Participamos de un mundo en cambio permanente. Estos cambios nos mueven a repensar la visión que tenemos del quehacer en el campo de la educación superior y de los estudios doctorales en educación. Las transformaciones que se generan no solo inquietan, también movilizan a la búsqueda de solución de los problemas que los mismos cambios producen. Por ello, plantearse los futuros de los programas doctorales pasa por la revisión integral de lo que hoy entendemos y asumimos como doctorado en educación. Estos estudios tienen una relación profunda con la construcción de conocimiento científico; con una producción científica que no se agota en el trabajo individual, sino que se forja constituyendo un tejido de investigación que influye en el desarrollo de la sociedad; y que impacta contextos educativos, culturales y socioeconómicos.

En este escenario, las instituciones formadoras han de revisar sus concepciones, enfoques y prácticas antes, durante y después del proceso de formación de doctores en educación. Al hacerlo deben tener en cuenta que los estudios doctorales en educación han de ir más allá del título y del trabajo final. Estas instituciones han de convencerse de que el compromiso con las ciencias requiere una atención primordial al desarrollo integral de las personas y de la sociedad. Desde la filosofía institucional del ISESP, esta perspectiva es crucial. En esta institución, hablar de ciencia es hablar de vida. Por ello adquiere fuerza la posición de Pedro Poveda, quien sostiene la necesidad de “desear la ciencia, buscar la ciencia, adquirir la ciencia, trabajar por conseguirla y no os canséis nunca, ni digáis jamás, no más ciencia” (Poveda, 1930, 891).

Los estudios de doctorados en educación han tenido una excelente acogida en la esfera mundial, por la importancia que tiene la formación de investigadores y, especialmente, por las posibilidades que ofrece la educación para la construcción de comunidades científicas y culturas científico-tecnológicas con  perspectiva humanizante. Países de Europa y Estados Unidos están a la cabeza de la investigación y producción científica. En la región, los estudios de doctorados en educación son recientes, por ello no cuentan con la producción científica que se puede encontrar en el área de ciencias de la naturaleza y de matemática. Los procesos formativos en el ámbito de doctorados en educación experimentan un incremento acelerado en la región. Interesa elevar la calidad de la educación terciaria y para ello se crean oportunidades para cursar estudios de esta naturaleza. En esta dirección se advierte una preocupación por la ocurrencia de un efecto contrario, la presencia de reducida eficacia en los doctorados en educación en el contexto regional (Castillo-Bustos, Rojas-Mesa y Yepes-Moreno, 2023).

Es necesario tener presente las posibilidades y los riesgos que conlleva el incremento de la cantidad de doctorados en educación, tanto para la academia como para la sociedad. Las posibilidades más comunes están vinculadas a un mayor acceso a la educación terciaria, al fortalecimiento de la equidad en educación superior; al impulso a una ciencia más abierta y a la creación de un contexto activo de producción científica, así como a la innovación educativa y social. Otro aspecto se relaciona con la articulación que tienen los doctorados en educación de la región con universidades extranjeras de trayectoria investigativa y científica consistente y de largo tiempo.

Estas instituciones inciden en la concepción, diseño y desarrollo de  los doctorados en educación. Esto implica aportes relacionados con procesos de construcción de conocimiento científico y aprendizajes para avanzar en la producción científico-tecnológica. Las instituciones de educación superior internacionales, al establecer relación con sus pares de la región, constituyen un cauce para aportar mecanismos y propuestas de políticas de institucionalización, no solo de los doctorados, sino de las instituciones de educación superior. La interrelación de las academias de la región con otras del ámbito internacional se ha de mantener desde un trabajo compartido que implique desarrollo recíproco.

Los doctorados en educación de la región están afectados por una actividad científica que presenta limitaciones de diferentes dimensiones. En esta dirección, preocupa en la región la formación que ofrecen los doctorados en educación y la realidad de las instituciones al afrontar condiciones marcadas por la incertidumbre (Corvalán-, Falabella y Rojas, 2021). Los problemas causados por la carencia de los sistemas tecnológicos y de gestión necesaria, así como los de sostenibilidad económica y de infraestructuras adecuadas, condicionan la consistencia de la formación que se ofrece. Países como México, Brasil, Argentina y Colombia van avanzando en relaciones interuniversitarias, internacionalización y producción científica.

Asimismo, es necesario desarrollar procesos y acciones que contrarresten en la región una posible subordinación del pensamiento y de la producción científica a otras realidades culturales.