Antes de dejar Buenos Aires
hay que comer una morcilla
y una media docena de riñones.
Y si añades chinchulines
y mollejas y un bife
y unas verduras a la parrilla
ya estás entrando plenamente
en la fiesta que se sirve en el Paraíso
cuando los argentinos reciben
la luz verde de San Cristóbal
¿Y quién es ese santo? me pregunta
un ateo. Mi respuesta: disfruta la parrilla
todos los días en la tierra porque arriba
no te van a dejar nada en la mesa.
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