La República Dominicana es uno de los pocos países del mundo en el que se juega con la educación y con la salud del pueblo. Son muchos los indicadores que dan cuenta de que falta mucho para tomar la educación en serio. Esto mismo pasa con la salud. Tomar en serio cualquiera de estas dos dimensiones fundamentales, de las personas y de la sociedad, tiene vinculación directa con el acceso para todos, la calidad del servicio y la inversión que se hace. En el caso concreto de la salud, son diversos los factores que la colocan en un panorama vulnerable. De estos factores es necesario destacar la desigualdad para un acceso a cuidados de salud de calidad, la inequidad en el acceso a los medicamentos que requiere la persona enferma y la comercialización de medicina falsificadas sin que las autoridades actúen. Estas conocen lugares especializados en falsificación como en la Provincia Espaillat; conocen nombres y apellidos de personas falsificadoras; y conocen las farmacias que son vehículos para la comercialización de los medicamentos falsificados. Todavía más, conocen a las personas que encubren a los falsificadores. ¿Cómo es posible que estas operaciones se desarrollen sin que las autoridades actúen? ¿Cómo es posible que todo el pueblo tenga conocimiento de la industria de fármacos falsificados en Moca, a la sombra de las autoridades? Esto es lo que indica que se juega con la salud del pueblo. A la falsificación de medicamentos, se añade el negocio ilícito con recursos del Ministerio de Salud. Es una denuncia, pero hay que ponerle atención.

La pandemia no puede ser una vía para enriquecerse de forma ilícita. La usura y el robo requieren control en el ámbito de la salud. La denuncia hay que investigarla con la mayor celeridad, para que no continúe expandiéndose la acción dolosa. En el Ministerio de Educación y en el Ministerio de Salud Pública, se necesita un trabajo profundo, desde la perspectiva ética. Las personas que no tienen formación en este aspecto no pueden vincularse a ministerios que requieren la ética como dimensión fundamental. Si ya no es posible deshacerse de miembros del personal del área de la salud, deberán participar de un proceso de formación ético y ciudadano que los comprometa con una actuación honesta, apegada a principios éticos. Jugar con la salud del pueblo impacta el desarrollo económico y el desarrollo social; y, sobre todo, adelanta la letalidad de las enfermedades. No hay derecho a que año tras año estemos luchando por un servicio de salud más integral, equitativo y de calidad. Diariamente, se observa en la zona urbana un servicio precario y desigual. Si esto es la zona urbana, no es posible describir lo que vive la población de la zona rural. Son dos mundos, dentro de un mismo territorio. Ambas zonas sufren los efectos de servicios precarios de salud, pero la zona rural lo vive con mayor fuerza. Se ha de establecer un pacto social para que el gobierno responda a las necesidades de salud de la gente. Este servicio no puede ser excluyente. En este momento lo es. Jugar con la salud es acelerar la muerte de las personas y de la sociedad. Por ello este juego es inadmisible. Requiere transformación radical.