Seria difamatorio afirmar que Banreservas es un bastión de iniquidades. Sin embargo, a juzgar por las informaciones que se captan de la prensa, del internet y de los comentarios de orondos analistas económicos y políticos, hay razones de mucho peso para proponer su total privatización. Haciendo acopio de estas, lo que sigue dibuja una situación pavorosa para una institución estatal que hace tiempo debió pasar al redil privado. Sera responsabilidad de sus autoridades clarificar, corregir o desmentir públicamente lo que aquí se recoge como un simple y único ovulo a la reflexión.
Las principales razones para proponer la privatización de la entidad son contundentes. En una economía de mercado no se justifica que el Estado le haga, a través de esa entidad, una competencia desleal a la banca comercial privada. Además, Banreservas 1) no es competitivo, 2) su contubernio con el gobierno constituye una retranca a la disciplina fiscal, y 3) es un alicate del clientelismo político al dispensar prebendas y canonjías para la clase política y sus adláteres. Por estas razones es tiempo ya de que los intereses creados que lo canibalizan deban ceder el paso al bien común.
La entidad no es competitiva porque registra los más altos costos de “fondeo” de toda la banca nacional. Aun siendo el mayor banco comercial del país, el Banreservas no capta suficientes fondos en el mercado local para solventar sus operaciones. Como la gran mayoría de los 2.9 millones de clientes son pequeños ahorrantes, esa captación y la de depósitos a la vista, representa una proporción relativamente más pequeña que la lograda por los competidores. Eso lo lleva a acudir al mercado financiero internacional, lo cual se facilita por su calificación AAA que le otorgan las agencias calificadoras internacionales por tener el aval soberano del Estado Dominicano.
Según datos no confirmados, Banreservas debe actualmente 300 millones de euros que captó al colocar sus títulos a tasas europeas en la bolsa de Luxenburgo. (Extrañamente esta deuda se registra en los Estados Financieros como aporte de capital.) Si paga 5.5% por el préstamo y además paga una prima de riesgo, el costo se eleva a un 7%, lo cual a su vez comporta un riesgo cambiario. Se reporta también que la entidad debe unos diez mil millones de pesos por la “emisión de bonos de deuda subordinada” a tenedores institucionales, colocados a una tasa promedio de alrededor del 10.4%. El resultado del “mix” es un costo mayor de “fondeo” al de los competidores, en parte porque estos no tienen el aval estatal y no reciben la alta calificación otorgada al Banreservas.
Pero lo que los eleva a los más altos del sistema bancario son los costos operativos de la entidad. Una simple comparación entre el Banreservas y el Banco Popular, con datos de la Superintendencia de Bancos, da una clara idea sobre las causas de la ineficiencia. Con un solo accionista, Banreservas tiene 10,353 empleados en 164 sucursales y 128 agencias, mientras opera 725 cajeros automáticos. El Popular, en cambio, tiene 713 accionistas, 7,491 empleados, 188 sucursales y 955 cajeros automáticos. Con casi un 30% más de empleados y sucursales y más de 30% superior en activos fijos, amén de “costos de fondeo” superiores, el Banreservas registra una rentabilidad muy por debajo de su competidor directo.
Lo reseñado deja claro que el Banreservas no es un banco competitivo y debido a que opera con una ventaja sobre sus competidores (por el aval estatal) representa una mayúscula distorsión del mercado financiero. No podrá alegarse, por tanto, que existe libre competencia en el mercado bancario, ya de hecho oligopolizado. Y eso tiende a encarecer el crédito y retardar por vía de consecuencia el desarrollo económico.
Sin embargo, para la mayoría de sus clientes Banreservas califica como el mejor banco del país y del mundo. Los ahorrantes asumen que la propiedad estatal del mismo les garantiza sus ahorros. (Después de todo, el Baninter no era estatal y sin embargo el Estado cargó con el pesado fardo de resarcir a los ahorrantes.) Pocos de esos clientes saben que su capacidad de endeudamiento externo le permite auxiliar al gobierno de turno en casos de aprieto financiero. La práctica conlleva gastos estatales mayores a lo presupuestado y equivale a aumentar la deuda externa del Estado sin aprobación del Congreso. Un buen ejemplo son los financiamientos otorgados a Odebrecht, por lo cual la entidad estuvo garantizando una deuda de US$614 millones en el sector eléctrico.
