El artículo que reproduzco debajo de estas líneas lo escribí el 5 de agosto del 2014 cuando Israel andaba, como ahora, matando niños y mujeres en la Gaza palestina, pero parece escrito hoy. El genocidio en la heroica Gaza es la historia de siempre. Esa historia no empezó el 7 de octubre ni con Hamás. Hamás es una creación reciente y es una respuesta a décadas de ocupación y terror. Hamás tomó el poder en 2006 y el conflicto empezó en 1948, hace 75 años.
Desde entonces los israelíes, con el apoyo norteamericano y la indiferencia de las potencias, incluyendo países árabes, han estado matando mujeres, niños y ancianos palestinos, argumentando que son terroristas. No pueden ser terroristas quienes luchan por sus tierras. Terrorista es el Estado de Israel, que bombardea de manera indiscriminada pueblos y barrios completos.
Aun así, Gaza no será olvidada ni borrada del mapa. Gaza seguirá ahí y será reconstruida por sus hijos, por los pocos o muchos que queden vivos después del genocidio. Gaza será reconstruida por sus legítimos dueños, los que siempre han estado ahí. Gaza es hoy un símbolo de resistencia y de lucha contra el colonialismo y por la libertad. Gaza se ha ganado el reconocimiento de los pueblos del mundo. Hoy Gaza está siendo destruída, como lo fue ayer Moscú por los alemanes o Berlín por los rusos, pero no será vencida ni olvidada. Diez mil niños asesinados en 80 días no podrán ser olvidados por más que la humanidad sufra de amnesia. Israel y Benjamín Netanyahu cargarán sobre sus hombros con esa responsabilidad histórica por siempre. He aquí lo que escribí en el 2014
"¿Tierra santa o tierra de odio?
La llamada Tierra Santa se ha convertido en la tierra del odio. La tierra tres veces santa se ha convertido en un volcán de fuego y de odio. La tierra reclamada por cristianos, musulmanes y judíos es un lugar dónde crece, como en ningún otro, el sentimiento de odio y de venganza.
Los niños crecen pensando en la venganza y no en ir a la escuela. No puede ser de otra manera, lamentablemente. Crecen con sus almas destrozadas y pensando en vengar la muerte de la madre, del padre, del hermano o del amigo.
Las madres entregan a sus hijos a la causa con el dolor de sus almas para que luchen. El orgullo de los jóvenes es pertenecer a La Resistencia para luchar contra la ocupación. Al sentimiento patrio y de apego a la tierra, sentimiento que está por encima de cualquier otro, se ha unido el sentimiento de odio y de venganza, que Israel se ha encargado, con sus bárbaras acciones, de sembrar en el corazón del corazón de cada niño, de cada madre, de cada joven, de cada padre y de cada anciano.
En Palestina, hace mucho, se perdió el miedo al miedo y a la muerte. En esa tierra, reclamada por las tres religiones, ya no se le teme a las bombas ni a los misiles judíos que destruyen los hogares y mutilan y matan a los niños.
En medio de los bombardeos indiscriminados los palestinos entierran lo antes posible a sus mártires, los Suhada, como se les llama en árabe a los que mueren defendiendo la patria. Y lo hacen así, cuando la sangre de los mártires aun está caliente, porque tienen la creencia que así fertiliza la tierra y propicia que otros mártires, otros Suhada, nazcan de ella.
Un pueblo así jamás será vencido por más oscura que se vea la perspectiva. Los sacrificios han sido muchos y serán más. Las muertes han sido incontables y lo serán más. Pero la victoria será del pueblo árabe palestino. ¿Quién podía siquiera imaginarse en 1939 cuando los alemanes empezaron a ocupar Europa, o cuando en 1941 iniciaron la ofensiva contra Rusia, que apenas años después, en 1945, Alemania sería derrotada, Berlín destruida, y Hitler, el Fuhrer que mató 6 millones de judíos, su cadáver sería completamente quemado en el patio de la Cancillería?
Gaza y toda Palestina libran hoy no otra cosa que una guerra de liberación nacional y social, como la libraron antes otros pueblos. Esa guerra solo terminará cuando Palestina sea una nación libre con todas sus prerrogativas como Estado soberano".