En esta semana, el presidente de la República Dominicana, licenciado Luis Abinader, anunció una propuesta de reforma constitucional, que sus detalles aparecerán en el proyecto de ley y se enuncian con estos cuatro temas:
- Impedir futuras modificaciones en la elección presidencial.
- Consolidar la independencia del Ministerio Público.
- Reducir el número de diputados.
- Unificar la celebración de elecciones.
La sociedad dominicana necesita mejorar en cuanto a su nivel de desigualdad y pobreza, donde una minoría tiene tanto y una mayoría cuenta con poco para vivir. Entiendo que el presidente se encuentra en un buen momento para impulsar esta reforma y otras que quiera, porque fue reelegido democráticamente, mantiene una alta popularidad, y gran poder congresional y, al no aspirar a un segundo mandato, puede asumir el costo político correspondiente.
Sin embargo, lo más adecuado sería que el presidente retomara las doce reformas que aseguró tener en carpeta en agosto de 2021, entre las que se destacan la modernización del Estado, una reforma fiscal integral, y enfrentar problemas en salud y seguridad social, educación, transporte, energía eléctrica, agua, entre otros. Las que, según sus palabras, producirían una segunda restauración institucional y material para la República.
Por estas razones, analistas políticos como don Fafa Taveras se refieren a esta nueva reforma como la "número trece". Desearía que las propuestas de reforma sean parte de un Gran Pacto Nacional, como he planteado desde el inicio de este podcast, a raíz de la pandemia de la COVID-19; el que defina el proyecto de nación que deseamos y cómo lograrlo. Que sean propuestas serias y viables, y no ejercicios políticos.
Una modificación constitucional es un tema muy sensible y complejo que excede mi capacidad, por lo que solo me acercaré a la propuesta de reducir el número de diputados. La que no debería obedecer únicamente a motivos económicos, aunque estos son siempre importantes, especialmente en un país con tantas necesidades y pocos recursos.
Como afirma la vieja sabiduría, la virtud está en el centro. Por lo que, en nombre de la democracia, no deberían elegirse tantos diputados. Ya que mientras más son, menos son. O sea, menos condiciones tienen, porque la cantidad no determina la calidad. Recordemos los diputados que se hallan en problemas legales en el país y fuera.
Tampoco es correcto, que un pequeño grupo de sabios, científicos o técnicos tracen las políticas públicas del país por sí solos.
Es tiempo de definir claramente los criterios y funciones de los diputados, tanto en sus comunidades como en el Congreso, para evitar que se conviertan en jefes locales que pretenden resolver todos los problemas, lo cual a veces puede ser positivo. En tal sentido, lo importante es elegir ciudadanos capaces de hacer aportes significativos, que se acerquen lo más posible a lo que el psicólogo Howard Gardner llama “mentes del futuro": es decir, mentes disciplinadas, sintéticas, creativas, respetuosas y éticas.
En definitiva, toda propuesta de reforma debe evaluarse cuidadosamente y servir esencialmente al bienestar de los más necesitados.
** Este artículo puede ser escuchado en audio en Spotify en el podcast Diario de una Pandemia por William Galván.