“La idea ingenua de la información aduce que los objetos se definen como información en un contexto de búsqueda de la verdad. Algo es información si se usa para intentar descubrir la verdad. Esa versión relaciona el concepto de información con el de verdad y da por sentado que el papel principal de la información es representar la realidad”. (Yuval Noah Harari: Nexus).

32 años para la humanidad en el globo terráqueo es como un granito de arena en un océano. Tres décadas es tan nimio en el tiempo que representa una gota de agua con respecto al rio Amazonas, el más grande del mundo. Sin embargo, seis lustros han sido la condensación de la condensación de la historia, la más grande vastedad en la acumulación de conocimientos y en el desarrollo de la información y de la hiperconectividad.

La información como “la pieza más básica de la realidad”, como diría Harari, es tan inmensa que hoy lo que se descubre ya no es su ausencia, sino su sobredimensión y al mismo tiempo, la infoxicación. La información hoy, en la Era Digital, es el aceite del Siglo XXI. Sin ella no hay posibilidades de avanzar, pues no solamente sería ignoto el alcance de lograr objetivos y resultados halagüeños, sino que sería como no contar con una brújula en medio de un mar tormentoso. La información es la clave para tomar decisiones más certeras. Alumbran en el concierto de la oscuridad. Nos guían en medio de la opacidad y clarifican la necesaria transparencia y coherencia de nuestro accionar.

ESQUEMA-728x545
Fuente: Libro Nexus de Yuval Noah Harari

32 años hace que eclosionó el Internet como World Wide Web (www). Seis años después surgió Google, como un espacio de sinergia de dos genios que unieron sus talentos para acercamos al conocimiento y la información infinitos: Larry Page y Serguéi Brin fueron sus creadores, poniendo la atención del papel creador de la colaboración entre los humanos. Mark Zuckerberg, seis años después, esto es, en el 2004, inauguró otro espacio de la revolución digital y de las redes sociales: Facebook.

Entre el 2009 y 2010 surgió el WhatsApp, de la creatividad e innovación de Jan Koum, que trajo la inmensidad del ahorro económico para los habitantes del mundo. Lo mismo ocurrió con Instagram, creado en el 2010, en la dinámica de la esencia humana como especie gregaria, como actores, que comprende que, como decía Ken Blanchard “Ninguno de nosotros es tan inteligente como todos juntos”. Kevin Systrom y Mike Krieger cimentaron la luz sinérgica, energética y empática que hace posible el salto de la historia. De su parte, Tik Tok continuó con la red de las redes sociales para 2016.

32 años, singular espacio del tiempo que en su cortedad se ha convertido en el marco transformador de nuestras vidas, de nuestros comportamientos, que ha alterado nuestro modus vivendi y nuestro modus operandi. Las redes sociales hoy, son la omnipresencia de nuestra existencia. Se han constituido como un oxígeno para las distintas interactuaciones sociales. Sin ellas es cuasi como si no existiéramos. Las redes sociales, la información digital, están redefiniendo el mundo y la sociedad en la que nos ha tocado vivir, trastocándolo todo, pues adultera las distintas formas en como mantenemos los vínculos, las relaciones.

Pero, ¿que son las redes sociales? Según Boyel y Ellison “Son servicios de web que permiten a los individuos, 1) crearse un perfil público o semipúblico dentro de un sistema delimitado, 2) articular una lista de otros usuarios con los que se comparte conexión; 3) ver y navegar en su lista de conexiones y las del resto de usuarios dentro del sistema”. Las redes se han constituido como el aglutinante de las herramientas de la comunicación que une y permea la combustión de la existencia en la comunidad de la red. De ahí la importancia de la sociedad de la red, cuya base de sustentación ha sido el Internet de las cosas y con ella, todos los andamiajes de los edificios tecnológicos que nos aglutinan y hacen posible la mayoría de los contactos, en los distintos roles del ser humano:

  1. Rol familiar.
  2. Rol de pareja.
  3. Rol ocupacional.
  4. Rol social.

No hay nada que haya significado tantos cambios en la dialéctica de la naturaleza social como la Era Digital, donde a lo largo de cuatro revoluciones industriales y entrando en la quinta, el interruptor del tiempo se fue achicando. La Primera Revolución Industrial comenzó en 1760, la Segunda Revolución Industrial en 1860, esto es, 100 años después. La Tercera Revolución Industrial se erigió a partir de 1950, vale decir, 90 años entre la Segunda y la Tercera. La Cuarta Revolución Industrial o 4.0, eclosionó a partir de 2011. La Inteligencia Artificial es la génesis, en concreto, de la Quinta Revolución Industrial.

Las redes sociales han acusado una importancia tan vital que han hecho posible grandes movimientos sociales, de tal manera que Manuel Castells en su libro Redes, Indignación y Esperanza señaló “Una dinámica por encima de fronteras en el espacio público de la red, conectándose entre sí e imaginando un futuro mejor”. Las redes sociales han posibilitado la conectividad sin límites y la información y el aprendizaje al alcance de todos, empero, como parte del mundo binario, llevan en su vientre riesgos para la seguridad y el bienestar. Es como decían, no hay nada bueno que no traiga consigo algo malo, como fruto y expresión de la complejidad humana y de la dilatación del tiempo: noche y día, agua y fuego, Sol y Luna; sequía e inundaciones.

