Los hijos superan a los padres, dice el dicho popular. No estoy tan seguro de que la mayoría de los hijos de estos le den una mejor crianza, a su vez, a sus respectivos hijos. De manera particular, si hablamos de disciplina y el cultivo de virtudes, como la solidaridad, la generosidad y el amor por la humanidad, la patria, los padres y la familia en general.
En nuestro país los partidos políticos con mayor vocación y ejercicio del poder han parido hijos y han tenido liderazgos compartidos y clanes, tipo familiares, que, en lugar de seguir el ejemplo de sus padres fundadores y superarlos, han pisoteado y tirado por la borda los principios, valores e ideales con los que aquellos estaban comprometidos. Por el contrario, muchos, una vez en el poder, han asumido un pragmatismo adulterado, para sus propios beneficios.
En pleito de marido y mujer nadie se mete, es otra frase muy popular dominicana. La realidad ha demostrado que esto no siempre es cierto. Para solo poner un ejemplo, son muchas las muertes que se ha llevado la violencia intrafamiliar, con la secuela de niños, niñas y adolescentes en situación de orfandad y, peor, muchos ni siquiera han sobrevivido. Y esto no puede ser dejado en manos de los cónyuges o convivientes. Atañe al Estado y a toda la sociedad.
Pero, en política sí aplica el proverbio. Alianzas, hasta inimaginables, como el Pacto por la Democracia, que llevó unidos en 1996 al PLD y al PRSC, o la Alianza Rosada, del PRD y el PRSC, para las congresuales y municipales de 2006; o del PRD-PLD en 2016 y de la Juntos Podemos en 2020, del PRM, FP y FNP y otros 9 partidos y organizaciones políticas.
Desde la primera de estas se habló de liga de macos con cacatas. De ahí que ya no son extrañas las ligas de morado con rojo, blancos con rojo, azul con verde, verde con morado o azul con rojo. Todos los colores del arcoiris partidario acuerdan electoralmente, a pesar de los partos complicados, hasta con asfixia perinatal, con nacimiento de hijos calificados de bastardos o indignos, de desprendimientos con anunciados propósitos de imposibles acuerdos futuros o reencuentros, de gran distancia ideológica -cosa del pasado- y del banco diferenciado de historia y principios de cada una de las organizaciones pactantes.
Cuando hablamos de las divisiones de los partidos políticos del sistema político electoral dominicano, los hijos, generalmente, han superado electoralmente a sus progenitores políticos institucionales. Está por verse en cuanto a la gestión eficiente y pulcra de la cosa pública, a pesar de que el peso del liderazgo paterno ha sido la plataforma de convicciones que ha marcado la ruta y el triunfo electorales.
El PRD, verbigracia, que nació en 1939 en el exilio, para enfrentar la tiranía trujillista, luego del éxito electoral que llevó al profesor Juan Bosch a la presidencia en 1963, parió un hijo cuando en 1973 Bosch abandonó el partido para fundar el PLD. Partido este en el que el padre e hijo a la vez se superaron a sí mismo, cuando luego de dos períodos de gobierno, y el exito electoral, en 1978 y 1982, del partido también fundado por él, el PRD, llega al poder en 1996. Luego retoma el poder su otro hijo, el PRD, en 2000 y en 2004, hasta el 2020 asume nueva vez el poder su otro hijo, el PLD.
Con la muerte de Juan Bosch asume el liderazgo definitivo del PLD el Dr. Leonel Fernández, quien también se convirtió en padre y abandona dicho partido, por el liderazgo ya compartido con el entonces presidente de la República Danilo Medina. Hija legítima del PLD nace la Fuerza del Pueblo en 2019, donde también Leonel pasa a ser padre e hijo a la vez.
Del mismo PRD nace en 2014 otro hijo, el PRM, que prontamente asciende al poder, donde se encuentra actualmente. Si sigue en el poder deberá seguir demostrando que está comprometido con la integridad y el manejo pulcro y transparente de los recursos públicos, con la transparencia, los valores y principios democráticos, que predicó su último gran líder, común con el PRD, el Dr. José Francisco Peña Gómez.
Si la FP y el PLD, casi juntos, llegan al poder, será el reencuentro de un hijo, por un lado, y de este con sus hermanos separados. Pero, todos estos hijos están obligados a carabina a imitar el ejemplo de sus padres y superarlos en virtudes y con ello, predicar con el ejemplo. De lo contrario desvanecerán y desaparecerán, como ha sido la historia republicana.
La sociedad dominicana de hoy viene tomando conciencia de la necesidad del ejercicio del poder con honestidad, integridad, eficiencia y eficacia y respeto por los derechos. De lo contrario, el peso de la ética en el ejercicio de la política, que exigimos los dominicanos, en mayor medida, los arrasará, para dar oportunidad a quienes en su práctica política comulguen y practiquen los principios, los valores y la ética, elementos fundamentales en democracia.
Con ello deberán superar, como hijos, a sus padres, no solo en lo político-electoral, como ha venido ocurriendo; sino en una gestión gubernamental a prueba de toda fiscalización y control ciudadanos.