En 2016 el presidente Danilo Medina ganó la reelección y se continuó trabajando en una serie de planes y obras del programa de gobierno, muchos de los cuales estaban llamados a resolver problemas prioritarios de la población. No obstante, debido a la forma en cómo se negoció la reelección, el presidente Medina asumió compromisos con una clase política permeada por el clientelismo y el rentismo político. Esa negociación condicionó mucho el accionar del gobierno y fortaleció los sectores más negativos con poder de decisión.
Proyectos importantes quedaron en la bandeja de los técnicos, para no molestar a la clientela o a los grupos de poder. La visión de que los funcionarios debían ser monedita de oro que a todos agrada es parte sustancial de esa visión clientelar de la política que predomina en nuestro país. Se hicieron reformas y proyectos que son inocultables y negarlos sería una mezquindad.
Pero si los analizamos con objetividad, la mayoría eran simpáticos, no afectaban intereses y no impactaban en las raíces de los problemas estructurales que afectan nuestra sociedad. Se siguió arando en la superficie, sin profundizar y cualquier piedra que se interpusiera en el camino detenía los proyectos. Bastaba que cualquier sector influyente sintiera que sus intereses pudieran ser afectados para mover sus tentáculos y lograr su objetivo.
El Gobierno contaba con colaboradores honestos, entregados al trabajo, con sensibilidad social, amantes de su patria y, a pesar de esas debilidades anteriormente citadas, fue posible construir obras importantes que no son percibidas en su justa dimensión debido a la sombra que crea la corrupción, la permisividad y, sobre todo, la falta de un régimen de consecuencias.
Se lo advertí al presidente. Y con una razón basada en mi propia experiencia al frente del Ministerio de Energía y Minas conviviendo con funcionarios -designados por el Poder Ejecutivo- que no tenían los mismos principios y valores que regían en la institución ni acataban las normas éticas de la Administración Pública y, a pesar de ello, eran mantenidos en sus cargos por razones políticas.
Libré tremendas batallas para tratar que los sustituyeran, algo que se logró de manera tardía y en algunos casos con relevos que también eran producto del clientelismo. En varios momentos consideré renunciar. La primera vez no pude entregar la carta porque algunos amigos del Gobierno, hablándome en nombre del presidente, me convencieron de no hacerlo y darle tiempo a Medina para que resolviera el problema.
Los meses pasaron y los problemas no se resolvían, así que presenté formalmente mi renuncia sin consultar con nadie. El presidente optó por prestarme atención y solucionó los casos más problemáticos.
Reitero mi pesar al ver ensombrecida una obra de gobierno por el accionar de un grupo de desaprensivos que violaron principios éticos, normativos, legales y lograron ser protegidos con el manto de la impunidad.
En el caso particular del Ministerio de Energía y Minas, varios proyectos importantes fueron soslayados o se les dio largas hasta que perimieron. Algunos de ellos costaron mucho trabajo y esfuerzo del calificado equipo profesional del Ministerio, que lideraban los viceministros Ernesto Vilalta y Alberto Reyes, con el apoyo técnico de Henri Hebrard, Julio Santana, Nisael Dirocie e Yris González, entre otros, dependiendo de la naturaleza de cada proyecto. Estos equipos se dedicaron en cuerpo y alma a elaborar propuestas de gran valor técnico y de trascendencia para el país.
Se trabajó intensamente por el aprovechamiento sostenible de la minería. Para ello se elaboró un anteproyecto actualizado que sustituiría la ley vigente desde hace más de 50 años. Ese proyecto establecía una participación mínima del Estado en la renta minera de un 40% y bajaba de 75 a 40 años la duración de las concesiones, entre otras reformas importantes en procura de garantizar que la explotación de los recursos no renovables se hiciera de manera sostenible y responsable, en beneficio del desarrollo económico, social y ambiental de nuestro país. Ese proyecto perimió en el Congreso.
Bajo esa misma premisa los técnicos del MEM trabajaron en la elaboración del anteproyecto de ley que buscaba crear el Sistema Nacional de Gestión de Renta Estatal Minera (SINAGEREN) para impulsar el desarrollo de las comunidades con los ingresos del Gobierno provenientes del sector extractivo, mediante un uso planificado y transparente. El proyecto de legislación que enviamos al Poder Ejecutivo, donde quedó engavetado, partía de la visión de que la riqueza del subsuelo debe servir para el desarrollo sostenible bajo estos principios: desarrollo del país y de las comunidades mineras y distribución equitativa y transparente de los fondos mineros.
Uno de los problemas que más nos preocupaba era la minería artesanal, por la inseguridad, la desorganización y la falta de recursos técnicos y tecnológicos para su explotación y el aprovechamiento de la riqueza que representa.
Difundimos la historia del larimar y los esfuerzos por explotarla. Creamos un reglamento normativo tanto para esta gema como para el ámbar. Nos empeñamos en humanizar su extracción.
