República Dominicana, ubicada en el contexto de Latinoamérica y el Caribe, presenta un panorama complejo, porque se destaca favorablemente en algunas áreas, en comparación con las economías de la región, pero también enfrenta desafíos significativos, frente a los otros países, que no pueden ser ignorados.
La desigualdad económica persistente como un problema en el paisaje social del país. Aunque la economía ha crecido, este crecimiento no se ha distribuido de manera equitativa entre su población. No obstante, registramos menores niveles de inequidad que la mayoría de los países de la región.
En el ámbito de la seguridad, el país muestra mejores indicadores en comparación con naciones vecinas, donde el crimen organizado, las bandas y los asesinatos políticos son rampantes. República Dominicana registra niveles de violencia más bajos, aunque existen preocupaciones y desafíos, tales como los feminicidios y otros crímenes derivados de acciones de ratería callejera.
Las instituciones públicas están, por otro lado, corrompidas por el clientelismo y el rentismo político, lo que socava la confianza de los ciudadanos en ellas. Sin embargo, su deterioro no es tan pronunciado como en otros países de la región latinoamericana, donde a en pleno siglo 21 se producen asonadas, crímenes políticos y se instalan dictaduras.
A pesar de estas opiniones divergentes, lo que debemos continuar fomentando en la conciencia ciudadana es que no debemos conformarnos con el statu quo. Podemos lograr mucho más, y pese a los avances, hay que seguir luchando por un país más justo, equitativo y próspero.
Los datos hasta 2021 respaldan algunas de estas percepciones. Con un crecimiento económico del 5.5%, República Dominicana supera el promedio de Centroamérica (3.6%), Suramérica (2.8%) y el Caribe (2.0%). En cuanto a la desigualdad, con un coeficiente de Gini de 43.7, se sitúa por encima de Centroamérica y Suramérica, pero aún por debajo del Caribe, que tiene un coeficiente de 39.6.
En el ámbito de la seguridad, nuestra tasa de homicidios de 10.4 por cada 100,000 habitantes es significativamente más baja que en Centroamérica y Suramérica, aunque aún por encima del promedio del Caribe. Esto indica que en esa materia tenemos grandes retos por delante.
Muchos podrán sentirse conformes con estos resultados; yo no. Soy un inconforme; aspiro y lucho por más, pues estamos en una encrucijada: Aunque hemos logrado avances significativos en algunas áreas, todavía enfrentamos desafíos que requieren atención y acción decidida. Lo que está claro es que la determinación y el compromiso de los ciudadanos serán cruciales para modelar el futuro del país. El poder ciudadano bien articulado puede ejercer influencia sobre los políticos, los tomadores de decisiones de políticas públicas para que trabajen centrados en objetivos.