El referendo constitucional en Chile del pasado domingo dijo claramente que la población rechazó el texto propuesto de nueva constitución. De este resultado se desprenden dos interrogantes: ¿Qué pasó en Chile? Y por consecuencia: ¿Hacia dónde va Chile? Sí hacemos un recuento de los últimos tres años, vamos de una explosión social de grandes magnitudes iniciada el 19 de octubre de 2019, que estremeció todo el sistema institucional chileno. Luego de casi un mes de revuelta popular, se acuerda una hoja de ruta por parte de todas las fuerzas políticas de la derecha, el centroizquierda e la izquierda, el 15 de noviembre de ese mismo año, centrada en la convocatoria de un proceso de cambio constitucional. Las opciones para el gobierno del presidente Piñera eran tres: reprimir con mucha fuerza; renunciar y convocar a elecciones presidenciales; o negociar un cambio constitucional. Se optó por la última posibilidad en lo que se reconstruían las relaciones de las fuerzas políticas.
Chile fue el experimento neoliberal más acabado de América Latina. El inicio de esas políticas comenzó por el uso del gobierno militar de Augusto Pinochet de los llamados “Chicago Boys”. Desde el desmonte del sistema sanitario público y de pensiones de reparto, por la privatización de esos servicios fundamentales, la educación pública de pago, las carreteras, puertos o aeropuertos privatizados, la privatización total del sistema eléctrico, hasta la privatización del agua para uso domestico o agrícola, entre otras áreas relevantes, no existió ningún modelo más acabado de la nueva era neoliberal que se inició a nivel mundial con los gobiernos de Thatcher y Reagan en la década de 1980.
Ese sistema de fundamentalismo de mercado se inicia con el sangriento golpe militar del 11 de septiembre de 1973 y no llegó a su fin con la salida de la Presidencia de Pinochet en 1990, tras el referendo de 1988. El modelo continuó. Sin embargo, el dictador continuó como comandante en jefe del Ejército y de las Fuerzas Armadas hasta el 10 de marzo de 1998 y vigilante pretoriano del orden neoliberal sustentado en la Constitución adoptada en 1980. Al día siguiente el dictador asumió el cargo de senador vitalicio.
Todo un paradigma instaurado mediante la fuerza, el asesinato, la tortura y la dictadura más sanguinaria. A partir de 1990 comienzan los gobiernos de la llamada Concertación por la Democracia, entre, esencialmente, el Partido Socialista (PS), el Partido Por la Democracia (PPD) y la Democracia Cristiana (DC) –que una parte de ella había apoyado el golpe de 1973, comenzando con el nuevo presidente Patricio Aylwin (ver video).
En los años siguientes, la Concertación siguió gobernando, con el democristiano Eduardo Frei, el socialdemócrata Ricardo Lagos y la socialista Michelle Bachelet. En 2010 gana las elecciones el representante de la derecha Sebastián Piñera, seguido por un segundo periodo de Michelle Bachelet en 2014, y otro segundo periodo de Piñera en 2018. El trazo común de esos gobierno variopintos fue mantener sin alteraciones mayores el modelo económico y social neoliberal instaurado por la dictadura de Pinochet. En octubre de 2019, estalló un volcán social de proporciones gigantescas, con las grandes y violentas manifestaciones de octubre/noviembre.
En el ínterin, había surgido una “nueva izquierda” con tintes distintos a la izquierda tradicional del PS, el PC o la centroizquierda del PPD. Fueron los grupos de jóvenes estudiantes que encabezaron las grandes manifestaciones estudiantiles de 2011 contra el modelo de educación imperante que privatizaba la educación universitaria y secundaria. Ahí surgen figuras emblemáticas como el propio presidente Boric, Camila Vallejo y Giorgio Jackson. A partir de ese momento fueron conformándose distintas organizaciones que confluyen en 2018 en el Frente Amplio que obtuvo un 20,27% con Beatriz Sánchez como candidata presidencial. El Frente Amplio estuvo conformado por una variedad de grupos desde social anarquistas, feministas, libertarios, movimientos identitarios de pueblos originarios, la “izquierda rosada” y toda suerte de movimientos alternativos. El FA conforma con Chile Digno en 2021 la coalición Apruebo Dignidad que gana las elecciones con Gabriel Boric de candidato presidencial, tras también recibir el apoyo de Socialismo Democrático, una coalición formada por el PS, el PPD, el Partido Radical, el Partido Liberal y Nuevo Trato.
Entre 2019 y el referendo constitucional del 4 septiembre pasado ocurrieron varias citas electorales, en el proceso abierto a fines de 2019, todas ganadas ampliamente por la izquierda. El primero fue el referendo de octubre de 2020 para dar inicio al proceso constituyente. A la pregunta ¿Quiere usted un Nueva Constitución? 78% respondió que aprobaba y 21,7 que rechazaba. A la pregunta de si la nueva constitución debía ser redactadas por una Convención Mixta (Congreso y electos) o una constituyente puramente electa, el 79% respondió a favor de la Convención Constitucional electa y el 21% en contra con 50% de participación. La nueva Convención Constitucional se instala en julio de 2020 después de la elección de los constituyentes el 15/16 de mayo de 2021 con 41,5% de participación. La derecha que había negociado un voto calificado para cada articulo de 2/3 partes, no pudo obtener ese derecho a veto, ya que su coalición, Vamos Chile, que la representó, obtuvo un 20,56% de los votos. Un total de 155 constituyentes se instalan en julio de 2021 con un plazo de un año para entregar la nueva carta magna.
