La necesidad de una Reforma Fiscal es tan evidente que de momento todos los candidatos y partidos se atreven a reconocerlo.
Pero, con toda seguridad, me atrevo a afirmar que probablemente la gran mayoría de los que reconocemos esta necesidad estamos hablando de cosas distintas.
Los políticos hablan, pero ningún candidato o partido ha ofrecido una propuesta concreta al respecto. Lo mismo ocurre en el sector empresarial. Las organizaciones sociales en su mayoría ni la mencionan.
Soy de los que piensan que el país requiere medidas significativas para mantener el ritmo de crecimiento y reducir la velocidad del endeudamiento. Sin embargo, la falta de especificidad en las propuestas políticas deja un vacío crucial en el debate público sobre el futuro económico de la nación.
La implementación de una reforma fiscal de gran alcance se presenta como un desafío monumental en un entorno político caracterizado por el populismo y el clientelismo. Sin embargo, ante la necesidad de un desarrollo humano integral, es imperativo que la sociedad civil asuma la responsabilidad de exigir a los líderes políticos la adopción de medidas que promuevan la equidad y el progreso económico.
Este compromiso con la búsqueda de un desarrollo inclusivo y sostenible implica reconocer que el simple crecimiento económico no es suficiente para superar las profundas disparidades sociales y económicas que afectan a nuestro país. Es esencial promover políticas que garanticen la igualdad de oportunidades y reduzcan la brecha entre los diferentes estratos sociales. La Reforma Fiscal debe ser una herramienta eficaz para lograrlo.
El camino hacia un desarrollo económico verdadero y duradero solo se logrará mediante un esfuerzo colectivo que involucre a todos los actores de la sociedad. Solo mediante un compromiso continuo con la equidad, la justicia y la participación ciudadana activa podremos transformar el crecimiento económico en un desarrollo que beneficie verdaderamente a la gente.
Estoy convencido de que sobre este tema será difícil lograr consenso, por lo que nuestro esfuerzo debe estar dirigido a lograr que el gobierno que surja de las próximas elecciones asuma la responsabilidad, y luego de agotar un corto período de diálogo social, se logre o no acuerdos, imponga una reforma justa, no regresiva, en beneficio de la producción y del bienestar colectivo. Será difícil, pero hay batallas que debemos echar a toda costa.