alcanzar el Objetivo de Desarrollo Sostenible 4; garantizar una educación de calidad inclusiva y equitativa, y promover oportunidades de aprendizaje permanente para todos. Para determinar una hoja de ruta que les permita mejorar sus sistemas educativos y transformar la educación, los países realizaron 115 consultas nacionales previas a la Cumbre, que reunieron a dirigentes, docentes, alumnado y la sociedad civil. En ellas se recogieron algunas recomendaciones y compromisos para transformar la educación que se dieron a conocer durante el evento internacional.
Esta Cumbre se convocó en respuesta a una crisis mundial de la educación en materia de igualdad, inclusión, calidad y pertinencia. La cual está teniendo un efecto devastador en el futuro de niños y jóvenes de todo el mundo. Ella ofrece una oportunidad única para elevar la educación a la cima de la agenda política mundial y movilizar la acción, la aspiración, la solidaridad y las soluciones necesarias para recuperar las pérdidas de aprendizaje relacionadas con la pandemia y sembrar las semillas de transformación de la educación en un mundo de rápida evolución y reimaginar los sistemas educativos para el mundo de hoy y de mañana.
La sociedad dominicana necesita conocer los compromisos y recomendaciones que planteó el Ministerio de Educación en esta Cumbre, para saber cómo abordará esta administración la crisis de aprendizaje que desde hace tiempo afecta al estudiantado de todos los niveles de la educación pública.