El nombre de Octavio De La Maza está, por esas casualidades de la vida, relacionado con la muerte del dictador Rafael Leónidas Trujillo. Tavito fue piloto de la Aviación Militar Dominicana, institución en la que había ingresado como raso en 1941 a la edad de 23 años, justo el año en que se le puso ese nombre al departamento aéreo creado por Trujillo en 1931.  Narra el acucioso y brillante investigador Víctor Grimaldí que “pasó a formar parte de una promoción de cinco pilotos que se graduaron al concluir la Segunda Guerra Mundial”.

Pertenecer al primer grupo de pilotos dominicanos le aseguraba un trato especial tanto del Jefe como de su hijo Ramfis, que años después sería ascendido a Mayor General y designado jefe de la Fuerza Aérea.  A lo anterior se sumaba el hecho de que pertenecía a los De la Maza, una familia mocana de prestigio social y hasta entonces cercana a Trujillo y a su régimen.

Octavio de la Maza, alias Tavito.

Hijo primogénito del Jefe, Ramfis era su debilidad. Lo visualizaba como su sustituto. Por eso lo designó jefe de la Aviación, y en una ocasión lo envió a prepararse a la prestigiosa Academia Militar norteamericana de West Point. Pero Ramfis, para frustración del padre, nunca le interesó el poder. Prefería la vida placentera, repleta de mujeres y bebidas. Rodeado de amigos vivía sumergido en bebentinas y fiestas íntimas. Octavio era su amigo, pero no era de sus compinches, aunque, eso sí, Ramfis le guardaba respeto y apreciaba su talento como capitán piloto.

A veces coincidían en fiestas y compartían. En una de esas fiestas, tan frecuentes entonces, iba a ocurrir un hecho inesperado, aparentemente intrascendente, pero al enlazarse con otro ocurrido más adelante en la embajada dominicana en Londres, Inglaterra, donde murió el cónsul dominicano, Luis Bernardino, se convertiría en una especie de génesis nada menos que de la muerte del propio dictador dominicano, Rafael Leónidas Trujillo.

Esa fiesta se celebraría en Jarabacoa y a ella Ramfis invitó a Octavio. Éste accedió a la invitación. Como era costumbre, se sentaron en la mesa presidencial. Todo transcurría normal, hasta que Octavio se percató de la presencia de una joven hermosa. La invitó a bailar y ella con agrado aceptó. Lo que Octavio ignoraba era que esa joven, precisamente esa, le interesaba a Ramfis. Este al verlos bailando se molestó. Entonces se le ocurrió la "brillante" idea de invitar otra joven a bailar. Estando en el salón de baile las dos parejas, Ramfis quiso cambiar de pareja con Octavio, pero éste, que carecía de miedo, se atrevió a decirle a Ramfis: "un caballero no cambia su dama en mitad del baile. Si usted quiere bailar con la joven, espere a que termine de bailar con ella y la lleve a su mesa en donde usted puede invitarla”.

Esa inesperada respuesta, dicha con cierta energía, ofendió a Ramfis. Al sentirse desafiado en su poder y en su hombría, montó en cólera, y tan pronto regresó a la mesa tomó su vaso y tiró el whisky a la cara de Octavio. La respuesta de Tavito fue tomar su vaso y arrojar el whisky que contenía a la cara de Ramfis, y a seguida llevó su mano a la pistola en señal de que estaba dispuesto a lo que sea.

Ramfis Trujillo, oros altos militares y Joaquín Balaguer.

El lío que se armó no fue chiquito. Trujillo, que estaba presente, al percatarse de lo ocurrido, se interpuso entre ambos.  En su libro “TRUJILLO, de cerca”, el escritor Mario Read Vittini, que también estaba presente, ofrece este testimonio: “mirando a la cara a su hijo, le dijo, muchacho tú estás loco…con todos los hombres no se puede hacer esas cosas. Tú te vas a buscar un gran problema y me lo va a buscar a mí”. A seguidas miró a Tavito, y le ordenó, “Capitán, por favor retírese”. Octavio se retiró y la fiesta siguió como que no había pasado nada. Así eran las cosas en Ciudad Trujillo.

Días después, para alejarlo del escenario de influencia de Ramfis, porque conocía muy bien lo que podía hacer su hijo mimado, Trujillo nombró a Octavio como Agregado Militar en Londres, donde tuvo un problema con el cónsul Luis Bernardino y lo mató, luego de éste haberlo herido de dos balazos.

Don Mario Read, en la mencionada obra, relata este violento acontecimiento de esta manera: “Pocos días después,  fue designado Agregado Militar en Londres, en donde encontró a Luis Bernardino, quien, después de haberse tratado como amigos, algunos meses más tarde de haber pasado esa Semana Santa en España conmigo, por una discusión al parecer trivial, Luis baleó dos veces a Tavito mientras se encontraba sentado en su escritorio y este pudo dispararle certera y mortalmente en la cabeza”. Y agrega: “Este incidente está en los orígenes de su propia muerte y en la de Trujillo años más tarde”.

Luis era hermano de Minerva y de Félix Bernardino, ambos trujillistas a capa y espada. En el caso de Félix se trataba de un hombre belicoso, temerario y asesino.

La afirmación de Mario Read es de mucho valor histórico. Nos conecta con otros acontecimientos que desembocaron con la misma muerte del hombre que dominó por 31 años esta media isla.

Pero esa es otra historia para contar en las próximas entregas.