Recientemente, del 26 al 28 del pasado mes de octubre, se celebró en el Centro Cultural de España el Congreso Internacional “Esclavitud y Afrodescendientes en las Antillas Hispanas”, organizado por diversos científicos del área de la historia pertenecientes al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de España, con la profesora Consuelo Narajo Orovio como coordinadora del evento. De igual forma se expone, como parte de las actividades en conmemoración del Octubre de 1492 la muestra “La esclavitud en el Caribe y el Legado Cultural de África”. Uno de los objetivos del evento y de los más importantes es visibilizar y poner en contexto lo que fue la esclavización de más de 12 millones de personas procedentes de África que sufrieron aquellos tratos inhumanos, y cuyos descendientes, deberíamos preguntarnos, si no los siguen sufriendo hoy en día.
El catálogo de la exposición promueve que “el conocimiento del pasado ayuda a formar personas tolerantes”, reconociendo que “la esclavización de personas es uno de los hechos más vergonzosos de la humanidad”, pero aquí en la República Dominicana, eso parece ser motivo de orgullo, en lugar de vergüenza. Y a pesar de ello la Declaración Universal de Derechos Humanos de Naciones Unidas en su artículo 4to expone: “Nadie estará sometido a esclavitud y servidumbre: la esclavitud y la trata de esclavos están prohibidas en todas sus formas”.
La esclavitud, aunque parece muy lejana y algo ya inexistente, trajo consigo formas culturales y de jerarquización social que, aunque no lo queramos ver, se mantienen hasta el día de hoy. En ello se basan los privilegios de unos, descendientes, por supuesto de las últimas oleadas de colonizadores, llegados a nuestro territorio desde después de la época de la Restauración, años 1880 en adelante, hasta bien entrada incluso la tiranía de Trujillo, años 1915 al 40, que, como sabemos, pretendía blanquear la población dominicana y despreciaba la negritud presente en ella.
De estas últimas oleadas de colonizadores, ¿o hay que decirles inmigrantes legales? los descendientes viven y son muy claramente reconocibles, incluidos sus grandes aportes a la sociedad dominicana. El comercio, la industria, las construcciones y edificaciones, todas están hechas por blanquitos estudiados en la tierra de sus padres que llegaron a aprovechar las oportunidades de hacerse fácilmente con la propiedad de la tierra y los recursos, además del trabajo barato de los descendientes de los esclavizados, para labrar fortunas, jerarquías sociales y una reverencia que raya en la indignación. Sujeción, sumisión y conducta servil son lo peor que esa situación ha provocado, a cambio de una violenta represión de la cual es difícil escapar.
Además de que cuentan con el siempre diligente favor de las autoridades gubernamentales, que no son gobierno para hacer cumplir y respetar a todos las leyes y normas, sino que son los encargados y garantes de cuidarles las propiedades, obedecer los procedimientos y regir para que las riquezas y el dominio de los señores colonizadores continúe creciendo. Y a lo que me refiero podemos verlo en todos los casos de servicios públicos que “oferta” el Estado, y que constituyen un jugoso negocio de estos personeros de la colonización, disfrazados en el discurso literal y simbólico de los supuestos aportes a la sociedad, cuando ni siquiera se les cobran impuestos, y reciben ingentes beneficios de los “servicios” que ofrecen, el último de los casos, el establecimiento de un estadio de béisbol en los terrenos de la Ciudad Ganadera.
Y así también se apropian, con la connivencia y apadrinamiento de las autoridades de los Ayuntamientos y sus funcionarios edilicios, de los parques públicos, en este caso, del parque que se encuentra en el Sector Serrallés de Piantini, en el polígono central de nuestra ciudad.
Y lo lindo del caso es que se dan el tupé de venderse como protectores del medio ambiente, que en ese tenor ellos promueven la reproducción forestal, la protección de los ríos y la producción de agua. Caramba, justamente en fecha 4 de noviembre está en Diario Libre la noticia de que “La extracción de materiales ilegalmente es un problema”, cuando realmente a quienes se le venden esos materiales es a grandes empresas y por cuyo negocio no ha sido posible establecer el reciclado del plástico para la producción de materiales de construcción. Así que no me vengan a decir que esas personas son preocupadas del medio ambiente, o llevan a cabo actividades en beneficio de la sociedad. En este parque que he mencionado, por la intervención de vecinos, han aprendido, primero a aprovechar la hojarasca para alimentar el suelo y los árboles del parque, para más luego recogerlo y, al parecer, utilizarlo en la producción de abono, al ver las acciones de los vecinos que los aprovechan para procesar sus residuos orgánicos y producir plantas alimenticias saludables mediante la promoción de la agricultura orgánica.
Pero como el parque es de su propiedad, debido a que su mentalidad de colonizadores se mantiene intacta a pesar de que sus abuelos llegaron desde la metrópolis hace cerca de 100 años, al menos los de los” dueños” del parque, entonces hay que agredir y tironear a los vecinos que usan un poco de hojarasca para producir abono, porque es de su propiedad, y el Ayuntamiento se los permite.
Arduo el trabajo que sobre esclavización y colonialidad hay que hacer en nuestro país, porque el desprecio de clases, que es que si tienes el pelo rizo y no sales a pasear parejas de perros de 50 mil pesos al parque, entonces no perteneces a sus clanes, y se te puede agredir de la manera que se antoje, porque esa hojarasca les pertenece, al igual que el derecho sobre la vida y la dignidad de los demás. Y así en esta forma, seguimos en la tercera década del siglo XXI, todavía colonizados y esclavizados.