La rápida expansión de las redes se bosqueja en la gráfica de más abajo. Para enero de 2013 había 1,720 millones de usuarios, 10 años después existían 4,760 millones. Las redes sociales y los medios digitales han cristalizado un mundo que hace posible que la diferencia de generaciones sea tan corta en el tiempo y tan abismal en los contenidos y en los desafíos. Nuevas expectativas culturales, sociales, económicas, de aprendizajes permanentes y sistemáticos. La Era Digital sintetiza la complejidad de reaprender y de una intensa apertura mental, en el grado de humildad, del sentido abierto, sobre todo, para la Generación Baby Boomer.

Tres generaciones se condensan y ahondan en apenas 32 años: Millenials, Digital, de Cristal y con ella la Generación Ansiosa. La Era Digital, como fenómeno de que somos un producto social, hace que nuestros hijos y nietos nos conduzcan como bebés en la ruta veloz de las aplicaciones de la tecnología digital. La tecnología digital, y con ella las redes sociales, han cambiado las formas de control y regulación de la gente. Como decía Michell Foucault “La Biopolítica es la forma como las autoridades gestionan y regulan la vida de las poblaciones. Esto es, la interjección entre la política y la vida misma de ser humano”. De ahí su hincapié en el panóptico. Sin embargo, el filósofo coreano Byung-Chul Han, en su libro Infocracia, nos señala “la Tecnología de la información digital hace de la comunicación un medio de vigilancia”.

En otra parte de su libro Infocracia nos resalta “La paradoja de la sociedad de la información es que las personas están atrapadas en la información. Ellas mismas se colocan los grilletes al comunicar y producir información. La prisión digital es transparente”. Todo ello, para superar a Michell Foucault, como entendimiento del mundo de la sociedad de la red, de la comunicación de creación de comunidades. Es tan omnipresente el mundo digital que Byung-Chul Han en su magnífica obra Psicopolítica, esboza “El me gusta es el amén digital”.

No hay nada más significativo en el mundo de la ciencia, a lo largo de la historia, que la Era Digital. Es la confluencia de aplicación de la ciencia en el “juego” del profano y/o bisoño, con ella, aunque sea en su dinámica más simple. Del control y regulación de la población, desde la perspectiva demográfica, la tecnología digital ha coadyuvado a la creación de la vigilancia desde el horizonte de la psicometría a la psicografía de cada uno de nosotros. Estamos irradiados por la pantallización de la computadora, de la tablet y del celular. El perfil de cada uno de nosotros está allí y el “descubrimiento” de nuestros gustos y preferencias queda visibilizado en las redes, para crear el potencial de consumo de cada uno de nosotros.

La tecnología digital y la revolución de las redes sociales es el continuo del carro de la historia. ¡Nadie puede detenerla! Sin embargo, es necesario conocer los desafíos que nos deparan para aprovechar al máximo sus oportunidades, que son ciclópeas. Hay personas que usan las redes, y con ella la información, como espacio para esconder la verdad y por lo tanto de contaminar la realidad. Usan los contenidos de manipulación, de fabricación, del engaño, del impostor y de conexión falsa y contexto falso: elementos erróneos de las redes sociales y la tecnología en su utilización.

Es lo que vimos cuando el expresidente Leonel Antonio Fernández Reyna dijo que se había otorgado 400,000 visas a los haitianos. Una información populista, como diría Harari, cuando la información solo se encuentra vinculada al poder. La información del ex mandatario es totalmente mendaz y acusa cuatro contenidos de los vicios de la información. Todos los años se emiten 400,000 estampillas para el mundo entero, para todos los países, en los 51 consulados del país en diferentes naciones. ¿En qué cabeza puede caber que se den 400,000 visas para un solo país, sobre todo, cuando los seis consulados en Haití están cerrados?

Ningún presidente ha otorgado 400,000 visas, ni siquiera en cuatro años y el promedio por año de cada gobernante, desde 2008 al 2024, ha sido así:

Presidente Periodo Cantidad Promedio por año
Leonel Fernández 2008-2012 314,581 78,645
Danilo Medina Sánchez 2012-2016 342,536 85,634
Danilo Medina Sánchez 2016-2020 387,771 96,943
Luis Abinader Corona 2020-2024 302,988 75,747
Luis Abinader Corona 2024- 127*

*En lo que va del mandato agosto 2024 a la fecha se han entregado 127 visas a nacionales haitianos

El alcance de un gobernante, como estadista, no se dimensiona por su tiempo en el destino de su ejecución, sino por los desafíos y visión de futuro, donde la posverdad no tenga el más mínimo resquicio, porque ella es distorsión deliberada de una realidad, que no se circunscribe a los hechos objetivos y por lo tanto a la realidad real, que es la verdad y esta es la que nos hace avanzar como cuerpo social en todos los tejidos que nos bosquejan: económico, político, institucional, cultural, social e ideológico.