En ocasión de la celebración de la COP 29, que tuvo lugar en Bakú, el gobierno de Azerbaiyán cerró las escuelas y las universidades por dos semanas. Esta decisión se derivó del impacto del evento sobre la ciudad y de la necesidad de movilizar miles de jóvenes voluntarios bien entrenados y con capacidad de hablar inglés para hacer frente a la avalancha de participantes provenientes de todas partes del mundo alojados en toda la geografía de la ciudad y su periferia.
Los azerbaiyanos hablan pocos idiomas extranjeros: se entienden con los vecinos turcos, dada la similitud de origen de sus respectivas lenguas. Muchas personas mayores hablan ruso, fruto de la incorporación al imperio ruso, primero, y a la Unión Soviética, más tarde. Toda una generación post independencia conoce solo el azerí, en la actualidad los jóvenes estudian el inglés y la mayoría tiene mucha fe en el traductor automático de su smartphone, lo que conduce a veces a malentendidos bastante cómicos.
Otra medida que tomó el gobierno del presidente Aliev fue la de suspender el otorgamiento de visas a quienes no fueran delegados de la COP29, para evitar una avalancha de turistas en el momento del evento y así garantizar un mejor control y seguridad.
En Bakú se siente la presencia policial. Además, es notable hasta qué punto la gente ha interiorizado la disciplina y el respeto a las leyes. Por ejemplo, un taxi nunca recogerá un pasajero en un sitio no autorizado, aun si el pasajero tiene que caminar 200 metros bajo viento y lluvia para alcanzar el taxi.
La ciudad es de una limpieza impresionante y bajo el cuidado de brigadas de limpieza con uniformes impecables. Según nos dijeron, existe un eficaz sistema de vigilancia por cámaras y la gente no bota una semilla en la calle por temor al monto de las multas. El resultado es una ciudad absolutamente impecable.
Azerbaïdjan ha experimentado un desarrollo fulgurante a partir del año 1995. Después de la crisis que siguió a la disolución de la URSS, el crecimiento económico ha sobrepasado un 10% anual durante 10 años. De 2004 a 2008 estas cifras estallaron hasta llegar a sobrepasar el 20% gracias a los altísismos precios del petroleo que brota del subsuelo hasta en sectores de la misma capital.
El flujo de recursos ha beneficiado a la ciudad de Bakú, donde no se ha escatimado esfuerzos en contraste con otras regiones del país menos favorecidas. Las voces más críticas denuncian un desarrollo de fachada, financiado por los petrodólares, que disimularía la desigualdad social.
Sin embargo, la popularidad del presidente no es artificial. Es el hombre que ganó recientemente la victoria en el Alto Karabaj, una pequeña región del Cáucaso del sur, y ha reunificado el país. Una gran parte de la población apoyó el esfuerzo militar, con la esperanza de recuperar el territorio perdido en la década de 1990.
Uno de los aspectos que más ha llamado mi atención durante la estadía ha sido la hospitalidad y la genuina gentileza de los azerís, su curiosidad por saber qué piensa el turista de su país, de su cultura, de su comida.
Se siente el impacto que tuvo en el desarrollo de la sociedad azerbaiyana y en el comportamiento de las personas la época en la que el país estuvo integrado a la Unión Soviética. Sin embargo, la identidad musulmana no deja de estar presente y al mismo tiempo se siente un deseo de mirar hacia Europa.
Es notoria la voluntad de la juventud de participar en la construcción y el progreso de su país, de ser parte de un proceso. Los jóvenes tienen esperanzas y expresan deseos reiterados de contribuir en un mejor mañana para su patria, una característica que se ha ido perdiendo, por lo menos en muchos países europeos y en la misma República Dominicana.