El presidente Luis Abinader encendió la antorcha de la reelección con su famosa frase “No miren pa tra”, la que ya no habrá viento que la pague.
Lo que significa que su gobierno y su partido se fortalecerán aun más con el paso de los días y la integración de nuevas fuerzas minoritarias que han sido determinantes en los triunfos electorales.
En ese orden, es bueno acotar que el triunfo de la oposición es prácticamente imposible porque la corrupción galvanizada hasta el extremo en los gobiernos del PLD, es la espada de Damocles que clavará los costados de los líderes políticos Leonel Fernández Reyna y Danilo Medina Sánchez.
Estos presidentes de la Fuerza del Pueblo y del PLD han salido a las calles desesperados a vender al pueblo ilusiones y a tratar de confundirlo con la monserga de que los niveles de la inflación y la delincuencia aun aumentado considerablemente porque supuestamente el PRM no sabe gobernar.
El pueblo que no se traga sus discursos sabe que si hoy andamos descaminados se debe, precisamente, a que dejaron las arcas del Estado vacías, los procesos por corrupción en la justicia son más que evidentes y que al presidente Luis Abinader le ha tocado dirigir la nación en uno de los períodos más traumáticos de la historia debido al devastador patógeno que hoy conocemos como el Covid-19 y que los efectos de los aumentos de los precios se debe a los elevados costos de los fletes marítimos y el desabastecimientos de productos que importa el país.
Luis Abinader sepultará la dramática experiencia que vivimos los dominicanos cuando el ciclón-PLD dirigió los destinos nacionales
El gobernante ha dicho con mucha propiedad: “…hace casi dos años asumí la Presidencia con un alto grado de compromiso, sabiendo que tendría que atravesar momentos muy difíciles y superar obstáculos, los cuales, se han ido superando gracias a la voluntad del pueblo”.
Para agregar: “Sintámonos orgulloso de lo que estamos logrando a pesar de las adversidades. El camino ha sido duro, difícil, pero siempre supimos que hacer las cosas bien y de manera justa era la única forma de honrar nuestra palabra”.
El pragmatismo del presidente Luis Abinader convence porque no recurre a sofismas y demagogias y su sinceridad hace que el pueblo crea en él porque con sus denodados esfuerzos ha logrado que se despeje el panorama ensombrecido que nos legaron los gobiernos del PLD.
Y lo más importante es que la población en general reconoce su honradez, creando con ello un clima para la confianza de los inversionistas. Se ha colado del lado de la persecución contra la corrupción que en los gobiernos del PLD hizo metástasis en todas las estructuras del Estado.
En efecto, la gestión del presidente Luis Abinader se caracteriza por el desafío que se ha impuesto el gobernante de legar a las presentes y futuras generaciones un país donde no impere la corrupción y la dignidad de los individuos sea parte del respe, la actitud democrática y la convivencia social.
La cultura en la mayoría de nuestros gobernantes ha sido el ahistoricismo por la influencia de la corrupción. En consecuencia, este flagelo en los gobiernos del PLD se asimiló como una realidad imperante llegando a producir estragos tan demoledores que necesitará más de cincuenta años para recuperarnos de esa lacra si es que la Providencia permite que el poder sea conquistado por líderes políticos de la estirpe moral de Luis Abinader.
Todo poder se sustenta en la transparencia, la democracia y trabajar por el bien colectivo, y este concepto está bien definido en el presidente Luis Abinader. Por esa razón, trabaja para corregir los males heredados a partir de una nueva actitud que consiste en ajusta y revitalizar el poder de manera que los dominicanos se sientan felices y orgullosos de tener un gobernante que trabaja sin descanso porque está única y exclusivamente focalizado en los cambios estructurales del gobierno.
De modos y maneras que su gobierno plantea una nueva dimensión política en que Luis Abinader pone empeños en superar las calamidades heredadas. Su trabajo es tan intenso que pronto podrá decir: lejos han quedado aquellos tiempos de tanta corruptela, de inflación y delincuencia. Esa lógica conclusión se desprende de los cambios en lo político, social, económico y transparente, que el pueblo irá comprobando.
Esto se logrará de algún modo porque su visión del Estado está conectada con sus principios éticos y morales con los cuales no transige. Está claro, que cuando un gobernante es honesto, los pueblos alcanzan mayores niveles de vida porque el dinero no va a parar en los bolsillos de los funcionarios y familiares.
No hay dudas de que el presidente Luis Abinader con su cotidiana faena y su discurso de combate en contra de la corrupción y en favor de la transparencia y el desarrollo económico del país, sepultará la dramática experiencia que vivimos los dominicanos cuando el ciclón-PLD dirigió los destinos nacionales y atrás quedarán sepultados el pesimismo, la desconfianza y la inseguridad ciudadana, porque tenemos un gobierno que cumple lo que predica.