En noviembre de 2021 se lleva a cabo la primera vuelta de las elecciones presidenciales previstas, con una participación de 47,3% en la primera vuelta y un 55,6% de participación en la segunda vuelta. La primera vuelta resultó con dos calificados: José Antonio Kast, con 27,91% del ultraderechista Partido Republicano de Chile, apoyado por toda la derecha y ultraderecha en segunda vuelta y, por otra parte, Gabriel Boric, con 25,83% en esa primera vuelta, apoyado la coalición Apruebo Dignidad que en esa ocasión integró también al Partido Comunista. En la segunda vuelta Boric es electo con 55,87% de la votación ejercida. En esa ocasión con el apoyo también de los viejos partidos de Concertación para un margen de más de 10% sobre Kast.
Entonces tenemos los siguientes eventos políticos y sociales: la revuelta de octubre/noviembre de 2019; la consulta constitucional de octubre de 2020 ganada por la izquierda y el centroizquierda con 79% de los votos; la elección en mayo de 2021 de los integrantes de la Constituyente ganada con casi un 80% por las fuerzas de izquierda y progresistas y la elección presidencial de diciembre de 2021 ganada por la izquierda con casi 56% de los votos expresados. ¿Entonces, cómo es posible que en el referendo del 4 de septiembre el apoyo a la nueva constitución cayera a 38% y los votos contra a 62%? Hay varios elementos a tomar en cuenta.
En todas las elecciones de 2020 y 2021 la participación electoral fue entre 41 y un 55% del padrón electoral. Una gran parte de los votantes en Chile se quedaron en casa en las 3 citas electorales anteriores al referendo. La mayor participación fue en la segunda vuelta de la elección presidencial de diciembre de 2021 en la cual asistieron 8 millones 300 mil votantes de una población en capacidad de votar de 15 millones. En el referendo constitucional del 4 de septiembre se verificó la más alta participación: 13 millones de un total de 15 millones habilitados, para una participación de 85%, inédita en Chile. ¿Por cual razón subió tan llamativamente la participación electoral? ¿Será esta altísima participación parte de la explicación del resultado de domingo 4 de septiembre? Hay algunos analistas que dicen que el voto era obligatorio, pero un vuelco tan pronunciado no solo se explica por esa razón. De 4,6 millones de votantes, 4,1 millones apoyaron el Rechazo.
En segundo lugar, una parte de la coalición Socialismo Democrático se apartó de su posición oficial a favor del Apruebo, y constituyó el llamado “Comando de la Centro-Izquierda por el Rechazo”. Igualmente pasó con los llamados “Amarillos por el Rechazo”, que estuvo constituido de una variedad de personalidades y ciudadanos de relevancia en los 30 años de los gobiernos de la Concertación. Tal vez ahí reside otra de las explicaciones del rechazo a la nueva constitución: el espectro político no se limitó a los partidos de la derecha o a reivindicar la constitución de Pinochet de 1980. Como dijo un representante del Rechazo: “votamos No en 1988; Apruebo en 2020, pero en esta vez dijimos no podemos aprobar este texto, tenemos que arreglarlo”. ¿Pero cuales son los reparos al texto propuesto? La nueva constitución proponía romper con “certezas” de la identidad de muchos chilenos. La declaración de Chile como Estado Plurinacional, para poder responder a la problemática de los pueblos originarios, y particularmente las reivindicaciones de los mapuches y la Araucanía, no es asimilada por muchos, que consideran a Chile un Estado Unitario. El pueblo mapuche sobrepasa el millón 800 mil, seguido por el pueblo aymará (156.000) y el pueblo Diaguita (88.000). El total de los pueblo originarios pasa los 2 millones en un país de poco más de 19 millones.
En tercer lugar están las grandes decepciones de la población con los primeros meses del gobierno de Boric. La inflación sube a una de las más altas de la región con un 13,1%, proceso iniciado bajo el gobierno de Piñera. El tema de la reforma previsional se aparcó de la agenda inicial del gobierno (salud universal y pensiones de reparto). La capacidad del gabinete ministerial y particularmente lo que en Chile llaman el “Comité Político” de la Presidencia, dio notaciones de inmadurez e incoherencias. Hay un dato impresionante: la tasa de aprobación del presidente, que apenas cumple 6 meses en el poder, pasó de 56% en la elección a 38% al momento del referendo, muy cercano a lo que obtuvo el Apruebo.
En cuarto lugar, y no por ello la menor, la brutal campaña de descrédito, mentiras y desinformación por parte de los medios de comunicación “main stream” sobre el texto constitucional. Medios monopolizados por el gran capital, tanto escritos como televisivos fueron un factor que se agregó a los anteriores. Pero lo más importante es saber ¿Hacia donde va Chile ahora? ¿Qué hará el joven presidente Boric? ¿Un giro a la derecha o un giro a la izquierda? Estas preguntas serán necesariamente objeto de otro articulo.