La historia de la resistencia indígena registra las palabras de Tatanka Iyotake (Toro Sentado), gran líder de la tribu Sioux, en respuesta al gobierno norteamericano encabezado por el presidente Ulises Grant, cuando, hacia 1870 y tantos, éste lo conminó a venderle las tierras que habitaba su tribu desde tiempos inmemoriales.
La oferta de compra violaba el Tratado de Fort Laramie (1868), que garantizaba a los siux la propiedad y permanencia, por siempre, de las Colinas Negras, lugar sagrado donde los nativos hablaban con los dioses.
Convencido de que resultaba imposible convivir con los blancos, el líder siux habría respondido el ultimátum de Grant en los siguientes términos: Gran jefe blanco, yo y los míos, para que no nos maten, hemos convenido en venderles voluntariamente lo que nos piden.
El hecho, aunque lejano en el tiempo, remite al recejo del presidente Gustavo Petro, a propósito de su negativa inicial a recibir aviones militares USA con migrantes colombianos deportados como delincuentes….
Se infiere que, tras una reflexión tan juiciosa como oportuna, la respuesta del presidente colombiano habría podido ser esta: Gran jefe Trump, yo y los míos, para que su gobierno no nos dañe la economía y nos mate de hambre, hemos convenido voluntariamente en aceptar a nuestros migrantes ilegales en la forma en que usted quiera.
En realidad, en defensa de sus connacionales, Petro dispuso de los aviones para un regreso decoroso, lo que para otros gobiernos y políticos ninguneados de la región carece de sentido.
Aunque digno, el reparo del gobernante colombiano rápidamente se tornó en pretexto para desencadenar la estridencia punitiva del presidente Trump; un desfogue sancionador que bien se ha hecho en diluir en cuestión de horas, considerando el derecho indiscutible que asiste al gringo de extrañar de su país a ilegales.
Las apariencias engañan, pero las cifras no mienten. El presidente Trump, pese a la bulla anti inmigrantes, durante su gestión 2017/2021, deportó proporcionalmente mucho menos indocumentados que Bill Clinton, Barack Obama y George Busch.
Obvio, del lado USA no hay que esperar agradecimiento alguno por los pingües beneficios obtenidos durante décadas de trabajo del migrante colombiano, y latino en general.
Dada la sensibilidad de piel y la crisis de sindéresis imperantes, bien ha hecho Colombia en desmontar a tiempo un rifirrafe inconducente, a todas luces perjudicial.
Trump ha obtenido una victoria frente a la galería, impregnada con el grajo del rey Pirro, tras vencer en Áscalo a las legiones romanas.
Petro ha reculado; ha sorteado liarla parda, pero cuenta con el mérito de haber evidenciado al mundo, para que nadie alegue ignorancia, cuál es la tónica del incumbente de la Casa Blanca en su determinación retaliativa.
¡Con los inermes, la imposición de los designios imperiales es sí o sí!