En República Dominicana, en las pasadas elecciones se produjo un repunte de partidos y candidatos portadores de ideas y proyectos autoritarios con tintes antidemocráticos o de fuerza, influenciados por la horrenda tiranía de Trujillo. Por lo que, para fortalecer la memoria de los más jóvenes, relataré algunos hechos posiblemente poco estudiados por los historiadores.
Recordemos que existía el culto a la personalidad del jefe, sintetizado en lemas, como "Dios en el cielo y Trujillo en la tierra" o "En esta casa, Trujillo es el Jefe". A los enemigos o contrarios o desafectos, los vigilaban permanentemente y les prohibían trabajar y estudiar en lugares públicos. Los viajes dentro y fuera del país, eran controlados a través de documentos de identidad, como la cédula y el pasaporte. O sea, no había libertad de tránsito.
Aunque aquella sociedad era eminentemente rural, con más del 80 % de la población viviendo en el campo; y la principal fuente de ingreso del país dependía de la producción agropecuaria, principalmente del azúcar, café y tabaco; la tiranía no construyó los caminos y carreteras necesarios para fortalecer esa producción y mejorar las condiciones de vida de los campesinos. Tuvieron que construirlos con picos y palas, bueyes y mulos, los mismos productores.
Por Padre Las Casas y Bohechío, de donde provengo, a mis parientes les tocó esa costosa tarea; pero el régimen usó equipos pesados y personal especializado, incluido un general que supervisaba, cuando construyó vías para combatir expedicionarios del 14 de junio que llegaron a Constanza. O sea por razones políticas. Algunos de mis antepasados sembraban caña y producían azúcar en trapiches artesanales con hombres y bueyes, para consumo doméstico y para comercializarlo con otros pueblos incluido Haití; pero el tirano, asociado con empresarios, construyó ingenios azucareros y prohibió operarlos y perseguía a sus dueños.
Igual ocurrió por los pueblos de Moca y Salcedo, donde familias productoras, como las de Juancito Rodríguez, los Mirabal, los González, y muchas otras, fruto de su energía creativa y arduo trabajo agropecuario, acumularon importantes fortunas, pero a ellos, el régimen les expropió sus tierras, destruyó las siembras y sus ganados. Porque el tirano solo consentía la posesión de riqueza por él y sus socios.
Durante la Era del jefe, obtener un empleo requería ser allegado al régimen. Por ejemplo, un primo del padre Ton Lluberes, relataba que cuando estudiaba en el Colegio De la Salle, le pidió a un compañerito, hijo de un Trujillo, que le consiguiera empleo, y lo nombraron en la oficina de la Cédula como mecanógrafo. Y, el primer dia, como no sabía escribir a máquina dijo que renunciaría. Pero el jefe de la oficina le respondió: "Ya usted es mecanógrafo, si usted renuncia, yo caigo en desgracia. Ya usted es mecanógrafo." Y un General que dirigía Meteorología, un día recibió una comisión que deseaba consultarle el estado del tiempo, para realizar un acto con la asistencia del tirano, y el funcionario les respondió que los instrumentos decían que no llovería, pero que para evitarse un problema con el Jefe, era mejor que hicieron el acto bajo techo.
A muchos prisioneros los llevaban a campos de trabajos forzosos, en el Sisal de Azua y El Pozo de Nagua, donde la mayoría moría por las torturas y los tormentos. A ciertos adversarios políticos los internaban en centros siquiátricos o manicomios. A quienes presentaban desviación sexual los consideraban enfermos, y, como en Cuba, los apresaban y reprimían. Despreciaban a las mujeres: existían mansiones campestres a donde llevaban damas como si fueran vacas, y después de gozarlas, algunas las asesinaban y echaban en pozos.
Promovían las familias largas; y el tirano, despreciaba a los hombres que tenían pocos hijos; y una sola mujer; a quienes llamaba burlonamente, “sin tabaco en la vejiga”. En fin, en un tiempo, misas y cultos y creencias religiosas tan personales, fueron prohibidas y reprimidas. Así era la dictadura del jefe. Donde la gente vivía un régimen de terror y angustia y sin libertades ni derechos civiles.
Algunos dirán que ya esos tiempos pasaron; pero el humano es el mismo, el mundo es brutal y arbitrario y la rueda de la historia sigue girando. Por ejemplo, el pasado domingo, en México, una de las sociedades más violentas del planeta, gobernado siempre por machos autoritarios, escogieron a una mujer intelectual presidente de la República. De ahí la importancia de identificar aquellos hechos y personajes que podrían significar un retroceso de la democracia o sacrificar libertades personales y colectivas, al decir el pensador Moisés Naím en su notable libro "La revancha de los poderosos". Que viva nuestra patria soberana y democrática.
** Este artículo puede ser escuchado en audio en Spotify en el podcast Diario de una Pandemia por William Galván.