Releyendo, las Cartas Persas, una obra magnífica escrita por Montesquieu en el siglo XVIII, sobre su crítica al régimen político de su época, pensé en los caminos, recovecos y dificultades de las formas de gobernar en el siglo XXI. En ella encontré lo que no pude ver en los años de estudiantes. Fueron escritas en un período de transición de dos sistemas políticos. Estos  satíricos relatos sobre la sombra y los choques que se asomaban en la sociedad francesa, me llevaron de nuevo a pensar en la vieja teoría hegeliana del cambio y por supuesto en Carlos Marx, Bakunin, Polanyi, Kropotkin, entre otros.

Estas reflexiones críticas de un viejo ilustrado francés, conforman un conjunto de teorías sobre lo que él consideraba, el cambio social y lo político.  Me agarro a su solapa para ayudarme a dar pinceladas y entender la historia de los últimos acontecimientos que acontecen hoy en el sistema capitalista en sus diferentes variantes.

Cabe interpretar que los cambios que se proponen en la actualidad, no tienen significados para la transformación social y política, dado que no basta, con crear nuevas leyes, hacer acuerdos bilaterales, detener la guerra. Porque existen variables asociadas, a las costumbres, y a la base del sistema político capitalista que no desaparecerán, ya que son intrínsecas al sistema mismo. Decía Montesquieu que los hombres y mujeres virtuosos, no nacen por decretos o leyes, existe otra cosa que conforma la cultura y los poderes que van más allá de la persona y del Estado mismo. Se necesitan cambiar las costumbres. Esto lo explicaré más adelante.

Argüía como un hombre moderno, que el cambio es necesario, aunque sea una catástrofe. El concepto de catástrofe fue empleado por primera vez por Montesquieu en el 1755 y lo cuenta como un acontecimiento traumático, que da paso a lo nuevo. En esa topografía que se mueve, trata de aportar una filosofía política con perspectiva histórica para desgajar la vieja teología que hablaba sobre el diluvio como principio explicativo para explicar los cambios de la sociedad. Montesquieu analiza el cambio, desde un marco de explicación racional y moderna. Lo sitúa en el marco de los que somos seres socioculturales atrapados en una memoria que trasciende nuestra propia existencia como individuo. Esa particularidad de ir a la deriva es una mezcla de sarcasmo y esperanza dentro del mareo colectivo del que formamos partes por condición humana.  ¿Y cómo asociar a este viejo filósofo, con lo que se vive en el ahora?

El capitalismo es un modelo económico y social que se sostiene en los procesos de globalización, a través de sus grandes corporaciones multinacionales, que son las que controlan todos los capitales del mundo. No obstante, es bien conocido por la historia que el capitalismo, ha atravesado crisis periódicas que son sistémicas. Esos ciclos de crisis de inestabilidad financiera, ecológica, sociales, políticas, entre otras, son parte de la memoria histórica del capitalismo. Hoy estamos mirando el espejo fragmentado del sistema capitalista actual.

Algunos creen que ciertos cambios de gobernantes, mover capitales de un lado a otro, o hacer un movimiento geopolítico son las determinantes para mejorar la situación del sistema. Las panaceas electorales proponen mejoras. En realidad, siempre son un fracaso, ya que buscan continuamente un chivo expiatorio, ya sea los inmigrantes, los negros, los homosexuales, las feministas, los pobres del mundo, o simplemente, no pueden realizar los cambios esperados dentro del orden del capitalismo. Eso va en contra de su propia naturaleza y no se le puede pedir que invoque al Leviatán para producir las transformaciones que necesitamos los humanos.

Lo que acontece en la actualidad, no hará más que pequeños movimientos, pero no transformarán el sistema, ni la geopolítica mundial.

Karl Polanyi en su famoso libro La Gran Transformación consideró que el capitalismo se sostiene en esos cataclismos, tensiones destructivas que dañan la sociedad, por la ceguera de sus propias estructuras sociales, políticas, económicas, entre otros. Estaba seguro que en la medida que el orden global se derrumbara, la herida entre la política y la economía se solucionaba. En ese contexto este hombre supuso una fortísima crítica a los neoliberales  y su componenda hegemónica actual.

