“El crecimiento económico no es suficiente para reducir la desigualdad. Necesitamos políticas redistributivas para lograr una sociedad más justa”. (Thomas Piketty).
Estamos en presencia de una enorme disrupción tecnológica que trae consigo un círculo virtuoso en las distintas dimensiones de la interacción humana y que conduce a nuevas formas de organización social, nuevos procesos, nuevas formas de hacer las cosas, nuevas estructuras sociales y reconfiguración de la vida humana.
El trabajo como fenómeno social constituye el eje fundamental en la creación de la riqueza como esfera colectiva y eje nodal del desarrollo del individuo. Es una de las cuatro piedras angulares de la persona en los distintos roles que se bosquejan en una sociedad. El trabajo nos señala el grado de desarrollo de las fuerzas productivas y los niveles de desarrollo de una sociedad. Qué hacemos, cómo lo hacemos, qué producimos y cómo estamos organizados, sitúa el marco de la realidad en que nos encontramos.
El mercado laboral nos da la mano para entender, desde la sociología organizacional, quiénes son los actores principales en la jerarquización de una sociedad determinada. El trabajo y con ello, el mercado laboral, nos dicen que actores económicos son privilegiados en el cuadro de los actores estratégicos de una sociedad. Ejemplifica y grafica el ordenamiento económico y en gran medida, cómo se fraguan, en la praxis social, las relaciones de poder. El mercado laboral otea en el firmamento las franjas de las distintas fracciones del poder económico y cómo se da la jerarquización de las divisiones del trabajo, como espacio de las contradicciones del poder de la elite económica.
Para Anthony Giddens y Philip W. Sutton en su libro Sociología, octava edición, definen el trabajo, ya sea remunerado o no, como “el desempeño de tareas que exigen un esfuerzo físico o mental cuyo objetivo es la producción de bienes y servicios para satisfacer las necesidades humanas. Una ocupación o empleo es un trabajo que se realiza a cambio de una paga regular o salario. El trabajo es la base de la economía en todas las culturas. El sistema económico está formado por las instituciones que se encargan de la producción y distribución de bienes y servicios”. Nos señalan que el trabajo es una relación social y como tal, debe situarse en un contexto social.
El mercado laboral resalta, vía sus competencias, necesidades, capacidades, atracción y retención, los vehículos de educación que se requieren empujar. Su realidad nos dice sin hablar, cuál es el grado de la intensidad del conocimiento que se requiere y por donde orbita esa sociedad en la cualificación de los empleos. El mercado laboral actual de la sociedad dominicana, con cifras del Banco Central, nos dice:
- Tenemos una población en edad de trabajar (PET) de 8,025,509.
- Una Fuerza de Trabajo (PEA) de 5, 209,343.
- Ocupados: 4, 941,183.
- Sector Formal: 2, 064,151.
- Sector Informal: 2, 704,589.
- Ocupados Formal: 44.4%.
- Ocupados Informal: 55.6%.
- Tasa de Desocupación: 5.3%.
- Población fuera de la Fuerza de trabajo: 2,816,166, los llamados Inactivos, esto es, menores de 15 años y mayores de 70.
- De los 4,941,183 que trabajan tanto en el Sector Formal como Informal: a) 880,347 estaban en la primaria, para un 17.8%. b) 2, 638,383 se encontraban en la secundaria, para un 53.3%. c) 1, 265,727 empleados universitarios, para un 25.6%. d) 156,726, empleos corresponden a NINGUNO, esto es, no terminaron la primaria o eran analfabetos: un 3.17%.
El 74.27% de los ocupados como Fuerza laboral no son universitarios y como nos decía ese gran economista francés Thomas Piketty “La educación es la mejor arma para combatir la desigualdad y garantizar una sociedad más equitativa”. El empleo es el mayor punto de inflexión para el combate a la pobreza, empero, en sí mismo no es el brazo armado per se para disminuir la desigualdad. Tener un empleo coadyuva a un soliviantamiento de la autoestima, en una mayor dimensión de la simbología de status, a una independencia económica y a una mayor firmeza emocional y psicológica. No así, a toda la problemática que encierra la desigualdad.
Dicho de otra manera, más sustantiva, más empleos, no significa menor desigualdad ni mayor desarrollo del capital humano. A lo sumo un resquicio de mayor dejo de esperanza. Estamos generando empleos, sin embargo, de poca calidad. Empleos precarios, con pocos agregados de valor, con pocas calificaciones, acordes a la Cuarta Revolución Industrial. En esa situación no podríamos cumplir con aquella muy cierta aseveración de Laszlo Bock en su libro La Nueva Fórmula del trabajo, cuando dice “Contrate solo a personas que sean más inteligentes que usted, cueste lo que cueste”.
¿Qué nos dicen los datos oficiales del Banco Central del trimestre enero-marzo del presente año? Que, con una mirada de visión de futuro, tenemos que comenzar a trillar un nuevo modelo económico porque el actual, cada vez abre más la brecha, amplia más la concentración de la riqueza y el Estado dominicano no tiene, adolece de un sistema de protección social que coadyuve a disminuir la asimetría social de manera significativa. A lo sumo, lo más que ha logrado es a reducir la pobreza monetaria y la pobreza extrema.
En la sociedad dominicana somos prisioneros de nuestro propio pensamiento al sufrir de parálisis paradigmático y al mismo tiempo, somos prisionero del sistema en su conjunto, cuando no nos damos cuenta que gran parte de los problemas de hoy derivan, en gran medida, de las “soluciones” de ayer. Actuamos como si la historia no existiera, sin referencia, con un nihilismo que asombra y espanta. Se requiere, como nos diría Peter Senge en su célebre obra La Quinta disciplina “la realimentación compensadora”, a través de un pensamiento sistémico.
Veamos ahora el cuadro por ramas de actividad, que cobran por área, por hora, para entender el nivel salarial de la República Dominicana y porque el éxodo de migración del capital humano calificado. En nuestro país hay un desbalance con el principio: a mayor educación y competencia más salario y empleabilidad. Requerimos, para un nuevo proceso de modelo económico basado en la economía del conocimiento, mejores talentos, empero, se nos van por los sueldos y salarios tan exiguos, pírricos que ofrecen las empresas y el sector público. Para 2024, trimestre enero-marzo, nos encontramos: Promedio por HORA: RD$146.2.
El promedio por hora más bajo en la escala del salario de las ramas de actividad económica corresponde a hoteles, bares y restaurantes, esto es, lo concerniente a TURISMO, con RD$114.4; cuando la media es de RD$146.2 de las 12 variables económicas de nuestra economía. Si observamos los diferentes grupos ocupacionales con sus ingresos, comprendemos porque la fosilización y anquilosamiento de la movilidad social vertical ascendente es tan exigua y la movilidad social intergeneracional se está eclipsando. Intermediación financiera y seguros es la que mejor paga como actividad económica: RD$257.4. No obstante, solo representa un 2,3% de la población ocupada en el mercado laboral. Sin embargo, sigue siendo la fracción con más poder de influencia, sobre todo, en el diseño y construcción de leyes que gravitan con las políticas públicas.
¡Es la mirada de una verdadera transformación proactiva que conduzca a un mayor espacio de inclusión, allí donde un 63% lucha por sobrevivir en el día a día, de una cotidianidad cuasi holocáustica!