Lla retranca al desarrollo nacional que representa el Banreservas se deriva principalmente de su negativo impacto sobre la disciplina fiscal que deben observar los gobiernos. Un reciente documento del FMI afirma: “Los bancos estatales pueden aligerar los constreñimientos financieros de las entidades del sector público, y consecuentemente convertirse en un factor que debilita la disciplina fiscal. Una presencia mayor de los bancos estatales en el sistema bancario se asocia con más crédito al sector público, mayor déficit fiscal y más altos niveles de endeudamiento público y el desplazamiento del crédito al sector privado.” Ahí esta el meollo del daño al desarrollo nacional.
Según algunos entendidos, Banreservas usa también el crédito de corto plazo de sus bancos corresponsales para agenciarse recursos externos que ocasionalmente son canalizados al Estado. Otra manera de “ayudar” al Estado es garantizando la deuda que este tiene con los contratistas del sector educativo (US$323 millones en el 2019). Por otro lado, la ley orgánica del Banreservas dispone que el 50% de los beneficios anuales deben ir a la Tesorería Nacional. La otra mitad la toma prestada el gobierno de turno, pero su balance al finalizar el año se fija en cero. Para colmo, se reporta que nunca se ha hecho una auditoria de la Cuenta Republica Dominicana y las rutinas del Departamento de Auditoria del mismo banco se reputan como deliberadamente débiles.
Con relación a las canonjías y prebendas que se otorgan a personeros del gobierno y a militares, el listado es extenso y complejo. Aquí solo se mencionarán algunas de las mas conocidas. Lo del pago de exorbitantes salarios al Administrador General (AG) y otros altos funcionarios raya en lo obsceno porque toman la referencia de los prevalecientes en el Banco Central. El AG devenga ingresos, según confidencias informales, por unos RD$30 millones al año, amén de los otros privilegios que le otorga su posición. Los funcionarios, por su parte, se benefician de crédito al 6%, lo que les permite –si quisieran– colocar fondos en certificados del Banco Central a la tasa de 11% y embolsillarse la diferencia.
Si eso pareciera escandaloso, lo del Consejo de Directores es todavía más vergonzante. Además del AG y el Ministro de Hacienda, esta instancia tiene 16 directores (entre los cuales una mujer es el único técnico bancario). Estos directores reciben un pago de RD$75,000 por cada sesión y se estima que se celebran cinco mensuales. Reciben, además, gastos de representación, combustible, chofer y préstamos a una tasa de 4%. De darse todas las reuniones, la compensación promedio mensual es de RD$586,000. Si ese ilustre Consejo merece o no esos emolumentos tendría que juzgarse por los resultados de su gestión. ¿Cuál es el nivel de morosidad de la cartera de préstamos (¿supuestamente un 1.7% en el 2018?)? ¿Cómo se compara este con la de otros bancos? ¿Cuál es el rendimiento anual versus el BHD Leon y el Popular? Obviamente, la gestión no puede medirse por la calificación de riesgo de las calificadoras internacionales o por revistas financieras que cobran para otorgar sus galardones.
Mas pernicioso que los niveles de compensación de la alta gerencia del Banreservas son las prácticas de nepotismo y clientelismo que lo arropan. Respecto a lo primero, la selección de los recursos humanos de la entidad se ve con frecuencia comprometida por los nexos de la clase política. Es bien conocido que se dan empleos a políticos activos del partido de gobierno o a sus conmilitones, incluyendo parientes de los legisladores. En cuanto al clientelismo, también ha llamado la atención que cada vez que entra un nuevo AG hay un cambio de imagen institucional que cuesta carísimo. Por su lado, la publicidad de la institución tiende a obedecer a conveniencias políticas, al igual que algunos prestamos cuantiosos.
El pasado año Banreservas anunció públicamente unos resultados impresionantes de la gestión del 2018 (ver Memoria Anual), incluyendo utilidades netas de RD$7,157 millones. El AG se ufanó también de que mantiene el 32% de los activos de la banca múltiple, su cartera de préstamo creció un 11% y ostenta un índice de solvencia de 17.5% que supera al del resto de la banca. En el 2019 una revista internacional lo designo “El Mejor Banco de la Republica Dominicana en 2019”. Pero aun si todo esto fuera cierto, lo cual la anterior reseña cuestiona, el Banreservas debe privatizarse sencillamente porque en una economía de mercado no es función de un estado poseer y operar un banco comercial. El citado mamotreto es una anacrónica herencia de Trujillo que debe ser privatizada. Y la actual coyuntura de las finanzas publicas aconseja que se haga.