Pero cabe preguntarse, ¿estamos en el momento de la catástrofe o transformación del orden neoliberal? Las respuestas,  no la sé, pero si comprendo, que el sistema neoliberal ha tenido varias crisis tales como: la recesión del 2008, la crisis del Covid-19, la guerra de Ucrania, la agudización de las guerras de oriente medio, los nacionalismos resurgiendo por doquier en su fase conservadora y extremista, y por supuesto la vuelta de políticas keynesiana de manera particular en algunos regímenes de América Latina y ahora la llegada de Trump a la Casa Blanca.

En términos fenomenológicos, ¿son estos malos augurios, la antesala de la destrucción del neoliberalismo? No me lo creo, aunque se debilite la Carta Atlántica, por la falta de recursos financieros, por la posición de Trump de quitarle la sábana con la que se arropa desde hace décadas.  No es el final de la era neoliberal. Y tomaré a Polanyi como pensador. La razón ha sido muy leída por la derecha capitalista y la izquierda, por su tratamiento a la teoría del cambio en el sistema capitalista.

Su teoría explica las bases de cómo se produjeron las transformaciones del capitalismo en el siglo XX. Explica que las fuerzas de los sistemas económicos sostenido en el mercado destruyen todo a su paso, por eso plantea la autoprotección del Estado como garante del bienestar social básico y de la igualdad en su forma más potable dentro del marco del capitalismo. Es decir ciertas cosas sí, pero otras no. Una democracia que desde lo político trascendiera a lo económico.

Comparto la idea del cambio, pero yo pienso, que deja de lado las luchas de clases, los aspectos socioambientales entre otros.  Creo todavía en las luchas de clases y de la sociedad civil en los procesos de dirección del cambio. Ese órgano societal en donde se marginan dicha mirada me molesta, por considerar al Estado/nación como la panacea  que solo puede gestar o producir ese cambio.  Las variables socioambientales  son dejadas de lado, y esto ya había sido planteado por kropotkin en un momento temprano de los inicios del capitalismo.

No obstante, prefiero darle una mirada a Montesquieu sobre todo en su Cartas Persas. Este moderno, sabe muy bien que una catástrofe, no significa mover una tropa, por aquí o por allí, crear leyes o figurar con un bastión rebelde en las salas congresuales. Eso no cambia nada, para el viejo filósofo.

Montesquieu se planteó que el cambio requería mover profundamente, las bases del sistema y sobre todo miró las costumbres como elemento clave. Se planteó la costumbres, como eso que llamamos, hoy cultura política, memoria histórica, formas particulares de vivir, que incluirían los aspectos del hábitat, relaciones familiares, la vida ordinaria que estaba fuera de las mismas leyes. Decía que esto unido a las leyes y forma de gobernar  en sus actuaciones definen memorias. Para producir cambios, se tenía que transformar las costumbres y con ello las formas de gobernar. Muy lúcido el viejo filósofo. Con esta nueva lectura, me pregunto, ¿será posible el cambio?

Para que se produzca una transformación del sistema se hace necesario, no sólo transformar los caminos del mercado, el dinero y la mercancía. Se necesita el caos, que sí lo podría provocar un aumento desmedido del océano, los daños irreversibles, a los suelos, la escasez de los llamados recursos, aumento considerable de las fuerzas de la naturaleza, entre otros. Ese caos obligará a cambiar las formas culturales, lo que el filósofo llamaba las costumbres.

No serán los argumentos reflexivos de la izquierda, los nuevos fascismos, es algo peor que un tufo alcohol en una noche de calor en los trópicos. Será simplemente, la irreversible llegada del antropoceno que hará cambiar costumbres y relaciones sociales y económicas, lo que por fin, podrá derribar al capitalismo. Todo eso lo intuyó Montesquieu en los inicios de la modernidad. Lo que acontece en la actualidad, no hará más que pequeños movimientos, pero no transformarán el sistema, ni la geopolítica mundial.  Todavía hoy sigue desafiando, la gran lucidez del filósofo en sus reflexiones  descritas en las Cartas Persas.