Tres años se dedicaron a la discusión del Pacto Eléctrico y no se llegó a firmar en esa gestión sencillamente por las mezquindades de algunos actores y de otros que, bajo el camuflaje de sociedad civil o empresarial, boicotearon ese mandato de la Estrategia Nacional de Desarrollo, sacando así provecho político para sus aspiraciones futuras. El Pacto Eléctrico no era perfecto, como no puede serlo ningún acuerdo de esta naturaleza, pero se lograron consensos valiosos que pudieron haber ayudado a la solución de problemas del sector que vienen arrastrándose desde hace décadas.
Desde que llegamos al Ministerio, elaboramos un anteproyecto de ley y los decretos necesarios para implementar las reformas institucionales del sector. Proponíamos aplicar, entre otros cambios, la eliminación de la Comisión Nacional de Energía, que hubiera pasado a ser parte del brazo operativo del organismo rector, el Ministerio de Energía y Minas, y se planteaba el fortalecimiento y la autonomía de la Superintendencia de Electricidad. Las empresas eléctricas estarían sometidas a las normas y políticas elaboradas por el Ministerio, terminando de una vez por todas con el absurdo jurídico e institucional en el que una unidad corporativa, la CDEEE, ejercía la potestad para trazar esas normativas.
Ese proyecto no prosperó y el sector eléctrico convencional se siguió manejando de esa manera en la práctica, aun cuando en septiembre de 2018 venció el plazo establecido en la ley 142-13 para que CDEEE traspasara al MEM el liderazgo del sector eléctrico. Sí pudimos impulsar desde el MEM algunas normativas a favor del subsector de energía renovables.
Otro de los proyectos que más ocupó nuestra atención y esfuerzo fue el de Exploración y Explotación de Petróleo y Gas. Desde su formación, el MEM inició un proceso de recopilación de informaciones para la creación de la Base Nacional de Datos de Hidrocarburos (BNDH), compendio y archivo digital de todos los datos geológicos y geofísicos obtenidos por medio de las actividades de prospección y explotación de hidrocarburos en el territorio nacional, tanto en el suelo como en el mar desde 1904 hasta 2013. Mapas elaborados desde hace hasta 110 años se rescataron para ponerlos, junto a los demás datos, a disposición de los interesados, como técnicos, investigadores, académicos y empresas petroleras, con el objetivo de contribuir a la interpretación adecuada del conjunto de información existente. Todas esas informaciones fueron puestas a disposición del público.
Participamos en eventos internacionales en los que presentamos los avances logrados, con el propósito de despertar el interés de los inversionistas en el área. Igualmente, trabajamos los modelos financieros y fiscales que servirían de base para la elaboración de los contratos. Estos serían convenios especiales con el Estado, lo que significaba que una vez negociados debían ser autorizados por el Poder Ejecutivo luego de la firma.
En noviembre de 2019 realizamos la primera subasta de bloques de petróleo y gas del país, en la que fue adjudicado un bloque costa afuera en la Cuenca de San Pedro de Macorís a la empresa Apache Dominicana, filial de la estadounidense Apache Corporation. La participación de Apache en el proceso constituyó una muestra de confianza en el país.
Dos años antes, en 2017, lanzamos el portal de EITI en el país, cuya coordinación estuvo a cargo de Vilma Arbaje, nuestra directora de Relaciones Internacionales, y entregamos el primer informe de transparencia. En períodos siguientes se elaboraron dos más, que se entregaron a las instancias correspondientes de la citada iniciativa internacional.
Históricamente las informaciones del área minera estaban dispersas y de difícil acceso para el público general. Esto era común tanto del sector público como del sector privado en muchas áreas. Rompimos con esa mala práctica. El trabajo coordinado entre los sectores representados en el Consejo -Sociedad Civil, sector privado y público- fue determinante.
Otro proyecto que nos llena de orgullo es la construcción del Parque Temático de Energía Renovable en Ciudad Juan Bosch, un proyecto hermoso y educativo que crea conciencia sobre la importancia de las energías renovables. Se inauguró en noviembre de 2019 en un área total de 25,000 metros cuadrados.
Tiene estaciones de agua, sol, viento y biomasa. Cuenta con una turbina de generación de 10 kilovatios, una Flor Solar Inteligente cuyos paneles siguen el trayecto del sol para generar energía. Tiene, además, espejos y cortinas de agua, una estación de aplicaciones rurales y edificaciones donde se pueden hacer exhibiciones y charlas.
El proyecto “Cultivando Agua Buena” fue, dentro de los programas del MEM, uno de los que más impactó en las comunidades. Se trata de un proyecto de desarrollo sostenible, centrado en la conservación de los recursos naturales, la calidad de las aguas y la mejora en las condiciones de vida de la gente que habita en las comunidades de las cuencas donde opera el programa. Asociaciones empresariales, comunitarias e instituciones públicas participaron con notable entusiasmo en su desarrollo.
En este extracto me he referido únicamente a los principales proyectos elaborados por el MEM, no a sus Memorias ni a los méritos del equipo que me acompañó, de los cuales solo he mencionado unos pocos.
Extractos editados de mi libro “Relatos de la vida de un desmemoriado”.