Carlos Despradel es un prestigioso economista de vasta experiencia de estado. No solo fue gobernador del Banco Central sino también secretario técnico de la Presidencia. Por eso ha causado extrañeza que en un reciente artículo en el Listin Diario haya revelado una supuesta competencia desleal que hace el Banreservas a la banca comercial privada. Su alegada ventaja en materia de “fondeo” contradice informaciones vertidas en mi artículo del 2020 “El Benemérito Banreservas” y, en consecuencia, las autoridades deben esclarecer esa discrepancia.
Despradel explica que el Banreservas fue creado en 1941 porque se consideró necesario que fuera un banco nacional –y no los tres bancos extranjeros existentes—quien manejara las finanzas del Estado, “aunque sus creadores también contemplaron que debía realizar operaciones bancarias” con el público. Sin embargo, la institución hoy día se contrapone como adversario de un sistema bancario nacional maduro y diversificado y de capital principalmente nacional.
Despradel explica: “Así vemos como desde hace algunos años el Banco de Reservas (institución del Estado dominicano) se ha convertido en un agresivo y desleal competidor de la banca nacional privada, lo que representa una distorsión del sistema de libre empresa que rige nuestra economía. El problema principal es que el Banco de Reservas tiene un costo de captación de recursos mucho más bajo que el resto de la banca, especialmente comparado con las medianas y pequeñas instituciones.”.
“Esto se debe a que maneja cuantiosos recursos del Estado dominicano y en muchas ocasiones paga por esos recursos tasas de interés mucho más bajas que las que paga el resto de la banca a los depositantes privados. Además, el Gobierno paga salarios a sus más de 700,000 empleados a través de cuentas que ellos tienen en esta institución, lo que le proporciona una liquidez extraordinaria de muy bajo costo. Entre otras cosas, esto le ha permitido a dicho banco ofrecer préstamos a sus clientes privados a tasas mucho más bajas de las que puede ofrecer el resto de la banca, lo que constituye una competencia desleal de esta institución, que amerita ser corregida.” Son los recursos estatales los que proveen la ventaja competitiva.
Pero no es solo el ventajoso “fondeo” lo que causa la competencia desleal. Despradel olvidó señalar que, al ser Banreservas una entidad estatal goza del privilegio de tener el aval del Estado cuando capta fondos de prestamistas tanto nacionales como extranjeros. Si por alguna razón la entidad quiebra o no puede solventar sus pasivos, quienes han confiado en ella pueden contar con el respaldo estatal para recuperar sus activos comprometidos. La banca privada, por supuesto, no disfruta de ese privilegio y, en consecuencia, en ese sentido opera en desventaja.
Ahora bien, en el 2020 quien escribe reportó informaciones de ex funcionarios de la institución que desmienten el argumento de Despradel. En “El benemérito Banreservas” reporté la siguiente opinión de mis entrevistados: “La entidad no es competitiva porque registra los más altos costos de “fondeo” de toda la banca nacional. Aun siendo el mayor banco comercial del país, el Banreservas no capta suficientes fondos en el mercado local para solventar sus operaciones. Como la gran mayoría de los 2.9 millones de clientes son pequeños ahorrantes, esa captación y la de depósitos a la vista, representa una proporción relativamente más pequeña que la lograda por los competidores. Eso lo lleva a acudir al mercado financiero internacional, lo cual se facilita por su calificación AAA que le otorgan las agencias calificadoras internacionales por tener el aval soberano del Estado Dominicano.” Es con prestamos de ese mercado que la entidad equilibra su “fondeo” para poder prestar a tasas competitivas.
Mi artículo del 2020 tambien añadía: “Según datos no confirmados, Banreservas debe actualmente 300 millones de euros que captó al colocar sus títulos a tasas europeas en la bolsa de Luxenburgo. (Extrañamente esta deuda se registra en los Estados Financieros como aporte de capital.) Si paga 5.5% por el préstamo y además paga una prima de riesgo, el costo se eleva a un 7%, lo cual a su vez comporta un riesgo cambiario. Se reporta también que la entidad debe unos diez mil millones de pesos por la “emisión de bonos de deuda subordinada” a tenedores institucionales, colocados a una tasa promedio de alrededor del 10.4%. El resultado del “mix” es un costo mayor de “fondeo” al de los competidores, en parte porque estos no tienen el aval estatal y no reciben la alta calificación otorgada al Banreservas.”
De ser cierto este otro argumento, la competencia desleal del Banreservas no proviene del “fondeo” sino del aval estatal de que disfruta. Esa ventaja “representa una mayúscula distorsión del mercado financiero” y por tanto no puede alegarse que existe en el libre competencia. La distorsión tiende a encarecer el crédito y a retardar, por vía de consecuencia, el desarrollo economico. Mi artículo tambien decía: “Con casi un 30% más de empleados y sucursales y más de 30% superior en activos fijos, amén de “costos de fondeo” superiores, el Banreservas registra una rentabilidad muy por debajo de su competidor directo” (refiriéndose al Banco Popular).
Queda claro que existe la necesidad de que una auditoria externa evalúe esas aseveraciones y transparente los costos del actual “fondeo” de Banreservas. De igual forma se necesita que se le explique a la opinión publica como esa entidad logró, según Despradel, utilidades en el 2023 por RD$95,717 millones y que hizo con ese dinero. (¿Lo paso todo a la Tesorería Nacional, lo capitalizó o lo empleó en una avasallante publicidad?) Con esta petición no se alega que haya actualmente ningun manejo doloso o ineficiente, sino que la madeja oscura de sus operaciones debe transparentarse en consonancia con el afán del actual gobierno por adecentar el aparato estatal.
Despradel pidió en su mencionado artículo que las actuales autoridades del Banreservas, el Ministerio de Hacienda y las autoridades monetarias reflexión sobre el verdadero papel que debe jugar la entidad. “Lo que realmente se requiere, pues, es que nuestras autoridades reflexionen y analicen si ese es el objetivo que realmente debe perseguir esa institución del Estado dominicano o si por el contrario debe ser uno enfocado más directamente al interés social y no a la competencia bancaria.”
Aun si el alegato de Despradel sobre la competencia desleal resulta certero, el destino final del Banreservas debe ser, a mi juicio, su privatizacion. El mismo FMI desaprueba de los bancos estatales: “Los bancos estatales pueden aligerar los constreñimientos financieros de las entidades del sector público, y consecuentemente convertirse en un factor que debilita la disciplina fiscal. Una presencia mayor de los bancos estatales en el sistema bancario se asocia con más crédito al sector público, mayor déficit fiscal y más altos niveles de endeudamiento público y el desplazamiento del crédito al sector privado.”
La venta del Banreservas no solo eliminaría estas distorsiones –que actúan como retrancas al desarrollo nacional–, sino que también, con el producto de su venta, se podría disminuir sustancialmente nuestra deuda externa y/o aumentar el gasto público en inversión. Pero la venta deberá hacerse de manera que no refuerce el oligopolio bancario que parece existir.